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VEN EL ROSTRO DE MI PADRE

Hoy es la fiesta de los ángeles custodios y también es aniversario de la fundación del Opus Dei. Veamos algunos consejos que san Josemaría da para tratar a los Custodios.

Hoy, Señor, celebramos la fiesta de los ángeles custodios y como toda fiesta, nos da alegría porque es una cosa buena.

Pero, además, hoy nuestra alegría es doble, porque en un día como hoy, un 2 de octubre, Tú Señor le diste una luz muy especial a san Josemaría, una luz que él deseaba desde hace muchos años y por la cual había entregado su vida a Ti, porque sabía que le ibas a pedir algo. “¿Qué es eso que Dios me está pidiendo?”

Pues un 2 de octubre de 1928 le mostraste el Opus Dei. Esa obra de Dios a la cual él consagraría toda su vida, todas sus fuerzas, toda su ilusión, porque a través de esa obra, muchas personas se encontrarían contigo. ¡Gracias Señor por estas fiestas que nos alegran!

En el evangelio de hoy, Tú nos hablas de los ángeles, de los ángeles de los niños, porque te preguntan:

«¿Quién es, pues, el más grande en el Reino de los Cielos?” Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y les dijo: “Yo les aseguro a ustedes que, si no cambian y no se hacen como los niños, no entrarán en el Reino de los Cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ese es el más grande en el Reino de los Cielos, y el que reciba a un niño como este en mi Nombre me recibe a Mí.

Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, pues Yo les digo que sus ángeles en el Cielo ven continuamente el rostro de mi Padre que está en el Cielo”»

(Mt 18, 1-5. 10).

Nosotros, Señor, queremos ir al Cielo, queremos entrar en el Reino de Dios. Y aquí nos estás hablando de que hay señales para llegar al Cielo.

Imagínate que no pudiéramos levantar la mirada hacia el Cielo, pero en esos ángeles vemos un espejo que nos permite verlo sin levantar la mirada, porque no podemos levantar la mirada, pero al ver esos ángeles, vemos el Cielo, porque ahí se refleja, ellos ven el rostro de mi Padre, dices en el evangelio: los ángeles de estos niños ven el rostro de mi Padre.

Pero nosotros, al tratar a esos niños, al aprender de ellos, estamos ya como entrando en una dimensión nueva. ¿Y qué es lo que tenemos que aprender de los niños? Nos dices que hay que hacerse como niños. No es cosa fácil.

al camino

Hace poco leía en un libro, que es el diario de una mujer del siglo pasado, Gabriela de Bossis, que era mística, que escuchaba a Jesús muy directamente en su corazón y dice en ese diario:

“Yo oía jugar a los niños. Él (o sea Tú, Jesús) le decías en su corazón: amo a los niños. He puesto en sus almas sentimientos exquisitos y son estos los sentimientos que se deben cultivar a lo largo de toda la vida.

Vienen a Mí y me encanta encontrarlos en vosotros cuando habéis llegado a ser adultos. Una confianza sin límites, docilidad, sed de Jesús, candor y pureza, abandono total, mirada directa y franca. Vuelve a tomar tu alma de niña para dármela”.

Sentimos también esta invitación a nosotros: toma tu alma de niño, de niña y dámela. Jesús nos pides esa alma de niño o de niña con esos sentimientos que Tú has puesto en nuestro corazón y que puede ser que se hayan quedado muy en el fondo.

¿QUIERES QUE ESO CUSTODIE TU CUSTODIO?

San Josemaría tenía gran devoción a los ángeles custodios y en Camino nos dice:

“Parece como si tu ángel te dijera: ¡tienes tu corazón tan lleno de tanta afección humana!… –Y luego: ¿eso quieres que custodie tu Custodio?”

(San Josemaría, Camino 150)

Me gusta el juego de palabras:

“¿quieres que eso custodie tu Custodio?”

El ángel custodio está para cuidarnos y le decimos: “ángel mío, cuídame”. Y nos dice nuestro ángel: “es que tienes tu corazón tan lleno de cosas superficiales, de sentimientos demasiado humanos. No hay nada de Dios ahí y ¿eso quieres que yo cuide?”

¿Qué sentimientos quieres, Señor, que tengamos?

“Una confianza sin límites, docilidad, sed de Jesús, candor y pureza, abandono total, mirada directa y franca…”

Señor, ayúdame a tener esos sentimientos, a rascarle ahí en mi alma y quitar lo que sobre, a arrancar lo que sobre con ayuda de mi ángel que está aquí para ayudarme.

Dice san Josemaría, en estos puntos de Camino, donde habla de las diferentes devociones y una de esas devociones, la devoción a los ángeles custodios:

“¿Que hay en el ambiente muchas ocasiones de torcerse? –Bueno. Pero ¿acaso no hay también Custodios?”

(San Josemaría, Camino 566)

al camino

Efectivamente, hay muchas tentaciones. Este mundo que nos invita a consumir, que nos invita a valorar demasiado; el tener o el parecer; hay muchas ocasiones para hacernos superficiales, para olvidarnos de Dios. Sí, pero también hay Custodios. También está nuestro ángel que está siempre junto a nosotros, que nos quiere señalar el Cielo, que es como ese espejo que nos dice: mira al ángel y verás a Dios, te llevará a Dios, porque en su rostro se refleja un poco esa gloria de Dios.

Y también piensa que las demás personas, todos los niños, pero también los adultos, tenemos nuestro ángel custodio. Por eso también nos invita a considerar san Josemaría en Camino:

“Si tuvieras presentes a tu ángel y a los Custodios de tus prójimos evitarías muchas tonterías que se deslizan en la conversación”

(San Josemaría, Camino 564).

¿Sí o no? A veces uno está en un diálogo interno diciendo: “Ay, pues ayer fui a no sé dónde y me dijo tal persona… y ja, ja. O ¿por qué me dijo esto o debería yo de haber actuado de esta manera? o al rato voy a ir a no sé dónde” Y a veces podemos también decir: “ay, pues estoy pensando ya muchas tonterías o esto que estoy pensando no es tan importante o que se me hace que mejor…” Y así vamos pensando y pensando.

Y en ese pensamiento, en ese diálogo interno, está también nuestro ángel y quizás el que nos sugiera a veces que rectifiquemos, que procuremos ser mejores, que perdonemos, que cortemos con algunos pensamientos.

También en la conversación con las demás personas, considerar que aquí están los ángeles que nos acompañan y que nos ayudan a rectificar, a no desviarnos, a no ser -como decíamos- superficiales.

CONFIANZA SIN LÍMITES

¿Qué otros sentimientos leíamos aquí en estas palabras del diario de Gabriela de Bossis?

“Una confianza sin límites, docilidad, sed de Jesús, candor y pureza, abandono total…”,

Confianza sin límites… Dios nos cuida y nos cuida a través de sus ángeles.

“Te pasmas porque tu ángel custodio te ha hecho servicios patentes. –Y no debías pasmarte: para eso le colocó el Señor junto a ti”

(San Josemaría, Camino 565).

Un típico favor que uno le puede pedir al ángel de la guarda es encontrar lugar en el estacionamiento, pero muchísimos otros servicios le podemos pedir. Y no sólo eso, sino también para superar las tentaciones y los peligros que puede haber en este mundo.

Te leo un último punto de Camino:

“Acude a tu Custodio, a la hora de la prueba, y te amparará contra el demonio y te traerá santas inspiraciones”

(San Josemaría, Camino 567).

Por eso te pedimos a Ti, Señor, le pedimos a nuestra Madre, Reina de los ángeles, que nos ayude a volver a ser niños como Tú Señor quieres que seamos. Reconocer esos sentimientos, que sepamos que los ángeles nos acompañan, que nos ayudan y que lo conseguiremos con la gracia de Dios.


Citas Utilizadas

Neh 8, 1-4. 5-6. 8-12

Sal 18

Mt 18, 1-5. 10

San Josemaría, Camino. Puntos 150. 564-567

Reflexiones

Señor, ayúdame a tener esos sentimientos, a rascarle ahí en mi alma y quitar lo que sobre, a arrancar lo que sobre con ayuda de mi ángel que está aquí para ayudarme.

Predicado por:

P. Juan Pablo

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