Hoy la Iglesia celebra la conversión de san Pablo Apóstol. Y nos podríamos preguntar, ¿por qué se celebra una conversión? No es el cumpleaños ni tampoco un aniversario importante, es una conversión.
Pablo antes era un ateo perseguidor de cristianos para matarlos y se convierte en cristiano. Será a partir de su conversión el “apóstol de las gentes”. Cuenta los Hechos de los Apóstoles que Pablo, Saulo de Tarso, es tumbado del caballo.
Se oyó cuando cayó al suelo una voz que le decía:
-Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
(Hch 9, 4)
Qué buena pregunta para los que hoy persiguen a Dios. Dios ha tenido en la historia muchos perseguidores y lo sigue teniendo ahora.
Hay en muchos lugares del mundo, persecuciones de cristianos por el hecho de ser cristianos. San Josemaría decía hace muchos años: que se está expulsando a Dios del mundo como si fuera un intruso.
La historia está llena de mártires, personas que han sido maltratadas y torturadas sólo porque eran cristianas. Eso le pasó a Jesucristo, que fue ejecutado por unas autoridades que perseguían a los cristianos y por un pueblo engañado que repetía furioso: ¡Crucifícale, crucifícale, crucifícale!
Hoy hay autoridades que persiguen a los cristianos y también pueblos engañados y equivocados. Un pueblo o varios pueblos que no han recibido la Palabra de Dios o si la han recibido la han dejado de lado. Tal vez motivados por ideologías engañosas que prometen la felicidad y que ésta nunca llega. Hay tantas utopías ahora.
Quienes se encuentran en esa situación, hay muchas personas que se encuentran en la oscuridad con respecto a Dios, tenemos que rezar por ellos para que el Señor, igual que Saulo de Tarso, los tumbe del caballo y les diga: ¿Por qué me persigues? ¿Por qué me persigues?
CONVERSIÓN
Cuando el Señor le hace la pregunta a Pablo, Pablo asombrado, le dice:
¿Señor, quién eres?
(Hch 9, 5)
Y esa es la pregunta que hoy se hacen muchas personas cuando Dios se mete en sus vidas: ¿Quién eres? O ¿qué quieres? ¿Por qué te metes en mi vida?
San Josemaría decía que el Señor no nos pide permiso para meterse en nuestra vida. Se mete en nuestra vida, porque nos quiere, porque quiere lo mejor para nosotros: para quitarnos muchas cosas que no están bien y que nos pueden esclavizar; para librarnos del pecado; para que seamos libres.
Somos libres cuando el Señor nos libera del peso de nuestros pecados. Porque el pecado tumba, denigra, nos hace inútiles para las cosas buenas, nos ciega, no podemos ver. Nos hace enemigos de Dios, enemigos de la Iglesia. Y nos podemos convertir en perseguidores de cristianos como era Saulo y tantos como él que querían, y ahora también en estas épocas, quieren destruir cualquier huella de Dios en la tierra.
A Dios lo acusan, como lo acusaron a Jesucristo, y ahora pues acusan a los cristianos como si fueran delincuentes o como si fueran criminales. El Señor, en los Hechos a los Apóstoles, le dice a Pablo:
“- Soy yo, Jesús el Nazareno a quien tú persigues.”
Pablo le había hecho esa pregunta:
-Señor, ¿quién eres?
Y el Señor le está respondiendo:
-Soy yo. Jesús El nazareno a quien tú persigues
(Hch 9, 5).
Nuestro encuentro con Dios puede producirse después de un pecado nuestro o cuando vemos que el mal causa estragos en una persona o en el mundo. Cuando vemos, pues, alguna tragedia, algo que ha pasado grave. Cuando descubrimos una intervención divina que nos llama la atención, ¿no?
CONVERSIÓN
Porque Dios interviene en la vida de las personas y las mejora. A veces eso, repercute en nuestra vida y queremos ser mejores, ¿no? Y descubrimos, descubrimos a Dios. Dios está allí…. esto lo ha hecho Dios. Esto tiene que haberlo hecho Dios.
Dios pide santidad y encuentra también correspondencia en muchas personas, que luchan por ser santas. Hay personas que están luchando por la santidad. Estas personas que luchan por la santidad tienen la luz encendida. Se ve cómo viven, cómo son auténticos testimonios de vida cristiana, en su conducta, en su generosidad, en su trato amable, delicado y fino con las personas.
También porque se han convertido en un instrumento de Dios, hablan de Dios, procuran que todos nos encontremos con Dios.
Entonces, esta respuesta que Jesús le da a Pablo, cuando Pablo: – ¿Quién eres tú, Señor? Le pregunta Y él: -Soy Jesús Nazareno. (Hch 9, 5). Igual, pues a través de esas personas que están cerca de Dios, el Señor se manifiesta.
Y nos dice y les dice a quienes se encuentran con Él: -Aquí estoy cerca de ti para que cambies. Dios está cerca de nosotros se acerca de nosotros, no para estar cerca simplemente, sino para que nosotros cambiemos.
¿Por qué tenemos que cambiar? Porque tenemos el pecado. Tenemos que reconocer que somos pecadores y el pecado es un mal que nos hace daño. Entonces tenemos que cambiar y Dios está cerca para que cambiemos. Dios nos da los medios para que cambiemosnos, pone esas personas que nos ayudan, que son instrumentos suyos, para que cambiemos.
Dios, a través de esas personas, nos alcanzan los sacramentos: la confesión, la Eucaristía, para que cambiemos.
Pablo le dice al Señor: ¿Y qué debo hacer, Señor? Le pregunta, ¿no? ¿Qué debo hacer? El Señor, le dice, ya se te dirá lo que debes hacer más adelante. Como diciéndole, espera un poco todavía, hay que arreglar una serie de cosas o falta que estés en mejores condiciones… Reza primero y luego te diré lo que debes hacer.
DEBEMOS LUCHAR
Esto es lo que le dice el Señor a mucha gente, también a nosotros. ¿Qué debo hacer? Bueno, mira, ya te voy a decir lo que vas a hacer. Pero, tú tienes primero que rezar, esforzarte, luchar, ¿no? Poner de tu parte.
Así ocurrió con Pablo. Fue mejorando, recuperándose, recuperó la vista, se había quedado ciego, no veía y recuperó la vista. Igual, pues, el que está lejos de Dios está ciego y luego, si se acerca, empieza a recuperar la vista, empieza a verlo.
Entonces vemos esto en Pablo que se convierte en el “apóstol de las gentes”. Pasó, pues, de ser un perseguidor a ser “apóstol de las gentes”. A partir de allí, hizo lo que el Señor le pedía.
¿Qué le pedía el Señor? Ser instrumento suyo. Hablar a la gente de Dios. Llevar el peso de las almas, que es llevar el peso de la cruz, que es sacrificarse por los demás, lo que hizo Jesucristo.
Dios nos convierte para eso, para que seamos instrumentos suyos, que podamos ayudar a los demás, para que podamos llevar el peso de la cruz, que podamos tener la alegría de ver la conversión de muchas personas.
Cuando una persona está cerca de Dios, ve la conversión de muchas personas y se llena de alegría. Luego, por supuesto, la alegría final, que es el gozo de la vida eterna.
Todos estamos deseosos, porque es el fin último del ser humano, llegar al cielo. Llegar a ese lugar de felicidad. Tenemos esperanza en llegar a ese lugar de felicidad, para gozar toda la eternidad junto con Dios. ¡Qué maravilla! ¿no? ¡Qué maravilla!
LA VIRGEN SIEMPRE NOS AYUDA
Vamos a pedirle a la Virgen. Los niños le piden a la mamá antes que al papá, ¿no? Los niños ven que la mamá puede conseguir las cosas. La Virgen siempre, siempre se adelanta, se adelanta… como en Caná de Galilea, cuando faltaba el vino, la Virgen le pide al Señor que haga el primer milagro.
No era el tiempo. El Señor dice:
“No ha llegado mi hora…”
(Jn 2, 4).
Pero, ella consigue que haga el milagro. Ella también, cuando nosotros le pedimos rápidamente nos ayuda, nos alcanza las gracias o intercede por nosotros frente a Dios, para que el Señor nos dé aquellas gracias que nos ayudan a ir mucho más rápido.
O esas gracias que, san Josemaría llamaba “tumbativas”, como san Pablo que lo tumban del caballo. Esas gracias que hacen que las personas reaccionen rápido; cambian rápido, porque hace falta. Hacen falta instrumentos de Dios, hacen falta esas personas que, convirtiéndose, se lanza a seguir a Cristo con mucha paz y con mucha alegría.
Deja una respuesta