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P. Felipe

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UN VIAJE QUE CONDUCE AL AMOR

San Rafael acompaño a Tobías en su viaje, y logro mucho más de lo que esperaba. Acudamos con confianza a los ángeles y pongámonos bajo su protección.

Hoy la Iglesia celebra una de esas grandes fiestas en las que agrupamos a los tres arcángeles: san Miguel, san Gabriel y san Rafael. ¿Son los arcángeles esos mensajeros de Dios? No sólo mensajeros, porque todos los ángeles son mensajeros, son enviados de Dios.

Pero estos arcángeles son los que han tenido una misión especial, que ha salido de las manos de Dios, de la boca del Señor. Miguel, san Miguel arcángel tiene la misión de protegernos del demonio.

La historia de la salvación nos cuenta que, en ese primer momento de la rebelión del demonio, san Miguel con su ejército, fue el que defendió el cielo y pudo expulsar al demonio.

El demonio que no es un cuento para niños, sino que es alguien que existe. Nada puede contra Dios, pero existe y que va a tratar de que no nos vayamos al cielo. Pero tenemos la intercesión poderosísima de la gracia de Dios, de la santísima Virgen, de san Miguel Arcángel que lo tiene bajo su imperio. Entonces, tenemos esa misión importante de San Miguel.

En segundo lugar, san Gabriel que tiene ese mensaje especial: esa misión especial de llevar el mensaje de la alegría. En primer lugar, a Zacarías al papa de san Juan Bautista, diciéndole que, en su ancianidad, él iba a ser padre de san Juan.

Y luego, la misión más importante de todas: el momento más esperado de todo el Antiguo Testamento que es la Encarnación del Hijo de Dios. San Gabriel es el que lleva ese mensaje a la santísima Virgen, de que ella sería la Madre de Dios, la Madre de Jesús.

El nombre de san Gabriel significa “fuerza de Dios”, porque es el arcángel san Gabriel el que envía ese mensaje, que da la fortaleza a todo el universo.

ARCÁNGEL SAN RAFAEL

arcángeles

 

En tercer lugar, tenemos a san Rafael arcángel, el arcángel que aparece en el Libro de Tobías y que ahora, en este rato de oración, me parece que podríamos rezar y hablar con Jesús, tomando como punto de partida la historia del arcángel san Rafael o más bien, toda la historia de Tobías.

Tobías era un joven que vivía en Babilonia. Tenía un padre, Tobit, que era un buen judío y hombre temeroso de Dios; vivían en la pobreza. Tobit se recuerda que tiene una persona, que vivía lejos de la casa, que le debía un dinero y quiere recuperarlo, por lo que envía a su hijo.

Le dice que busque un buen compañero, para poder ir a buscar ese dinero y no arriesgarse en vano. Entonces, Tobías va, busca un compañero y aparece un hombre misterioso: un hombre joven, fuerte, amable y confiable.

Así que Tobías emprende ese viaje junto con este amigo. En el viaje, en cierto momento pasan por un río; meten los pies y un pez le muerde el tobillo a Tobías y matan el pez entre los dos.

El amigo de Tobías le aconseja guardar la hiel del pez —uno de sus órganos interiores—, porque le podría servir para servir a su padre. Tobías guarda la hiel del pez y prosiguen su camino.

Cuando llegan al pueblo de destino, encuentran a la persona que le debía dinero a su padre. Allí Tobías conoce a la hija de este hombre, Sara, de la que se enamora perdidamente en ese momento.

Pide su mano en matrimonio y se casan. El padre de Sara los bendice y ambos, en ese momento, pronuncian una oración pidiendo a Dios por su futuro y por su matrimonio, y son bendecidos por el Señor.

LAS ALEGRÍAS DE TOBÍAS Y SU FAMILIA

Emprenden su camino de regreso Tobías, Sara y el compañero de camino de Tobías. Cuando llegan a casa de Tobit, Tobías saluda a su padre y el amigo de Tobías —el compañero de camino— le sugiere que use la hiel del pez para aplicársela a los ojos de su padre, que estaba ciego.

En ese momento, cuando le pone ese producto del pez en los ojos, su padre recupera la vista. Entonces se ponen en ese momento a alabar a Dios, porque Tobías había hecho ese camino y había terminado sano y salvo; porque en ese camino había tenido la dicha de encontrar una medicina, para la ceguera de su padre.

Y, sobre todo, porque en ese camino había conocido a Sara, la mujer que lo iba a hacer feliz en su matrimonio durante toda su vida. Son esas alegrías que recibe Tobías, Tobit y toda su familia.

En el momento en que sucede este milagro, en que Tobit recupera la vista, el compañero de viaje de Tobías se revela y dice que él es el arcángel san Rafael, uno de los que está siempre delante del Señor; que ha sido enviado por Dios para acompañar a Tobías en este viaje, para curar la ceguera de su padre y ayudarlo a encontrar una mujer.

Por eso, el nombre Rafael significa “medicina de Dios”, porque es el que encuentra esta medicina para el padre de Tobías. San Rafael, además, ha sido nombrado el patrono de los viajeros, porque es el que acompaña a Tobías en ese largo viaje, el que lo protege ante las dificultades, lo anima cuando se desanima, etcétera.

Y también, muchas veces, se le invoca como patrono de los de los matrimonios, de las parejas. Porque es quien conduce a Tobías a Sara, a la mujer que lo acompañará durante toda su vida.

ÁNGELES CUSTODIOS

Hoy podemos pedirles especialmente a los arcángeles y, de modo especial, a san Rafael por todos los matrimonios cristianos, por todas las personas que viven en esta institución tan maravillosa.

Que vaya fomentando que crezca cada día más el amor entre los esposos, entre maridos y mujeres. Que crezca ese amor también materializado en sus hijos; y el amor de los padres y madres por sus hijos, y el amor de los hijos por sus padres.

Pidámosle a san Rafael que sea el quien ayuda a cada persona a crecer y hacer crecer ese amor cada día más.

También recordamos que nos estamos preparando para celebrar, en unos días, la fiesta de los Ángeles Custodios, al ver ese amor de Dios que se materializa en esa protección concreta de Rafael a Tobías. También recordamos que nosotros tenemos un ángel de la guarda.

San Rafael era ese guardián de Tobías, y tú y yo también tenemos un ángel de la guarda. Al terminar este rato de oración le pedimos especialmente al Señor que, nos ayude a acordarnos frecuentemente de ese protector que tenemos constantemente nuestro lado.

Le podemos pedir ayuda, podemos conversar con él, podemos contarle nuestras cosas y tratarlo como un verdadero amigo.

Que nuestro Ángel de la guarda sea, de verdad, en cada momento, ese amigo que viene a ayudarnos, que nos protege, nos cuida y al que podamos tratar con total confianza. Ángel de mi guarda, ayúdame a estar cada día más cerca de Jesús.


Citas Utilizadas

Dn 7, 9-10. 13-14; o bien Ap 12, 7-12

Sal 137

Jn 1, 47-51

Reflexiones

Señor, gracias por enviarnos a los arcángeles. Acudimos a ellos con confianza y nos ponemos bajo su protección.

Predicado por:

P. Felipe

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