Aquí estamos tú y yo una vez más reunidos en torno a Jesús. Él tiene palabras de vida eterna. Escucharle es conocer el camino al Cielo.
Muchas veces no se trata de una bifurcación en el camino. En el sentido de si te vas por la derecha llegás a la vida eterna y, en cambio, si te vas por la izquierda te pierdes para siempre.
Hoy nos habla de la vida eterna. Y nos damos cuenta de que no se trata de hacer A o B. Es algo distinto…
Jesús habla:
«Como ocurrió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del Hombre. Comían y bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que Noé entró en el arca, y vino el diluvio e hizo perecer a todos.
Lo mismo sucedió en los días de Lot: comían y bebían, compraban y vendían, plantaban y edificaban; pero el día en que salió Lot de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre y los hizo perecer a todos.
Del mismo modo sucederá el día en que se manifieste el Hijo del Hombre. Ese día, quien esté en el terrado y tenga sus cosas en la casa, que no baje por ellas; y lo mismo quien esté en el campo, que no vuelva atrás. Acuérdense de la mujer de Lot. Quien pretenda guardar su vida la perderá; y quien la pierda la conservará viva.
Yo les digo que esa noche estarán dos en el mismo lecho: uno será tomado y el otro dejado. Estarán dos moliendo juntas: una será tomada y la otra dejada»
(Lc 17, 16-36).
O sea, todos:
«comían y bebían, tomaban mujer o marido (…) compraban y vendían, plantaban y edificaban (…)».
Unos están en el terrado, otros en el campo, comparten el mismo lecho o están moliendo juntos. No es cuestión de hacer esto o aquello otro. Es cuestión de cómo hacemos lo que hacemos. Eso es lo que define todo. Porque, incluso haciendo la misma actividad:
«uno será tomado y el otro dejado».
¿CÓMO ES ESO?
Aquí tienes una explicación:
“Nuestra cultura actual está fragmentada y desorientada. Tocamos muchas teclas, pero no terminamos de saber adónde vamos. Hacemos muchas cosas [comemos, bebemos, compramos, vendemos, etc.], pero carecemos de un proyecto que marque un rumbo, de modo que podamos decir: «Vamos a por él con todas nuestras energías».
Es como si en vez de ser peregrinos fuésemos turistas. Un peregrino tiene muy claro que tiene una meta y todo el resto de su vida está condicionado a alcanzar esa meta. El turista va de curioseo: un poquito por aquí y otro por allá.
Hay una gran diferencia entre ser peregrino y ser turista. Los peregrinos dejan huella en el camino; en cuanto un peregrino empieza a andar, comienza a marcar flechas para el siguiente que pase por allí. Un peregrino va dejando señales para los que vienen detrás. El turista, no; a lo sumo contempla las huellas, las curiosea, pero no las sigue”
(Dios te quiere feliz, Mons. José Ignacio Munilla).
A mí me parece Jesús que esa es la diferencia. Porque podemos hacer exactamente lo mismo, pero hay quienes te encuentran a Ti mientras lo hacen, o dirigen a Ti todo lo que hacen y así les sirve de camino para llegar al Cielo.
En cambio, hay quienes viven las cosas como quien va de flor en flor o de rama en rama, no sientan cabeza. Aquello es sólo una cosa más que se hace, carente de sentido. Como quien mata el tiempo. Los días monótonos, sin alma…
CALENDARIO PERPETUO
Me recordaba a un poema que se llama Calendario perpetuo. Dice:
“El lunes es el nombre de la lluvia cuando la vida viene tan malintencionada
que parece la vida.
El martes es que lejos pasan trenes en los que nunca vamos.
El miércoles es jueves, viernes, nada.
El sábado promete, el domingo no cumple y aquí llega otra vez -o ni siquiera otra:
la misma vez- la lluvia de los lunes”
(Miguel D’Ors).
¡Vaya manera de ver la vida! Como bastante pesimista o triste.
CONVERSACIONES
En cambio, qué contraste con aquellas palabras de san Josemaría:
“Hijos míos, allí donde están vuestros hermanos los hombres, allí donde están vuestras aspiraciones, vuestro trabajo, vuestros amores, allí está el sitio de vuestro encuentro cotidiano con Cristo.
Es, en medio de las cosas más materiales de la tierra, donde debemos santificarnos, sirviendo a Dios y a todos los hombres. (…)
Dios os llama a servirle en y desde las tareas civiles, materiales, seculares de la vida humana: en un laboratorio, en el quirófano de un hospital, en el cuartel, en la cátedra universitaria, en la fábrica, en el taller, en el campo, en el hogar de familia y en todo el inmenso panorama del trabajo, Dios nos espera cada día.
(Podríamos pensar: lunes, martes, miércoles, jueves… ¡cada día!).
Sabedlo bien: hay un algo santo, divino, escondido en las situaciones más comunes, que toca a cada uno de vosotros descubrir. (…)
No hay otro camino, hijos míos: o sabemos encontrar en nuestra vida ordinaria al Señor, o no lo encontraremos nunca. Por eso puedo deciros que necesita nuestra época devolver —a la materia y a las situaciones que parecen más vulgares— su noble y original sentido, ponerlas al servicio del Reino de Dios, espiritualizarlas, haciendo de ellas medio y ocasión de nuestro encuentro continuo con Jesucristo.
Esta sí que es una manera positiva o clara, con sentido.
ESO SUCEDE SIEMPRE
(…) para que quedara claro que (…) se incluía aun lo que parece más prosaico, san Pablo escribió también: ya comáis, ya bebáis, hacedlo todo para la gloria de Dios.
[curioso que aquí volvemos con el comer y beber que Tú, Jesús, mencionas en el Evangelio…]Esta doctrina de la Sagrada Escritura (…) os ha de llevar a realizar vuestro trabajo con perfección, a amar a Dios y a los hombres al poner amor en las cosas pequeñas de vuestra jornada habitual, descubriendo ese algo divino que en los detalles se encierra. (…)
Os aseguro, hijos míos, que cuando un cristiano desempeña con amor lo más intrascendente de las acciones diarias, aquello rebosa de la trascendencia de Dios. Por eso os he repetido, con un repetido martilleo, que la vocación cristiana consiste en hacer endecasílabos de la prosa de cada día…”
(Conversaciones, san Josemaría Escrivá).
Y eso sucede lunes, martes, miércoles o el día que sea. ¡Siempre! Comiendo, bebiendo o haciendo lo que sea. O eso sucede si el lunes hay lluvia y el martes pasan los trenes. ¡Eso sucede siempre! Eso es ser peregrino, no turista. Ese es el camino. Ese nos lleva a Dios a nosotros y a los que nos rodean…
PAPA FRANCISCO
Termino con unas palabras del Papa Francisco animando a los jóvenes para el año jubilar. Nos vienen como anillo al dedo:
“Queridos jóvenes, la invitación que les hago es a ponerse en camino, a descubrir la vida, tras las huellas del amor, en busca del rostro de Dios. Pero les recomiendo esto: no se pongan en camino como simples turistas, sino como peregrinos.
Que vuestro caminar no sea simplemente un pasar por los lugares de la vida de forma superficial: sin captar la belleza de lo que van encontrando, sin descubrir el sentido de los caminos recorridos, capturando breves momentos, experiencias fugaces para conservarlas en un selfie. El turista hace esto.
El peregrino, en cambio, se sumerge de lleno en los lugares que encuentra, los hace hablar, los convierte en parte de su búsqueda de la felicidad”
(Mensaje para la XXXIX Jornada Mundial de la Juventud 2024, 17.09.2024).
Acudimos a nuestra Madre, diciéndole que queremos recorrer este camino de la mano de ella. Porque si vamos solos, nos perdemos, nos volvemos turistas de la vida.

