Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre?» Ellos respondieron: «Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o alguno de los profetas.» Y luego Jesús les dice directamente: «Y ustedes ¿quién dicen que soy yo?»
(Mt 16, 13-15)
Esta es la pregunta que todos los cristianos nos encontramos también en nuestra propia oración, en nuestras propias vidas.
Es importante saber ¿Cómo las respondemos? La respondemos con esa claridad diciéndonos: Jesús, eres mi Dios, mi camino, la verdad, la vida.
O, eres simplemente uno de los profetas o eres como un gurú que vino a decir algunas cosas importantes, pero no lo más importante. No esas palabras que cambian las vidas de las personas.
CARCELEROS CONVERSOS
Los protomártires de la iglesia romana, que como sabemos estaban encabezados por los santos apóstoles: Pedro y Pablo, quienes antes de ser ejecutados estuvieron los dos en una cárcel. No juntos, fue en distintos momentos.
Hoy se pueden visitar. Los peregrinos que acuden a Roma a la cárcel Mamertina.
Era la prisión de los famosos del momento, fueran cristianos o pagarlos.
La historia de la Iglesia, enseña que desde allí fueron llevados al martirio, con motivo de las diversas persecuciones imperiales.
San Pedro y san Pablo, sus carceleros terminaron conversos y también fueron castigados y muchos otros cristianos pasaron también por ese mismo sitio.
Pero de aquel sitio, también partieron a la muerte paganos de renombre, condenados a muerte por cuestiones de índole diversa a la religiosa.
Por eso, al entrar en esa prisión se pueden leer dos lápidas de mármol tallado, con inscripciones en latín.
La primera, que queda a mano izquierda, es la de los paganos famosos. Y dice:
– Aquí estuvieron encarcelados, esperando el momento de ser aplastados por el poderío del Imperio Romano los siguientes ciudadanos y luego hace una enumeración de senadores, generales, políticos…
Pero un poco más a la derecha, está esa segunda lápida, que también sintetiza las matanzas de los cristianos, pero utiliza estas palabras:
– Aquí, durante la persecución ordenada por el emperador Nerón, en el año 64 de nuestra redención, estuvieron encarcelados, esperando alegres el momento de salir cantando triunfantes al encuentro con Cristo, los santos Apóstoles: Pedro y Pablo, sus carceleros conversos y los siguientes insignes protomártires de la Iglesia romana, y hay una larga lista de protomártires.
HUMILLADOS PERO ALEGRES
Fíjate cuánta diferencia hay entre aquella espera, de ser aplastados por el poderío romano y la expectativa alegre, de salir cantando triunfantes, al encuentro con Cristo.
La diferencia entre las dos lápidas: -los primeros: humillados por no saber descubrir el valor santificador del sufrimiento. Y -los segundos, humillados también, pero alegres.
En cuanto a la dignidad con que los primeros cristianos afrontaron esa terrible cosa del martirio, recuerdan que estos entraban al circo romano para ser devorados por las fieras, cantando con alegría y con fortaleza.
Cantaban esa canción, que se canta en la veneración de las reliquias de los mártires:
Christus vincit, Christus regnat
Christus, Christus ímperat
Y lo hacían vestidos además con sus mejores atuendos. porque habían respondido a Cristo cuando les habían preguntado: ¿Quién es el Cristo? -Cristo es mi Dios y por Cristo vale la pena dar la vida.
Muchas veces en nuestras vidas también encontraremos problemas y esta respuesta a la pregunta de ¿Quién es Cristo? nos ayudará a resolverla.
Si somos gente que no tiene a Cristo realmente en el centro de su vida, entonces ante las contrariedades, ante los problemas, ante las cosas malas, seremos como aplastados, encarcelados, el momento de ser triturados por el Imperio.
Mientras que, si respondemos a esa pregunta con claridad de que Cristo es nuestro Dios, lo pasaremos tal vez un poco mal, pero saldremos cantando triunfantes al encuentro con Cristo.
LOS GRANDES MOMENTOS
¡Esto es lo importante! Humillación tal vez la tengamos, pero la forma en la que respondemos será distinta.
Por eso, es importante responder a la pregunta ¿Quién es para mí Cristo? Y eso sirve para los grandes momentos de la vida, como estos momentos del martirio.
Pero para las pequeñas cosas o no tan pequeñas, pero que son también dolorosas, que cuando respondemos que Cristo es Dios, estamos dispuestos a llevarlo de forma mucho más pacífica.
Cuentan de Fray Luis De León, que era catedrático de teología en Salamanca, que debió sufrir un injusto proceso, por presuntas herejías.
Fíjate que era un gran profesor por todos muy admirado, pero le acusaron de herejías ante el tribunal de la inquisición.
El problema tenía su raíz en envidias y rencillas sobre cuestiones teológicas, además de menor importancia.
Pero que avivados por ese espíritu de soberbia de sus contrincantes, desembocó en la expulsión de la universidad.
Pasados cinco años, ¡cinco años!, en diciembre de 1576, este mismo tribunal se retractó absolviéndolo.
La noticia de su restitución al estatus de docente, trajo un montón de alegría, de algarabía, entre los alumnos que le querían mucho.
Y al retomar las lecciones, el aula se llenó de curiosos, expectantes por ver cómo se vengaría de sus detractores.
SABE PERDONAR Y SABE OLVIDAR
Pero la curiosidad fue defraudada, pues la expulsión lo había sorprendido cuando terminaba de comentar metódicamente, la cuestión 57 del tratado moral de la suma teológica.
Al volver al aula, cinco años después, comenzó diciendo: “Como decíamos ayer…”, -palabras con las que daría inicio al análisis de la cuestión 58-.
Las personas que pensaron, que se iba a aprovechar para reponer su punto, de ser vengativo, se vieron con ese ejemplo; del santo que sabe perdonar y sabe olvidar.
Sin aspavientos, sin demasiado show, no había querido decir nada sobre las injusticias sufridas, porque humillar a los demás es indigno. Pero tolerar que lo hagan por preservar algún bien noble, es meritorio.
Eso no significa que no sea digno defenderse de una afrenta, especialmente si en vez de dirigirse hacia nosotros, agravia a nuestros seres queridos o a nuestra patria o algún valor destacado.
Pero defenderse es distinto a vengarse, y el mundo de hoy necesita más que nunca testimonios de personas, de familias, de naciones, que no reaccionen con vehemencia y venganza ante los ultrajes, sino que lo hagan con justicia y serenidad.
De modo que los conflictos y las ofensas sean pasado por alto, ahora, para lograr esto, es importante saber responder a la pregunta: ¿Quién es Cristo?
CAMINO, VERDAD Y VIDA
Porque si seguimos su ejemplo, entonces estaremos claros de que esto es posible, sino vamos a darnos un golpe.
Saber responder correctamente la pregunta ¿Quién es para mí el Hijo del Hombre? Como vemos, eso nos dispone a reaccionar de una u otra forma.
De pensar que somos aplastados, de reaccionar con ira y con furor, porque lo que buscamos es el éxito en este mundo…
O, por el contrario, respondemos que nuestro camino es la verdad y la vida, y respondemos con amabilidad y no nos hacemos tanto lío de las cosas.
El Señor nos ayudará a trabajar esto, si acudimos también a nuestra madre la Virgen, ella que es experta y desde el principio respondió de forma correcta a esta pregunta.
Señora, en ti ponemos estas esperanzas nuestras, para ser cada día mejores hijos de Dios.
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