ESCUCHA LA MEDITACIÓN

POR SUS FRUTOS LOS CONOCERÁN

El fruto que damos en nuestra vida depende de nuestra apertura a la gracia.  Jesús nos pide que confiemos en Él para dar fruto.

En el evangelio de la misa de hoy leeremos un discurso de Jesús, un pasaje de un discurso de Jesús que tiene una frase muy conocida:

“Por sus frutos los conocerán”

(Mt 7, 16)

es una frase que ha pasado a la historia, es divertido porque es una frase que si la leemos decimos es obvia, si vemos un árbol con naranjas sabemos que es un naranjo, si vemos un árbol con manzanas sabemos que es un manzano, si tiene almendras sabemos que es un almendro y así sucesivamente, no nombraremos todas las frutas; posibles pero sí que sabemos que árbol se reconoce por su frutos.

Frutos

A veces cuando el árbol no tiene frutos nos cuesta reconocerlo, nos cuesta ver solo a partir de las hojas y quizá para los que tengas más conocimiento un naranjo de un limonero no son iguales no son iguales, pero tienen un aire entonces quizá nos podemos confundir. 

O algunos frutales que quizá tengan hojas parecidas, sin frutos quizá es un poco más difícil, pero viendo el fruto podemos reconocer más fácilmente qué tipo de árboles, qué frutal tenemos delante.

EN LA VIDA INTERIOR

 En la vida interior nos pasa algo parecido, Jesús  justo después de decir

“por sus frutos los conocerán”,

dice:

“todo árbol sano da frutos buenos, pero el árbol dañado da frutos malos”.

(Mt 7, 17)

Lo mismo sucede en el alma, cuando el cuidador del campo es Jesús y dejamos que Él sea el que nos vayan cuidando y que nos vaya podando, el que nos vaya echando los nutrientes y los fertilizantes, podremos dar muchos frutos buenos, porque no somos nosotros los que vamos sacando el fruto, sino que es Jesús.

Por así decirlo, es verdad todos los naranjos dan naranja o casi todos pero hay algunos naranjos que están mejor cuidados, que han sido tratados con fertilizantes especiales, que han tenido un agua más pura, más limpia, que el dueño del campo el que lo trabaja, ha movido la tierra y la ha aireado, y que ha hecho que haya más nutrientes entonces el árbol puede dar unas naranjas que son mucho más grandes o mucho más dulces, mucho más ricas o que tienen mucho más jugo.

El tipo de frutos y su calidad depende de todos esos cuidados.

Y el Señor nos dice, bueno confía en mí para poder tener esos nutrientes, esos fertilizantes, porque si el árbol quisiera solo salir como que espontáneo, silvestre, si puede que tenga buen fruto, pero lo más seguro es que no, en cambio sí que está bien cuidado, si es que ha sido cuidado  todo lo que tal alrededor de él puede sacar grandes frutos.  

Esos nutrientes, estos fertilizantes, esos cuidados nos los da el Señor, a través de los sacramentos especialmente, sobre todo los otros sacramentos que recibimos con cierta frecuencia: la confesión y la Eucaristía.

LA CONFESIÓN Y LA EUCARISTÍA

Son dos sacramentos que lo que hacen es nutrir el corazón, nos van dando la gracia de Dios para poder dar ese buen fruto que Dios quiere de cada uno de nosotros.

Para dar ese buen fruto necesitamos el agua pura, necesitamos esos buenos nutrientes, esos buenos fertilizantes, necesitamos el trabajo que hace el cuidador moviendo la tierra, ayudándonos a absorber de la mejor forma todo eso que Dios nos pone a nuestra disposición.

Y vamos a pedir hoy en este rato de oración, ya que estamos contemplando esa necesidad de dar buenos frutos, vamos a pedirle al Señor que nos de esa agua viva como lo pedía la samaritana, que Jesús le promete que él no tiene un agua que se va a acabar,  solo H2O, sino un agua viva, un agua que lleva la vida eterna.

DANOS SIEMPRE DE ESE PAN

La Eucaristía, pan y pescado anthony fisher, siempre lo mejor

También vamos a pedirle como los apóstoles: Señor danos siempre de ese pan, ese pan que sacia sin saciar, ese pan que nutre de verdad, con el luego ya no se tiene hambre; lo promete Jesús en ese discurso del Pan de Vida:

“Señor, danos siempre de ese Pan”

(Jn 6, 34)

Hoy te estamos diciendo Señor, danos siempre ese alimento, ese Pan que te pedimos en el Padre Nuestro todos los días; Danos hoy nuestro Pan de cada día, ese alimento de la gracia que nos llega sobre todo por la Eucaristía, pero como decíamos también por la confesión y por cada uno de los sacramentos.

Necesitamos tu alimento, Señor, necesitamos esos nutrientes, esa agua nutritiva, esa agua pura que nos has prometido, no es algo de lo que podemos prescindir.

Quizá a un árbol tampoco le importa tanto el origen de ese fertilizante o ese nutriente, en cambio a nosotros sí que nos interesa específico, la gracia de Dios, ese nutriente que nos da solo el Señor a través de los sacramentos.

Señor tenemos la seguridad de que tu siempre vas a poner a nuestra disposición todo eso que necesitamos, siempre.

SEÑOR TÚ NUNCA FALLAS

Jesús que después de este rato oración, después de cada participación nuestra en la Santa Misa, nos sintamos apoyados siempre, nos sepamos  muy apoyados, porque Tú no fallas Señor.

Tú nunca falla.

Te pido en este rato de oración que me des  todo lo que necesito para poder dar ese buen fruto, no una naranja insípida, una naranja seca, que por fuera puede que no se distinga mucho pero cuando la pelamos, nos damos cuenta que no es una una buena naranja o cuando tratamos de sacarle jugo, como que no sale. 

Que yo sea esa buena naranja, dulce nutritiva, jugosa, que yo pueda sacar ese buen fruto de los sacramentos y eso lo hago extendiendo mis raíces, las raíces del árbol metiéndolas lo más profundo para poder dirigirlas hacia donde está el verdadero nutriente, el verdadero fertilizante.

¿CÓMO ME PREPARO PARA RECIBIR LOS SACRAMENTOS?

 Esa raíz que yo extiendo es mi disposición para recibir bien la confesión, la Eucaristía.

Y te puedes preguntar hoy día en este rato de oración: ¿Cómo vivo yo la Santa Misa? y cuando voy a comulgar ¿Cómo me preparo yo para recibir a esa presencia de Jesucristo en la Eucaristía?

¿Cómo me preparo para recibir el perdón de Dios en la confesión?

Voy así como quien hace un trámite o voy de verdad pensando hoy Jesús me va perdonar hoy me va abrazar y me va a decir ven hijo mío, vuelve, bienvenido de vuelta. Señor ayúdame a extender mis raíces bien para poder sacar el máximo fruto de todo eso que Tú me quieres dar.

 Que yo pueda dar ese buen fruto y que cuando me vean digan: “Por sus frutos lo conocerán” esa persona lucha por estar cerca de Dios, no me importa tanto Señor lo que digan los demás de nosotros, sino lo que digas Tú de mí.

Y que Tú puedas decir este está luchando por aprovechar toda esa gracias que tiene a su disposición, te pido que me ayudes a aprovechar eso y a dar ese buen fruto y poder ayudar a mucha gente, que sean esos frutos de santidad y apostolado que lleguen a todas partes para transformar el mundo y para llevar al mundo cerca de Tí.

 

 


Citas Utilizadas

Génesis 15, 1-12. 17-18

Salmo 104

Mateo 7, 15-20.

 

Reflexiones

Señor, que aproveche los sacramentos para acercarme más a Tí, dar fruto y transformar el mundo. 

 

Predicado por:

P. Felipe

¿TE GUSTARÍA RECIBIR NUESTRAS MEDITACIONES?

¡Suscríbete a nuestros canales!

¿QUÉ OPINAS SOBRE LA MEDITACIÓN?

Déjanos un comentario!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

La moderación de comentarios está activada. Su comentario podría tardar cierto tiempo en aparecer.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.


COMENTARIOS

Regresar al Blog
Únete
¿Quiéres Ayudar?¿Quiéres Ayudar?