“Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los cielos sufre violencia y los violentos lo arrebatan”
dice el evangelio de hoy, la violencia continúa no ha habido ninguna época sin violencia y han habido épocas terribles de extrema violencia como las de las guerras mundiales, épocas de exterminio con millones de muertos, épocas de torturas y de odios.
Y en el mundo siguen las violencias y a veces se extienden como los incendios que empiezan en un punto y terminan arrasando todo.
LA GUERRA NO SE JUSTIFICA
Todos los Papas han pedido encarecidamente la paz, todos los Papas en la historia, porque han habido muchas situaciones de violencia y el Papa actual, el Papa León nos pide a todos que recemos por la paz y nos dice que una guerra no se puede justificar nunca.
La guerra es destrucción, muerte.
Muchos jóvenes con un futuro prometedor han perdido la vida en las guerras, cuántos jóvenes han muerto en las guerras y cuántos jóvenes han matado durante las guerras.
¿Cómo quedará la conciencia de un combatiente? aunque haya recibido órdenes para combatir y para matar; pensar que ha dejado muchas familias rotas por la pérdida de sus seres queridos, o muchos niños huérfanos porque su papá murió en una guerra.
LAS GUERRAS NO DEBERÍAN EXISTIR
Las guerras no deberían existir, pero siguen existiendo porque el odio continúa, porque muchas veces ven enemigos que hay que combatir y eliminar, hay mucha gente que solamente está viendo la manera de vengarse, de eliminar al otro para conseguir alguna cosa y eso pues se ha propagado en el mundo, en muchas situaciones en países que se enfrentan y es una pena que existan esas rivalidades con odio, que se quiera matar al otro.
Todas las guerras empiezan en los corazones de las personas cuando se olvidan de Dios y entonces cuando uno se olvida de Dios empieza a buscar el beneficio personal y uno se vuelve ambicioso.
La ambición humana, la ambición de querer tener más, más dinero, más propiedades, más honor, más consideraciones, todo para mí.
NO AL EGOÍSMO
Cuando el hombre se quiere colocar en un pedestal y solo piensa en el éxito, hoy se habla mucho de tener éxito y entonces busca a toda costa como algo primordial el éxito y entonces surge la competencia y se compite para ver quién tiene éxito, quién es el ganador, quién es el campeón, quién es el mejor, quién se lleva el premio.
Esto está bien para los deportes, en los ámbitos deportivos que son de juegos todo queda una diversión, en algo pasajero, no tiene mayor trascendencia, aunque también existen algunas reglas para que las ambiciones humanas no provoquen conflictos mayores en los ámbitos deportivos.
Está por ejemplo el árbitro que tiene que intervenir cuando ve que hay alguna cosa que se pone un poco difícil, que puede surgir una pelea, entonces el árbitro la interviene para que no se hagan daño.
QUE EN LA VIDA HAYA GENEROSIDAD
Pero en la vida lo que debe predominar es la generosidad, querer que todos ganen, que a todos les vaya bien, no querer eliminar a nadie.
La capacidad de dar que tenemos los seres humanos, es que tenemos una capacidad en potencia de darnos, hay que fomentarla, motivarla, ¿Con qué? con el amor a Dios y el amor a los demás.
El amor a los demás nos capacita para ser generosos, es una virtud la generosidad, una gran virtud que consiste en dar sin buscar recompensa y conseguir lo mejor para los demás, lo mejor para nuestra familia lógicamente, pero también lo mejor para todas las personas.
El que yo consiga para mi familia las mejores cosas, no quiere decir que esté pisando a otros, o esté quitándole a otros cosas.
Queremos que todos tengan y Dios nos pide estar unidos para ayudarnos unos a otros no para competir malamente, o sea querer acumular riquezas sin tener en cuenta los demás, yo tengo para mí, acumulo y los demás que me importan.
Eso no está bien.
TENEMOS LA OPORTUNIDAD DE AYUDAR
Si el Papa León en la exhortación apostólica Dilexi te, nos hace ver que no podemos ser buenos cristianos si estamos al margen de las necesidades del prójimo. Y estamos viendo las necesidades del prójimo frente a nuestros ojos.
Y además el prójimo muy cercano que tiene necesidades y son como una llamada, un desafío que tenemos allí para ayudar, para ser generosos.
A todos nos toca luchar para ayudar a mejorar la calidad de vida de las personas, dando prioridad a los más necesitados, que en una sociedad vaya creciendo todo y que sepamos ayudar al que más lo necesita y así poco a poco vamos resolviendo muchos problemas de muchas personas, de muchas familias.
ADVIENTO ES UNA LLAMADA A LA CONVERSIÓN
Estamos ahora en el adviento, camino a la a la Navidad y el Señor que es el Rey de reyes y Señor de señores, va a nacer en un establo, donde no hay riqueza, donde todo es pobreza, ahí están los animales y no hay más, no hay unos muebles, no hay una casa, es allí un establo y ahí nace Jesús.
Antes San José y la Virgen que no tenían recursos, tocaban las puertas buscando un lugar en la posada para que El Niño pudiera nacer y todas las puertas estaban cerradas, nadie quiso abrirle la puerta a la Virgen y a San José, porque no, estaban en otras cosas, no tenían tiempo y la escritura dice: “Pues no hubo lugar en la posada”.
Hoy hay muchas situaciones parecidas porque hay muchos seres humanos sin casa, sin comida, familias en la indigencia, niños que se mueren de hambre, personas que no tienen acceso al seguro médico o a unas medicinas necesarias para poder sanar o curarse y terminan muriéndose.
El adviento es una llamada a la conciencia, ahora que se habla de los regalos de Navidad y eso implica pues la generosidad, si uno quiere regalar tiene que ser generoso y hoy pues vemos también a miles que van a las tiendas, a los mall a comprar los regalos y ahí salen con sus paquetes, sus regalos para la Navidad.
¿QUÉ REGALO TENEMOS QUE HACER NOSOTROS?
¿Qué regalo tenemos que hacer nosotros? primero a Dios, así como le llevaron los reyes magos el oro, el incienso y la mirra, ¿Qué regalo espera Dios de nosotros? Lo primero que quiere Dios de nosotros es que seamos mejores y que amemos más a nuestro prójimo, este es el gran regalo que podemos dar, mejorar.
Entonces el regalo que daremos somos nosotros mismos, nuestro tiempo, nuestra ayuda, nuestras palabras, nuestra compañía, el afán nuestro de encontrar lo mejor para Dios, el afán nuestro de encontrar lo mejor para los demás; es el regalo de una vida santa al servicio de Dios, para que todos se salven, porque eso es lo que queremos, para eso viene Jesús, viene a rescatarnos para llevarnos al cielo, para que todos se salven.
Y el mejor regalo para nuestro prójimo puede ser, ser mejores para ser buenos instrumentos para ayudarle al Señor a hacer la redención, a Jesucristo yendo con Él a hacer la redención y lograr llevar con nosotros a mucha gente, ¿A dónde? al cielo, a la felicidad total, al fin de nuestra vida.
El adviento es un tiempo de preparación, de purificación, de penitencia que nos hace más generosos para dar lo mejor de nosotros en estas navidades, a Dios y al prójimo que está a nuestro lado.



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