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VIVIR CON DIOS PARA QUE ÉL HAGA LOS MILAGROS

Para que Dios haga milagros es imprescindible tener fe y vivir con Dios. Muchas veces le pedimos cosas al Señor, pero no hacemos lo que el Señor nos pide. Lo que nos pide Dios es lo primero que tenemos que hacer. Luego le podemos pedir a Él. Siempre escucha nuestras peticiones y si son correctas Él nos concederá lo que le pedimos. Lo que ocurre es que a vecespedimos algo que no conviene, o que el Señor tiene una propuesta distinta, que algunas veces no alcanzamos a comprender. Si tenemos fe en Dios, no es solo para nuestras peticiones sino también para hacer su voluntad. Dios quiere lo mejor para nosotros.

  • NO SER HOMBRES DE POCA FE

En el Evangelio de hoy vemos que Pedro le pide al Señor: “Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre las aguas. Jesús le dijo: Ven. Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua, acercándose a Jesús, pero al sentir la fuerza del viento le entró miedo y empezó a hundirse. Gritó: Señor, ¡sálvame! Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: Hombre de poca fe ¿por qué has dudado?
(Mt 14, 28-31).

Solo Dios puede caminar sobre las aguas. Pedro le pide un milagro y el Señor se lo concede. Caminar sobre las aguas no era tan importante; más importante son otros milagros, como curar un enfermo, resucitar a un muerto.

Pero caminar sobre las aguas no es algo que le pediríamos al Señor nosotros. A nadie se le ocurre decir: Señor, que camine sobre las aguas. Sin embargo, Pedro le pidió esto y el Señor se lo concedió. ¿Por qué aceptó el Señor lo que Pedro le pidió? Para enseñarnos a tener fe. Por eso el Señor le dice, cuando Pedro se hunde: Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?”.

Es algo que el Señor nos puede estar diciendo a nosotros cuando dudamos -si dudamos de las intervenciones de Dios, de los milagros de DiosSi dudamos lógicamente el milagro se interrumpe ono sale. Y Pedro debía tener pleno convencimiento. Se ve que su convencimiento no era tan pleno, porque al caminar se asustó y se hundió. Le faltó el convencimiento de que era un milagro y que no se tendría que hundir.

Si Dios nos dice a nosotros que podemos caminar sobre las aguas, no podemos dudar. A Dios no le podemos pedir con ciertas dudas; debemos tener pleno convencimiento de que Dios es todopoderoso y que Dios va a hacer aquello porque es Dios. Si Él quiere; no es que va a hacer lo que nosotros le pedimos; nos lo hará si nos conviene. Pero Dios es todopoderoso y puede todo.

CORRESPONDER A LO QUE DIOS NOS PIDE

Pero también hay que tener en cuenta las peticiones que Dios nos hace a nosotros. No puede ser que nosotros le pidamos a Dios un milagro y no estemos haciendo caso a las peticiones que Dios nos hace. Y Dios nos pide muchas cosas.

¿Cuáles son esas peticiones? Se podrían dividir en dos campos: las peticiones generales que nos hace a todos los cristianos para que vivamos en gracia De Dios -y hay que advertir que, si no vivimos en gracia de Dios, podríamos estar viviendo en pecado. No es solo que nos falta algo, sino que tenemos algo que nos está haciendo daño. Elpecado nos hace daño también a nosotros y podemos hacer daño a los demás. Es como si alguien no come, se enferma y puede morir. Sería toda una complicación para su familia, si alguien se porta de esa manera; entonces habría que solucionarlo cuanto antes. Lo mismo cuando estamos en pecado, la Iglesia nos aconseja salir cuanto antes del pecado.

Vivir en gracia de Dios. ¿Qué es vivir en gracia de Dios? Dios nos alcanza los sacramentos que el mismo Cristo instituyó para que tengamos vida. Y ¿a qué vida se refiere? Hay un pasaje en el Antiguo Testamento que dice: Escoge la vida para que vivas (Deut 30, 19).

¿Y de qué vida se trata? De la Vida con mayúscula. De la vida que nos hace vivir con Dios, de la vida que nos lleva a la vida eterna. Los sacramentos nos dan esa Vida.

LOS SACRAMENTOS: LA AYUDA QUE NOS DA LA IGLESIA

Primero está el bautismo que nos libera del pecado original y nos hace hijos de Dios; luego está la confirmación que refuerza nuestra fe y nos hace soldados de Cristo para que podamos pelear nuestras batallas contra el mal que nos acecha constantemente.

Es que el diablo se encarga de ponernos el mal delante con diversas tentaciones. De allí que también esté ese otro sacramento instituido por Cristo que es la confesión, el sacramento del perdón o reconciliación.

La Iglesia nos anima a confesarnos habitualmente y nos damos cuenta de que necesitamos acudir a ese sacramento para recibir el perdón y la gracia sacramental, y así poder vivir mejor y vivir con Dios.

La gracia sacramental nos ayuda a luchar contra los pecados que cometemos y nos ayuda a estar en estado de gracia. Hay una diferencia muy grande entre vivir en gracia y vivir sin estar en gracia de Dios.

Es como el día y la noche, una diferencia bastante grande. Y hay que tener en cuenta que Dios nos da los sacramentos para ayudarnos, para fortalecernos, para mantenernos en ese nivel de amor de Dios -es un nivel alto y desde ese nivel poder hacer muchas cosas, muchas cosas buenas y muchas cosas grandes.

San Josemaría decía: “De que tú y yo nos portemos como Dios quiere -no lo olvides-dependen muchas cosas grandes.” (Camino, 755).Porque Dios está allí y está con nosotros; siestamos en gracia de Dios, Dios está en nosotros.

La confesión es indispensable para poder recibir al Señor en la comunión. Cuando hemos cometido un pecadoun pecado grave nos confesamos y ya estamos listos para poder recibir al Señor después de haberle pedido perdón por nuestros pecados.

Lógicamente estamos con esas ganas de que Dios esté con nosotros, entonces la confesión nos ha purificado y nos ha elevado. La gracia que Dios nos da nos sana y nos levanta, nos eleva. Entonces estamos en condiciones de recibir a Dios en la comunión.

La comunión se confecciona en la Santa Misa, en el momento de la transustanciación, cuando el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo. Es el gran milagro que sucede todos los días que se celebra la Santa Misa.

La Santa Misa debe ser el centro de la vida del cristiano, el centro de nuestra vida. De allí debe partir todo. La Misa influye en todo lo que hacemos y nos hace caminar con Jesucristo hacia el Cielo. La Eucaristía es prenda de la gloria futura.

Luego están los otros sacramentos: el orden sagrado y el matrimonio, que se reciben de acuerdo con la vocación que Dios nos da. Ambos son para servir a Dios.

La gracia sacramental del matrimonio ayuda a la unidad entre los esposos y a la unidad con la Iglesia; a poder hacer de la casa una iglesia doméstica y a conseguir un fin del matrimonio, que es la educación de los hijos para que estén cerca de Dios y que puedan ser, en el futuro, ciudadanos del Cielo. Los padres tienen que conseguir eso, que los hijos lleguen al Cielo, porque ese es el fin a donde tenemos que llegar todos.

PONER LA MIRADA EN EL CIELO

La vida en la tierra se pasa volando. Urge mirar al Cielo, a la vida eterna que es el fin objetivo del hombre, es el Cielo, es llegar a Dios, es su salvación. El fin último subjetivo es la felicidad ytenemos la felicidad total cuando llegamos al Cielo.

La Iglesia nos da los medios para poder llegar -da los sacramentos-: es caminar con Cristo, ir con los sacramentos. En el sacramento tenemos la fuerza que da vida. Y los sacerdotes tenemos, en virtud del sacramento del orden, que traer a Dios. Hoy urge rezar por los sacerdotes, como decía san Josemaría:

Hay que pedir por los sacerdotes desde el Papa hasta el último que se haya ordenado en la última diócesis. Hacen falta sacerdotes santosdecía– para transformar el mundo;

hacen falta sacerdotes en la Iglesia para transmitir la Palabra de Dios, para reforzar la fe del pueblo cristiano, para lograr la conversión de los que están alejados y que todos podamos caminar con Jesucristo en este mundo” – que está un poco confundido, pero este mundo es nuestra casa y tenemos que arreglarla.

San Josemaría nos decía: Hay que darle la vuelta al mundo. Y el papa san Juan Pablo II decía que entre todos tendríamos que conseguir la nueva civilización del amor.

Acudamos a María, que es la omnipotencia suplicante, y es fuerte porque ama. Aprendamos a ser fuertes nosotros amando como nuestra Madre, la Virgen.


Citas Utilizadas

Nm 12, 1-13

Sal 50

Mt 14, 22-36

Reflexiones

Señor Jesús, que no me falte la fe para creer en Ti que todo lo puedes.

Predicado por:

P. Manuel

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