“No tienen necesidad de médico los sanos sino los enfermos aprendan lo que significa misericordia quiero y no sacrificio, que no he venido a llamar a los justos sino a los pecadores”
(Mt 9, 12-13)
dice el evangelio de hoy.
Cristo viene para rescatarnos del pecado.
EL PECADO ESCLAVIZA
El pecado esclaviza y denigra al hombre, lo puede convertir en una bestia porque el ser humano tiene una inteligencia, pero si ésta no está con la verdad, el hombre es capaz de destrozar todo lo bueno.
No hay más que verlo en en las guerras actuales, los grandes edificios que fueron construidos con mucho esmero y con las grandes técnicas de la ingeniería y de la arquitectura, son destruidos en minutos por un misil.
La foto de una ciudad bombardeada es deprimente y estamos viendo una ciudad totalmente en ruinas y lo peor es que esos ataques se llevan muchas vidas humanas.
¡Cuánto sufrimiento! Cuántas familias rotas, cuántos muertos en una guerra; han sido millones por las guerras que han habido en la en la en el mundo y la guerra es inhumana, anticristiana y denigrante desde todo punto de vista.
Además es carísima, las armas sofisticadas para destruir y matar cuestan una millonada, un solo misil javelin modelo G es de los más baratos y cuesta alrededor de 200000 dólares. En una guerra como la de ahora, se tienen miles de estos misiles y toda una fortuna de dinero. Si se emplea ese dinero de la guerra en el desarrollo de los pueblos, se acabaría con la miseria del mundo.
¡VEN SEÑOR JESÚS!
Las guerras no deberían existir son consecuencia del pecado, del alejamiento de Dios de los hombres, por eso es urgente llamar a Cristo, Él vino para rescatarnos del pecado, vamos a llamarle nuevamente: ¡Ven Señor Jesús te necesitamos! Ven para que los seres humanos no nos peleemos, ven para que haya paz en el mundo, ven para que se terminen las guerras, ven para que haya paz en los corazones de cada persona.
Si queremos que terminen esas guerras sanguinarias que hay en el mundo y que causan muchos sufrimientos, debemos empezar por nosotros.
Nosotros necesitamos de Dios, que venga Cristo para nosotros, que venga Cristo y nos libere del pecado.
Cristo con la Iglesia nos alcanza los medios, tenemos en iglesia el sacramento de la confesión, del perdón para liberarnos del pecado, necesitamos confesarnos.
LA PAZ EMPIEZA EN NUESTRO CORAZÓN
Todos necesitamos confesarnos, necesitamos de los confesores que estén confesando y por eso le llamamos al Señor también: Ven Señor y ayúdanos, ayúdame para que me confiese a tiempo, ayúdame para hacer mi examen de conciencia y que acuda al sacramento del perdón, ayúdame para votar el pecado que me esclaviza, ayúdame para que puedas entrar Tú en mi corazón.
No se puede pedir La Paz del mundo y tampoco se puede pedir al Señor que haga milagros si no estamos en gracia de Dios, si no estamos con Dios.
Dios nos dirá primero tú; limpia tu corazón, quita ese pecado, la gracia de Dios es necesaria para la calidad de nuestra vida de relación con Dios y la calidad de nuestra vida de relación con las demás personas.
La relación con Dios y con los demás no debe quedar en un sentimiento.
Los sentimientos son flojos, son inseguros, son superficiales, es necesario el amor y el amor no es un sentimiento.
EL AMOR A DIOS, LE DA SENTIDO AL AMOR AL PRÓJIMO
Puede acompañar el sentimiento del amor, pero el amor no es un sentimiento, el amor es fuerza, fortaleza, la fuerza de la verdad, de la honestidad, de la coherencia de conducta con los valores, con las virtudes, de la calidad de vida de una persona.
La calidad lleva consigo el amor a Dios.
Dios está presente no para que haya calidad en nuestra vida.
El amor a Dios es el que le da sentido al amor al prójimo.Sin Dios, el amor al prójimo se desvirtúa, porque somos pecadores y entonces surge el ego, surge el egoísmo, ahí está el placer, lo que me gusta, el sentimiento, el gusto es un sentimiento.
SOMOS HIJOS DE DIOS
El gusto está bien para una golosina pero no para una persona, uno come pues esa comida que le gusta, el helado que le gusta, la golosina que le gusta, pero a las personas las tenemos que amar y no las amamos porque nos gustan sino por la valoración que tenemos de las personas es un hijo de Dios, es un ser humano creado por Dios y no lo quiero porque es simpático, porque es de mi raza, porque es rico, porque es pobre, porque es una ciudad o de provincia, o por qué es de una raza determinada.
Lo amo porque es hijo de Dios; Dios es el que ha creado a esa persona a su imagen y semejanza, es un producto de Dios.
Todos nosotros somos un producto de Dios y lo más importante en la vida de un ser humano, de una persona, no es su profesión, no es su trabajo, no son sus negocios, no son sus propiedades, lo más importante es su amor.
Un amor de calidad, que responde a la verdad, por eso necesitamos de Jesucristo que viene a derrotar al pecado en nosotros, viene a derrotar el pecado y nos dice:
“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”
(Jn 14, 6)
para que nosotros caminemos con Él, para que nosotros conozcamos la verdad con Él; la Iglesia siempre predica la verdad constantemente y para tener la vida que viene a través de los sacramentos que hay en la Iglesia desde el bautismo.
EN LOS SACRAMENTOS ESTÁ LA VIDA
El bautismo, la confirmación, el sacramento del perdón; la confesión, el sacramento de la Eucaristía no son los sacramentos que más nos acompañan en nuestra vida.
Ahí está la vida, cuando hay vida interior, cuando estamos en gracia de Dios, cuando Dios está en nosotros, cuando le abrimos el alma al Señor para que Dios entre en nosotros y lo cuidemos dentro de nosotros y no lo arrojemos, no lo votemos por el pecado.
Y si votamos por el pecado, nos confesamos y volvemos otra vez a tener al Señor dentro de nosotros, eso es vida.
La Iglesia toca las campanas hoy porque el mundo está mal, en el mundo hay muchos robos, mucha mentira, mucha violencia, matanzas porque se han alejado de Dios.
Muchos se han alejado de Dios por eso hay que llamar a Cristo.
JESÚS NOS ESPERA EN EL SACRAMENTO DE LA CONFESIÓN
Vayamos al sacramento del perdón, ahí está Jesucristo esperándonos con los brazos abiertos, para recuperar el amor de Dios vayamos a la Santa Misa los domingos; que es de precepto porque allí está el Señor que nos está esperando para darnos su palabra, para darnos Él su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su divinidad en la comunión.
Que la misa ocupe el primerísimo lugar en nuestro horario, en nuestras costumbres.
En nuestra vida necesitamos de Dios, necesitamos comulgar y cuando comulgamos llevamos a Dios con nosotros.
Si somos buenos cristianos, muchas cosas buenas se arreglarán en el mundo, en la calle, en la sociedad, en nuestra familia, en nuestros hermanos y además nos ponemos en condiciones de pedirle al Señor que haga milagros.
Cómo le vamos a pedir al Señor milagros si nosotros no estamos con Él.
Los milagros los hace Dios con la intercesión de los santos. Los santos son los que han sabido seguir a Cristo y están en el cielo, pidámosle al santo de nuestra devoción, que haga ese milagro que queremos que se realice y el milagro siempre es para la conversión de las personas y para que pueda extenderse la paz a todos los rincones del mundo.
A Nuestra Señora de La Paz le pedimos que limpie nuestro corazón y lo dilate para amar más y mejor.
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