ESCUCHA LA MEDITACIÓN

SEGUIR A DIOS SIN MIEDO

Rectitud de intención, hacer el bien sin disfraces ni hipocresías, hacer lo que Dios nos pide en la oración sincera. Hacerlo todo para la gloria de Dios.
Despertar a los que hacen las cosas para recibir honores, por gloria humana y califican a las personas por lo que tienen y no por lo que son.
Dios nos pide generosidad, dar sin buscar recompensa y, de ese modo, seguir a Dios que es más generoso y rico en misericordia.

«Cuando hagas limosna no toques la trompeta como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles para ser honrados por la gente. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Y cuando ores, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza; y cuando ayunes, lávate la cara»

(Mt 6, 2-5).

Con este evangelio el Señor nos enseña a ser humildes y sencillos, a no alardearnos de nuestras buenas obras, de nuestros éxitos; a no buscar el aplauso, la recompensa; a que aprendamos a hacer las cosas sólo para darle gloria a Dios.

San Josemaría nos decía:

“Si la vida no tuviera como fin darle gloria a Dios, sería despreciable, más aún: aborrecible”

(San Josemaría, Camino 783).

¿Cuántos que se alejan de Dios están hartos de la vida? Los que pusieron su afán en el dinero o en las cosas materiales, a veces con una fiebre de tener y tener y seguir teniendo y viven con esa filosofía, la filosofía del tener que termina en el hartazgo.

Esto puede suceder con personas que siempre tuvieron buenos recursos, pero también con personas que han sido pobres y ponen un empeño grande en sobresalir, pero con el dinero, como si el dinero fuera lo único, como si el dinero fuera Dios y se olvidan de Dios.

Quienes se empeñan en eso terminan estrellándose, porque empiezan a competir, son ambiciosos, se pelean entre ellos, se meten en grandes conflictos, en grandes líos, en grandes laberintos, como en los orígenes de las guerras, estas guerras que hay entre países, estas guerras mundiales que tanto azotan a la humanidad han empezado así: por tener, por querer tener, por un territorio, por unos lugares… y luego miles o millones de muertos, familias destrozadas.

DESPERTAR A LA HUMANIDAD

Hoy urge despertar a una humanidad que corre detrás de la plata y se olvida de Dios. Una humanidad que persigue al que pueda darles y se olvida del que no tiene. Una humanidad que valora a las personas por lo que tienen y no por lo que son.

Es necesario despertar al mundo para que se encuentren con Dios y se den cuenta que Dios no sólo les da, les da mucho por supuesto, pero Dios también les pide, nos pide a todos. Nos pide ser generosos y no dar sólo de lo que nos sobra sino también de lo que nos falta.

Dios nos pide sacrificio, esfuerzo, lucha. Nos invita a llevar la Cruz y como decía san Josemaría:

“no con resignación sino con cargo y con alegría”.

Ese peso, el peso de las almas que Dios pone en nuestros hombros; esas personas que tenemos que ayudar, que tenemos que llevar, que tenemos que cargar, que tenemos que suplir. El darnos a los demás y ayudando al que más necesidad tiene.

Nos encontraremos con personas heridas, como el buen samaritano que se encuentra al herido en el camino y luego lo atiende, así el Señor a veces pone un herido en nuestro camino y lo tenemos que atender; dejar otras cosas y atenderlo con mucho cariño, sacarlo adelante y poner nosotros el gasto, el tiempo… todo. Eso es ser buen cristiano.

DOS TIPOS DE PERSONAS

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En el mundo podríamos distinguir dos tipos de personas: los que todo lo ven dinero y por tanto son materialistas y utilizan a las personas para su beneficio personal, para sus negocios, para lo que ellos quieren sacar adelante y están pensando siempre en unos ideales de tener, de enriquecerse y de salir adelante de esa manera.

Y hay otras personas que han aprendido a querer y que viven cara a Dios, para Dios y que son buenas personas con el prójimo, no para llenarlos de cosas materiales sino para llenarlos de Dios y buscan que las personas quieran a Dios y quieran al prójimo, estén unidas.

Dios nos pide más. Dios nos pide generosidad. Si vamos a hacer un poco de oración, nos daremos cuenta de que cuando nosotros le pedimos al Señor, el Señor también nos pide y nos pide siempre porque nos quiere.

¿Por qué nos da miedo dar nuestra vida a Dios? Es que somos nosotros, ¿hasta dónde vamos a vivir? ¿Qué vamos a tener si después seremos un poco de tierra y de polvo?

«Polvo eres y polvo te has de convertir»

(Gen 3, 19),

dice la Escritura.

¡Claro! Nuestra alma es inmortal, nuestra alma puede ir al Cielo si nos portamos bien aquí en la tierra, pero ¿por qué nos da miedo hacer lo que Dios nos pide? Es que ¿nos queremos más a nosotros mismos que a Dios?

GENEROSIDAD

Puede ser que estemos buscando un Dios para nosotros, para nuestros caprichos, para lo que a nosotros nos gusta, para lo que nosotros queremos. Y no nos damos cuenta de que hay urgencias en el mundo, que la gente necesita de Dios y nosotros podemos ayudarles a que se encuentren con Dios y hacerlos felices de verdad y luego conseguir que se salven, que vayan al Cielo.

Si vemos, si notamos también que Dios es generoso con nosotros, ¿no nos damos cuenta de que Dios nos pide a nosotros ser generosos con los demás?

A veces nos cuesta ser generosos, estamos recibiendo, pero no damos como debemos dar.

En el mundo hay muchas personas generosas que saben dar no solamente cosas materiales, dan su tiempo, dan su cariño, dan sus ideas, ayudan a resolver una serie de problemas…

El Señor nos pide eso. Nos pide dejar cosas que pueden ser muy buenas para ayudar, para servir, para amar al prójimo, para ayudar a las necesidades de personas que necesitan un poquito de cariño, un poquito más de amor, un poquito más de atención.

ATENDER A LOS QUE DIOS NOS PONE EN EL CAMINO

En el mundo hay muchas personas buenas que han dejado muchas cosas para estar con las personas necesitadas, ayudando a las personas necesitadas. A nosotros también se nos han acercado, seguramente, cuando hemos tenido alguna dificultad, personas buenas, personas que de verdad nos quieren y que buscan conseguir lo mejor para nosotros. No cualquier cosa, sino las mejores cosas.

humanidad

Cuando miramos a estas personas ¿no descubrimos que el Señor quiere que seamos así? Que renunciemos a tantas ilusiones que nos hicimos en la vida para atender a los que Dios nos pone en el camino. ¿No nos damos cuenta de que esto es lo que nos hará felices y que podemos, además, hacer felices a muchísima gente? Vale la pena trabajar para Dios.

El Señor en este evangelio de hoy dice:

«Tu Padre que ve en lo secreto te recompensará».

Cuando tú haces oración y Dios te transmite todas estas cosas y ves todo lo que puedes hacer, el Señor te va a recompensar de todas esas cosas buenas que tú puedes hacer por Él.

Ahora en estos tiempos, ¿qué te está pidiendo Dios? ¿No te das cuenta de que te pide más?

Dios no es un sentimiento, no es algo superficial que te hace decir: “yo soy bueno, yo creo en Dios…” ¡El diablo también cree en Dios! No se trata sólo de un respeto o de ver un Dios como si fuera un mayordomo para que nos atienda. Él nos pide un seguimiento. Como el ciego Bartimeo. El ciego Bartimeo no pedía ver porque los demás veían y él no veía. Pedía ver para poder seguir al Señor.

SEGUIR AL SEÑOR

Nosotros también en nuestras peticiones, cuando le pedimos al Señor, tenemos la voluntad de seguirlo, le pedimos para poder seguirlo a Él, para hacer su plan, ese plan que Él nos ha transmitido, esa misión que Él nos ha dado, la tenemos que cumplir con la ayuda que Dios nos da.

Por eso le pedimos al Señor que nos ayude, que nos dé luces para ver lo que tenemos que hacer.

A veces vemos a Dios con nuestras peticiones y nada más. Y cuando nos acercamos con nuestras peticiones, de pronto Dios nos pide otras cosas. Nos pide Él a nosotros.

A veces nos dice: “Mira, yo estoy aquí en la Cruz y tú tan tranquilo”. Nos hace ver que nosotros también podemos ser corredentores, estar allí ayudándole a llevar la Cruz.

Cuánto le pidió el Señor a la Virgen María, le pidió ser la Madre de Dios. También, en la Cruz, le pidió que nos cuidara a nosotros. Ella nos cuida muy bien, nuestra Madre la Virgen. A ella le pedimos que nos fortalezca para hacer, como ella, el plan que Dios nos pide.


Citas Utilizadas

2Cor 9, 6-11

Sal 111

Mt 6, 1-6. 16-18

Gen 3, 19

San Josemaría, Camino 783

Reflexiones

Jesús, que yo sea como esas personas generosas que saben dar no solamente cosas materiales, sino mi tiempo, mi cariño, mis ideas…

Predicado por:

P. Manuel

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