¿CUÁL ES MI CRUZ?
Hace unos días dando una clase en la que hablábamos del itinerario de la santidad y mencionamos la necesidad de la cruz como Tú, Señor nos dices que es necesario cargar con la cruz y cada uno pues tiene sus cruces y la lucha por adquirir las virtudes pues también implica un morir a uno mismo.
Preguntaba una persona: “Padre es que yo me doy cuenta que hay gente que sufre mucho, que la tiene difícil, pasa por circunstancias dramáticas, en cambio, otros que parece que no sufren nada, a esos otros ¿Cómo les podemos hablar de la cruz? o ¿Cuál es su cruz?”
VIUDA DE NAÍM
Bueno, pues cada persona es un mundo y Dios conoce las circunstancias de cada quien, pero pensando en estas personas que sufren mucho, viene el evangelio de hoy y pues parece que es una de esas personas.
“En aquel tiempo iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín y caminaban con él sus discípulos y mucho gentío cuando se acercaba a la puerta de la ciudad resultó que sacaban a enterrar un muerto, hijo único de su madre, que era viuda y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba, al verla el Señor se compadeció de ella y le dijo: no llores”.
Pensamos en esta mujer que es viuda, ya no tiene marido y tiene un único hijo bueno tenía un único hijo porque éste falleció, pues se quedó sola e iba con estas personas a enterrar a su hijo.
Nos podemos imaginar pues pensando en su soledad, en su dolor, en su futuro en las pruebas que se le vienen encima, efectivamente pues esta mujer podríamos pensar que sufría más que todos los demás que estaban ahí que no estaban tan solos los que no tenían una circunstancia tan difícil.
Efectivamente pues hay más gente, pero es lo que queremos meditar nos damos cuenta Jesús que Tú te das cuenta y Tú eres consciente.
DIOS NO NOS DEJA SOLOS
Dios sabe, Él sabe lo que sufre cada quien y Dios no nos deja solos
Dios se acerca a nosotros, se acerca a esta mujer y le dice: “no llores”.
Quizá algunas otras personas le habían dicho también no llores, ya no llores, no llores tanto, no sabemos si ella respondió algo, quizá le dijo pues es lo único que puedo hacer, ya me soy viuda, me voy a quedar sola, que dura la soledad o quizá le dijo a Jesús gracias por tus consuelos, por tu compañía ya no me siento tan sola, pero pues estoy triste. Aunque voy a hacer el esfuerzo por no llorar, pero pues estoy triste.
No sabemos qué le dijo esta mujer o cómo reaccionó ante esas palabras iniciales de Jesús, pero sí sabemos lo que pasó después,
“Jesús acercándose al ataúd lo tocó los que lo llevaban se pararon y dijo: muchacho a ti te lo digo levántate el muerto se incorporó y empezó a hablar y se lo entregó a su madre”
GRACIAS JESÚS POR TUS MILAGROS
Es realmente un hecho admirable, que de entrada puede asustar a la gente, pero a la vez se alegran muchísimo, porque esta mujer ya tenía a su hijo gracias Jesús por este milagro, nos alegramos con la alegría de aquella mujer.
Sentimos también pues una envidia de recibir tu consuelo Señor porque pues quizá ahora que estoy escuchando esta meditación, pues me doy cuenta de todo lo que me cuesta, alguna prueba difícil que tengo o alguna situación familiar laboral, de salud que me aflige y que me hace llorar, me gustaría experimentar tu consuelo, me gustaría que te acercaras a mí cómo te acercaste a esa mujer, me dijeras: “no llores”.
ORACIÓN
Comenzamos nuestro rato de oración con un acto de fe: “Señor mío y Dios mío creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes….” hacemos ese acto de fe lo volvemos a hacer en este momento, Señor porque sé que estás cerca, se que me ves y sé que conoces mis circunstancias y sé que no eres indiferente a mi dolor.
En la oración con tu ayuda Señor veo mi interior, me presento ante Ti, con mis temores, con mis alegrías, con mis con mis defectos, con mis pecados y dejo que Tú me ilumines y quiero encontrarme con tu mirada, siempre me va a dar luz, siempre me va a a elevar, a veces me consolará, otra veces me me ayudará a dar un paso para convertirme, me ayudará a tomar una resolución, en otras ocasiones sentiré ese consuelo.
Pero es importante que con Tu ayuda Señor aprenda hacer oración, que aprenda a encontrarme contigo, a no rehuir de tu mirada, que muchas veces me exigirá, que muchas veces me pedirá y otras veces me consolará, como venimos meditando.
QUIERO SENTIR TU CONSUELO, SEÑOR
Señor yo quiero también experimentar ese consuelo.
Pensamos en otra mujer que lloraba también ante la muerte, lloraba desconsoladamente, quizá con mayor escándalo, estaba fuera del sepulcro llorando y Tú Jesús te acercas y le preguntas:
“Mujer, ¿por qué lloras? ¿a quién buscas? ella pensando que era el hortelano le dijo: Señor si te lo has llevado tú dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré”.
Jesús le dijo: “María”; se trata de María Magdalena que estaba fuera de la tumba de Jesús, destrozada porque Jesús había muerto y había muerto de un modo tremendo y ella había sido testigo, ella ha estado ahí junto a María, junto a otras mujeres mirando como Jesús sufría y cómo entregaba a su alma, como entregaba toda su vida, con su sangre por nosotros. Jesús había muerto y ella pues desesperada, triste, desconsolada, llorando fuera de la tumba de Jesús.
Y Tú Jesús, te acercas y le dices por su nombre María y ella sintió una alegría todavía mayor que la de la viuda de Naín y saltó de contenta y te fue a abrazar Señor y Tú le dices: ve a decir a los apóstoles que resucité, que subo a mi Padre y a su Padre a mi Dios y a su Dios.
Le das la esperanza a María, la buena noticia de que Tú has resucitado y por lo tanto, tenemos esperanza de la vida eterna, también nos alegramos con María y es una alegría que nos toca todavía más a cada uno de nosotros, porque esa alegría de la resurrección de Jesús es la verdad que fundamental de nuestra fe.
NUNCA ESTAMOS SOLOS, TÚ SEÑOR ESTÁS CON NOSOTROS
Si Cristo no ha resucitado, dice san Pablo, vana es nuestra fe, vana es nuestra predicación, aún estamos en nuestros pecados, pero como Tu Jesús, resucitaste nunca estamos solos.
La viuda de Naim lloraba su soledad.
Pues ahora con el Señor no hay motivo por lo cual desesperar, porque nunca vamos a estar solos Tú estás con nosotros.
El chiste es que sepamos dejarnos acompañar por Ti y mirar por ti, elevar por ti y también cualquier situación, cualquier dificultad, cualquier sufrimiento que tú preveas en nuestra vida y que permitas en nuestra vida, lo podemos soportar con tu ayuda.
Tenemos esa conciencia y le pedimos a la Virgen que nos ayude a tener esa confianza en Jesús y tener una fe profunda en que realmente nos mira, que nos acompaña y que nos da la fuerza para soportar cualquier sufrimiento y que también nos consuela.
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