Hoy tenemos el evangelio de la misa, esta cita de san Lucas:
“En aquel tiempo dijo el Señor: ay de vosotros que edificáis mausoleos a los profetas a quienes mataron vuestros padres,
así sois testigos de lo que hicieron vuestros padres y lo aprobáis porque ellos los mataron y vosotros les edificáis mausoleos.
Por eso dijo la sabiduría de Dios les enviaré profetas y apóstoles, algunos de ellos los matarán y perseguirán y así a esta generación se le pedirá cuenta de la sangre de todos los profetas derramada desde la creación del mundo, desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías que pereció entre el altar y el santuario,
Sí os digo se le pedirá cuenta a esta generación ay vosotros maestros de la ley que os habéis apoderado de la llave de la ciencia, vosotros no habéis entrado y a los que intentan entrar se lo habéis impedido.
al salir de ahí los escribas y fariseos empezaron a acosarlo implacablemente y a tirarle de la lengua con muchas preguntas capciosas, tendiéndole trampas para casarlo con alguna palabra de su boca”
(Lc 11, 47-52).
QUEJA DE DIOS
Estas expresiones del evangelio son una descripción de qué es lo que Tú, Señor, veías en las personas que se habían encargado de enseñar y difundir la religión en ese momento y hay una queja.
Creo que todos acabamos de oír que se concentra en esta frase:
“Por eso dijo la sabiduría de Dios les enviaré profetas y apóstoles algunos de ellos los matarán y perseguirán y así a esta generación se le pedirá cuenta de la sangre de todos los profetas derramada desde la creación de desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías”.
Lo que Tú, Señor, estás haciendo es, en una frase, encierra todo el arco de la historia; o sea, estás Tú expresando tu valoración de lo que ves al contemplar la historia de la humanidad; desde que nos has creado.
Entonces esto es queja que te sale, Señor, del corazón y que está sustentada en todo ese amplio tiempo.
CORRESPONDER
Se puede decir que estás Tú esperando, esperando y pasó un siglo, pasa otro, pasa un milenio, y llegas Tú al mundo y te encuentras delante de la gente que reacciona de esta manera, rechazando, maltratando a los profetas que Tú has sido enviado.
Es como una expresión de impotencia, has puesto todos los medios, Señor, para ayudarnos, no hemos acogido esos medios, no hemos acogido a los profetas que nos han sido enviados y a Ti mismo no te hemos acogido; o sea te hemos matado, igual que ellos.
Entonces es una queja que tiene mucho tiempo de ser meditada, de ser pensada, de ser hasta justificada, a ver cómo lo puedo entender, cómo puedo explicar este comportamiento de las personas.
REACCIONEMOS
A mí me parece que es buen día para que cada uno de los que estamos aquí reunidos contigo, Jesús, reaccionemos ante esta sensación de impotencia, que tiene el que es Todopoderoso. Es contradictorio, es verdad, hay una queja de parte de quien lo puede todo.
¿Por qué? Porque se encuentra tu Omnipotencia, Señor, con nuestra libertad, que a veces lo usamos bien, pero a veces no lo usamos tan bien y esa libertad mal utilizada termina haciendo que Tú a veces te frustres.
Nosotros sabemos perfectamente que tu obra redentora se ha podido realizar en la tierra gracias a la obediencia de la Virgen Santísima, su docilidad a tu proyecto salvador. Y después obediencia de nuestro Señor Jesucristo, la obediencia que ha llegado hasta la muerte en la Cruz.
Esto nos habla del valor de esta virtud, que está un poquito desprestigiada, porque tendemos a ver como si fuese una expresión de infantilidad; o sea, obedece el que es niño o niña, pero una persona que ya deja de ser niño ya no tiene que obedecer, es libre y actúa según su parecer.
De acuerdo, eso está súper bien, pero si nosotros obedecemos al Señor, lo que estamos haciendo es hacer lo que nos viene bien, lo que es propio de un ser inteligente, pensante, racional y libre, entonces es una obediencia que al mismo tiempo coincide con hacer lo propio de mí, lo que me corresponde hacer, lo que es lógico que yo haga.
QUE SEAMOS CONSUELO DE DIOS
Por eso cuando Tú, Señor, nos invitas a ser dóciles, no nos estás invitando a un sometimiento de robot, de un ser con libertad limitada o con inteligencia limitada. No, nos estás más bien invitando a que hagamos lo que corresponde que hagamos, lo que es propio de un ser como nosotros, con inteligencia, con voluntad, con libertad y con conciencia de que somos hijos queridos de Dios.
Entonces podemos vivir de tal manera, que seamos para Ti, Señor, consuelo como lo son los hijos que van cumpliendo los deseos de sus papás. No es porque los vayan teledirigiendo y los hagan eternos infantes, sino porque el hijo sabe que lo que su papá, su mamá, que son buenos, quieren para él, es lo mejor que él puede escoger.
Y, al escoger, por ejemplo, ser responsable en sus estudios, está obedeciendo incluso a Dios, pero no está actuando como un niño pequeñito, chiquito que dice cállate y siéntate, no es un amaestramiento, no es que somos dominados como un animalito, es que estamos haciendo el mejor uso de nuestra libertad al hacer lo que el Señor espera de nosotros.
Ser consuelo de Dios y no un problema para Él y para los que nos quieren, esto es extraordinario. La Virgen María dice:
“hagan lo que Él les diga”
(Jn 2, 4),
este consejo ahora podemos aplicárnoslo y más bien, comprometernos como propósito: Señor voy a hacer lo que Tú me digas el día de hoy.
Deja una respuesta