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P. Juan

5 min

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CON QUE DES FRUTO EL DIOS RECIBE GLORIA

El ramo que da fruto es podado para que dé aún más.

Cristóbal Magallanes Jara nació en 1869 en México, en Totatiche, Jalisco. Su familia era muy humilde y él trabajó en el campo hasta cumplir 19 años, para luego ingresar en el seminario de Guadalajara.

Allí se distinguió por su honradez, piedad, dedicación y fue ordenado sacerdote en 1899. Ya sacerdote, el padre Cristóbal se desempeñaba como capellán y subdirector de la Escuela de Artes y oficios de Guadalajara.

Organizó centros catequéticos y escuelas en las rancherías y construyó un orfanato y fue nombrado párroco de Totatiche, su tierra natal, cargo que desempeñó por 17 años hasta el día de su muerte.

Este santo que hoy celebramos, san Cristóbal Magallanes, junto con otros 23 mártires, se puede decir que vivió estas palabras tuyas que hoy escuchamos en el Evangelio, Señor, que nos invitás a dar mucho fruto.

«Mi Padre, al que da fruto, lo poda para que dé más fruto»

(Jn 15, 2).

Y también nos decís que tu Padre recibe gloria con que nosotros demos fruto abundante.

SAN CRISTÓBAL MAGALLANES

Uno mira la vida de este hombre -que leí recién pocas líneas- que se distinguió por su honradez, su piedad, su dedicación… Que organizó centros catequéticos, escuelas en las rancherías, en los caseríos, que construyó un orfanato… cuántos frutos en su vida.

Como decía también, fue canonizado porque junto con otras 23 personas, aunque en su caso fue asesinado, con otro sacerdote en el contexto de la llamada guerra Cristera, cuando en la primera mitad del siglo XX, el gobierno oprimía mucho a la Iglesia.

Había una ley que era anticatólica y algunos católicos procuraban defender sus derechos. Algunos, incluso, acudiendo a las armas.

Y en una revuelta, un enfrentamiento que hubo entre los cristeros y las fuerzas del gobierno al que estaba yendo a celebrar una misa lo metieron preso, lo acusaron junto con otro sacerdote de ser cómplices, de estar en una conspiración contra el gobierno, cosa que no fue demostrada de ninguna manera y los terminaron fusilando.

Cristóbal

La situación, como nos podemos imaginar en su país, era muy crítica de vivir la fe a escondidas, de peligro de muerte. Y el padre Cristóbal dijo antes de morir:

Soy y muero inocente. Perdono de corazón a los autores de mi muerte y pido a Dios que mi sangre sirva para la paz de los mexicanos desunidos”.

SEMILLA DE CRISTIANOS

Parece que antes de ser fusilados se dieron la absolución mutuamente junto con el otro sacerdote y el padre Cristóbal le daba ánimos diciéndole que en un rato estarían en el Cielo.

Podemos pensar qué pena que un hombre que estaba entregado a labores tan buenas, le hayan truncado su vida, que haya sido asesinado por 1927, llevaba ya de sacerdote desde 1899 y, sin embargo, decía un autor cristiano de los primeros siglos tertuliano que

“la sangre de los mártires es semilla de cristianos”.

Incluso derramando su sangre, muriendo, no dejó de dar fruto su vida. Por el ejemplo, por su intersección en el Cielo, por cómo animaría a los demás con su fidelidad a Cristo.

A él podemos acudir ahora, a estos santos que hoy celebramos, para que nos ayuden a rezar, a hacer este rato de conversación con Vos, Señor y también que nos ayuden a que nuestra vida dé frutos, que aprovechemos el tiempo presente.

Se nos podría venir la idea de: “hay que ser humildes, tampoco hay que aspirar a grandes cosas…” No, Jesús, nos decís que tu Padre recibe gloria en que demos fruto abundante.

No es algo de soberbia querer dar fruto, es más, puede ser algo natural para alguien que ha recibido tanto, como quienes hemos conocido el Evangelio. Y también puede ser un incentivo para vivir una manera más parecida a cómo viviste Vos, Jesús y nos mostrás que debemos conducirnos.

DARSE A LOS DEMÁS

¿Cómo fue tu vida, Señor? Y fue darse a los demás, fue pensar en los otros. Puede sembrar una semilla que daría mucho fruto. Y quizá no vivimos pensando en esto, en dar mucho fruto.

Y puede ser que nos quedemos solo en nuestras cosas, en nuestras preocupaciones, que no tengamos horizontes tan amplios como vos, Jesús, te gustaría que tengamos.

Por eso ahora, si nos preguntamos ¿y yo qué fruto puedo dar? ¿Cómo puedo hacer que el Padre reciba gloria por ese fruto abundante?

Me viene a la cabeza una frase que escuché hace poco, decía un sacerdote hablando de la esperanza, tenemos que hacer que crezca el Reino de Dios que se desarrolla en esta tierra, que, junto con ese grano bueno, trigo y también cizaña. Y él decía:

“el Reino de Dios es el amor a Dios y el amor a los demás”.

Una manera de ver cuál es el fruto que podemos dar es que crezca en mi vida, en mi corazón, el amor a Dios y el amor al prójimo.

Cristóbal

VIVIR EL AMOR A LOS DEMÁS

La manera de ver si un día fue fructífero es si antes de dormir pensamos: “hoy ¿cómo le manifesté ese amor a Dios, cómo creció, cómo lo nutrí, en qué detalles, actos concretos viví mi amor a los demás?

Eso es un fruto y después el bien que hagamos a los otros. Leíamos de este sacerdote que hacía una gran labor de catequesis, un orfanato, estaba como capellán en una escuela técnica. Educar, transmitir la fe, dar cobijo, muchas obras de misericordia.

También en eso, si miramos a nuestro alrededor, seguro encontramos tantas ocasiones de dar fruto así con las obras de misericordia. Puede ser que no lleguen a hacer obras que sean reconocidas, que alguien nos aplauda, pero todos podemos dar fruto y eso al Padre le da gloria.

Si llevamos el Evangelio a otras personas, si sabemos aliviar necesidades, acompañar al que está solo, el Padre quiere que demos frutos y eso nos da mucha seguridad también porque si esa es la voluntad de Dios, podemos estar seguros de que se puede hacer.

De una manera u otra podemos dar fruto en nuestra vida, esos frutos de caridad.

Vamos a pedirle a este santo que nos ayude, que si hace falta nos sacuda un poco, para que no nos quedemos sólo en estar cómodos, seguros en mis cosas, incluso en mi relación con Dios, sino que queramos dar ese fruto también para quienes nos rodean,

Pidámoselo también a nuestra Madre, la Virgen, cuya vida dio el mayor fruto posible en toda la historia de la humanidad, porque ella nos trajo al Salvador. Y después fue su primera discípula, la que cooperó también con esa misión de su Hijo.


Citas Utilizadas

Hch 15, 1-6

Sal 121

Jn 15, 1-8

Reflexiones

Jesús, que yo tenga la valentía de perdonar como la tuvo san Cristóbal.

Predicado por:

P. Juan

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