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Amante de la Vida, apasionada de la Teología del Cuerpo y parte del team de @podcastlaplena

3 min

¿Qué queda de lo sagrado cuando todo se vuelve juego?

A veces me sorprendo de lo fácil que es acostumbrarse al mal sin darse cuenta, especialmente alrededor de celebraciones como Halloween.

No con grandes decisiones, sino con pequeñas concesiones diarias: cuando justificamos, cuando nos distraemos, cuando algo deja de parecernos grave “porque todo el mundo lo hace”.

Tal vez por eso Cartas del diablo a su sobrino, de C. S. Lewis es uno de mis libros favoritos. En este libro, Lewis imagina la correspondencia entre Escrutopo, un demonio veterano, y su joven aprendiz, Orugario, que intenta tentar a un hombre común al que llaman “el paciente”. Lo fascinante es cómo muestra que el mal rara vez se presenta de frente: se disfraza de rutina, de cansancio, de normalidad.

Inspirada en ese estilo – tan provocador y al mismo tiempo tan revelador -, imaginé cómo sonaría hoy una de esas cartas si Escrutopo escribiera sobre Halloween. Una fecha que, en su origen, anticipaba la solemnidad de Todos los Santos, pero que poco a poco se ha ido transformando en algo muy distinto.

 


Mi querido Orugario,

He sabido con agrado que tu paciente y su familia se preparan para celebrar lo que los humanos llaman Halloween. ¡Ah, qué delicia de invento! Una fiesta que, con el paso de los siglos, ha dejado de recordar la víspera de Todos los Santos para convertirse en una magnífica oportunidad para que el miedo, el consumismo y la banalidad ocupen el lugar de lo sagrado.

Te felicito, pero no te confíes. Todavía hay quienes, en medio de disfraces y dulces, sospechan que la oscuridad no es un juego. Por eso, tendrás que actuar con sutileza.

Tu objetivo principal es simple: convencerlos de que no hay nada espiritual en juego. Convierte todo en chiste, en decoración, en tendencia. Si hablan de demonios, que lo hagan riendo; si hablan del mal, que sea como si hablaran de duendes o de películas. Nada nos sirve más que un paciente que no crea en nosotros, pero que viva según nuestras reglas.

Haz que los padres crean que “todo es inocente”. Diles que “es solo por los niños”, “una tradición cultural” o “una forma de divertirse”. Si logras que el padre o la madre minimicen cualquier sentido espiritual, el resto del trabajo lo harán ellos mismos: adornarán su casa con esqueletos y tumbas, mientras ignoran que la suya propia se vuelve un poco más fría al hacerlo.

En cuanto a los pequeños, acostúmbralos desde temprano a asociar el miedo con diversión y la muerte con juego. Es un entrenamiento sutil, pero poderoso. Si el alma se acostumbra a jugar con la muerte, pronto dejará de temerle… y cuando uno deja de temerle, también deja de prepararse para la vida eterna.

Y si alguno de ellos -quizás una madre demasiado piadosa- intenta rescatar el sentido cristiano del día, recordando que el 1 de noviembre se celebra a los santos, no te preocupes demasiado. Bastará con que logres que la palabra santidad les parezca aburrida, lejana, “de otra época”. Que crean que los santos no son ejemplo, sino figuras decorativas de vitrales polvorientos.

Por último, empújalos hacia la superficialidad. Que gasten tiempo y dinero en disfraces, pero ninguno en oración. Que llenen sus casas de luces y telarañas, pero no de silencio interior. Haz que hablen de brujas, pero nunca de virtudes. Así, al final, lograrás que una fecha que alguna vez anticipó el triunfo de la Luz se convierta en un desfile de sombras inofensivas… o eso creerán ellos.

Si logras esto, querido Orugario, no necesitarás grandes pecados. Bastará con que tu paciente viva distraído, sin darse cuenta de que lo terrible no es disfrazarse de muerto, sino vivir sin esperanza de resurrección.

Tu siempre afectuoso tío,
Escrutopo

 


Porque la batalla no se libra en los disfraces ni en las sombras de Halloween, sino en lo invisible que ocurre dentro de cada alma.

Si quieres aprender a reconocer las trampas del enemigo, únete al Reto de Hallow, inspirado en Las cartas del diablo a su sobrino de C. S. Lewis.

👉 Únete aquí: hallow.app.link/hablarconjesus


Escrito por

Ana Belén Hurtado

Amante de la Vida, apasionada de la Teología del Cuerpo y parte del team de @podcastlaplena

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