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P. Rafael

4 min

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EL ESCUDO ANTE LA FRAGILIDAD

Hoy Dios nos recuerda hasta dónde llega su humildad, queriendo ser uno como nosotros en todo, incluso en el querer nacer en una familia que lo protegiera en su momento más frágil.

Existe una leyenda recogida por el historiador de la antigüedad Plutarco, que describe el sistema espartano para seleccionar sus ciudadanos.

Los recién nacidos eran evaluados para determinar su aptitud para ser guerreros, porque todo estaba profundamente ligado a su sistema social y militar.

Desde el momento de su nacimiento, cada niño era examinado rigurosamente para determinar si era considerado «fuerte» y digno de ser parte de la sociedad espartana.

Aquellos que no cumplían con los estándares tenían que pasar, con frecuencia, por el proceso de “exposición”, es decir, eran abandonados en el monte Taigeto.

Todo esto, “bajo la suposición de que no sería mejor para ellos ni para la ciudad que vivieran sin estar bien capacitados”, explica Plutarco.

 

EUGENESIA

 

Por supuesto que esta práctica nos parece extremadamente salvaje. Justo en el momento de mayor fragilidad del hombre, se le abandona deliberadamente.

Esto solo ocurre en algunas especies animales, pero ni siquiera en la mayoría. Lo que sí es seguro es que es totalmente inhumano.

Es lo que se conoce como “eugenesia”: la pretensión de elegir quiénes merecen vivir y quienes merecen morir.

desprendimiento, ante la fragilidad

Los criterios siempre han sido absurdos: la raza, las capacidades físicas o intelectuales, la pobreza, el no querer alterar la propia comodidad, etc.

Ha sucedido muchas veces en la historia, y sigue sucediendo actualmente con la terrible tragedia del aborto. Pero siempre ha sido absurdo: siempre pagan los más inocentes.

Abandonar deliberadamente al hombre en su momento más frágil, cuando depende totalmente de los demás porque no puede valerse por sí mismo, es siempre inhumano.

Esto es tan así, que cuando Dios quiso entrar en la historia y se despojó de todo su esplendor y de todo su poder, y eligió entrar por la puerta humilde, decidió protegerse como lo haría cualquier otro: con una familia.

Se hizo frágil, dependiente, dócil a los brazos de otra criatura. Sin dejar de ser perfecto Dios, se hizo perfecto hombre, con todas sus implicaciones, incluyendo el tener que confiar su integridad a dos criaturas a las que llamó ‘familia’.

 

SAGRADA FAMILIA DE NAZARET

 

Es lo que comúnmente se dice por allí: “la familia es tan importante, que incluso Dios quiso tener una”.

Es precisamente esto lo que celebramos hoy, solemnidad de la Sagrada Familia de Nazaret.

Curiosamente, hoy correspondería la celebración de los santos inocentes, que fueron vulnerados en su momento más frágil, víctimas de la soberbia de Herodes.

Pero esta memoria litúrgica se omite porque es primer domingo después de Navidad y tiene mayor peso la solemnidad de la Sagrada Familia de Nazaret, donde se custodia precisamente a Dios que se hace frágil.

Hoy nos maravillamos ante Jesús Niño, que no actúa por su cuenta.  En realidad, apenas actúa.

Permanece pasivo:  recibe el alimento y se le reclina para que duerma en un pesebre; los magos le encuentran en brazos de su Madre; necesita que le lleven a toda prisa a Egipto (que es lo que escuchamos en el evangelio de la Misa de hoy).

Como cualquier bebé, llama mucho la atención de los demás, que se le acercan con todo el afecto.  Pero solo se le puede ver cuando lo sostienen los brazos de otra persona.

El héroe de la Navidad no es convencional porque no es un guerrero, ni un conquistador del mundo.

Ni siquiera se trata de un individuo, porque es una   familia. Cada elemento singular de la historia remite a esa realidad.

 

EXILIADO EN EGIPTO

 

Se nos habla de pañales que le envuelven, y sabemos que es un bebé.  Pero eso presupone que   alguien ha tenido que envolverlo, lo cual nos conduce necesariamente a una relación madre-hijo.

También encontramos un padre y un hogar. De forma similar, nos enteramos de que el niño tiene un pesebre por cuna, pero alguien debe haberlo colocado allí.

Tenemos noticia de que el niño se exilió en Egipto, pero allí tiene que haberle llevado alguien, protegiéndolo también de los bandidos que acechaban los caminos del desierto.

Por último, tuvo que haber alguien que se hiciera cargo del sustento de la madre y del hijo en esa tierra extranjera.

Todo esto entra en el plan de salvación del cielo. Nos maravillamos otra vez de que Dios quiere hacer cosas grandes a través de una familia.

Y aprendemos a reconocer que también quiere hacer grandes cosas en nosotros a través de una familia.

caminando con josé, los dormilones, ante la fragilidad

Por ellos somos los que somos y tenemos las herramientas que ponemos al servicio de Dios.

Allí aprendimos a hablar, para ahora poder hacer apostolado y hablar del cielo a muchas personas; aprendimos a rezar las oraciones básicas, que nos sirven ahora de muletas para nuestro diálogo con Dios

 

CORAZÓN DE MADRE

 

Allí aprendimos a levantarnos una y mil veces mientras aprendíamos a caminar, para que no nos desesperemos en nuestras caídas en el camino de la santidad.

En la familia aprendimos valores, aprendimos a tratar al prójimo, nos dieron los principios básicos de convivencia.

Es en la familia donde captamos una primera imagen, aunque imperfecta, de Dios, que es “un padre con corazón de madre”.

Vamos a dar gracias a Dios por nuestras familias. Vamos a aprovechar estos momentos para pedir más perspectiva de nuestra vida, para que sepamos ver y agradecer todo el bien que nos han hecho.

Más o menos conscientemente, han dejado en nosotros un anhelo de Dios que nos hace buscarlo y amarlo ahora, mientras hacemos este rato de oración. Hay mucho que agradecer.

Y si queda algo en nuestra memoria que nos hace recordar algo con dolor, vamos a pedirle ahora al Señor que nos ayude a perdonar, a pasar página y a cubrir con sobreabundancia de amor aquello en lo que sentimos todavía una herida.

¡Que sólo Dios se podía dar el lujo de tener una familia perfecta!

No tengamos miedo a pedir una humildad como la del Niño. Servir o tener que dejarse servir no es una humillación por la que no haya pasado Dios.

Vamos a encomendarnos a la Sagrada Familia de Nazaret, para que, así como fue un escudo ante la fragilidad de Dios, nos custodie nuestro caminar al cielo.

 


Citas Utilizadas

Num 24, 2-7. 15-17
Sal 24
Mt 21, 23-27

Reflexiones

Ayúdanos, Señor, a tratar siempre de parecernos a tu familia de Nazaret, a tratar se siempre servir a quienes nos rodean.

Predicado por:

P. Rafael

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