El Papa Francisco quiso hacernos un llamado a ser portadores de esperanza en un mundo plagado de soledad y dolor. Ahora le tocará al Papa León XIV clausurar formalmente el jubileo. Y a nosotros, mantener firme la fe en que Dios nos acompaña cada día y siempre.
FRANCISCO Y SU LLAMADO A LA ESPERANZA
El Papa Francisco marcó varios hitos históricos: fue el primero -en más de seis siglos- en suceder a un papa emérito; fue el primer papa de origen latinoamericano; y, el primer jesuita en convertirse Papa.
En sus doce años de papado vivió fuertes desafíos globales, como la pandemia del COVID 19, la crisis de refugiados en Europa y la guerra Rusia-Ucrania, por citar los más importantes.
No es de extrañarse que viniendo de un entorno donde estuvo muy familiarizado con el dolor y la pobreza, haya impuesto un estilo de liderazgo profundamente humano, centrado en el compromiso social.
De esta visión, nace su iniciativa de hacer un llamado a reflexionar sobre la importancia de mantener firme la esperanza en medio de las dificultades.
Siendo que la esperanza y la fe se encuentra íntimamente unidas, mantenerse alegre fortalece nuestra cercanía con el Amor de Dios.
El Papa Francisco entendió que el mundo necesitaba este llamado para dejar de lado el desánimo que conduce a la falta de confianza en ese Amor.
¿CÓMO FUE EL JUBILEO DE LA ESPERANZA?
El Jubileo se inició el 24 de diciembre de 2024, con la apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro; y, se clausurará con el cierre de puertas santas, de las iglesias de todo el mundo, el 28 de diciembre de 2025.
El Papa León XIV será el encargado de clausurar el Jubileo, con el cierre de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, el 6 de enero de 2026, fecha que coincide con la fiesta de la Epifanía del Señor.
Durante este año jubilar más de 30 millones de peregrinos cruzaron la enorme puerta de la Basílica de San Pedro en el Vaticano.
Resulta imposible conocer con exactitud cuántos millones de personas cruzaron las distintas puertas santas e iglesias jubilares alrededor del mundo.
Gente de todo el mundo, hablando en decenas de idiomas, llenando calles y plazas con su deseo de ganar indulgencias y reconfortar su alma mediante la oración y la eucaristía. Jóvenes y viejos acudiendo a la convocatoria de mantenerse firmes en la confianza de que todo lo bueno viene del Señor, sólo hay que estar dispuestos a pedirlo con verdadera fe. Confiados en Su Palabra: “Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; toquen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que toca se le abre. (Mateo 7, 7-12).
No se equivocó el Papa Francisco cuando hizo este llamado profundo al pueblo cristiano para que ponga su esperanza donde realmente vale la pena colocarla, a los pies de Jesús, el único que puede decirnos: «Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados y yo los aliviaré”. (Mateo 11:28-30)
¿QUÉ HACER DESPUÉS DEL CIERRE DEL JUBILEO?
Una vez que se cierren las puertas, debemos continuar viviendo con la esperanza puesta en el Sagrario. Aferrarnos a la presencia del Señor en la Eucaristía, fuente inagotable de toda gracia que cubre el alma de un bálsamo verdadero.
Después de la clausura seguimos siendo beneficiarios de la promesa más poderosa que hizo el Señor, la que debe llenarnos de júbilo y confianza: “Les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo”. (Mateo 28:19-20)
¿Cómo podríamos estar tristes con la certeza de que Jesús nos acompaña todos los días hasta el fin?
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