ESCUCHA LA MEDITACIÓN

NO JUZGAR

Cualquier visión humana sobre los demás será siempre limitada: solo Dios conoce los corazones y puede valorar las verdaderas circunstancias de lo que sucede. Él es siempre comprensivo y siempre está dispuesto a perdonar. «Pero tú, ¿quién eres para juzgar a tu prójimo?» (Sn 4,12), escribe el apóstol Santiago a las primeras comunidades cristianas. Cuando nos dejamos llevar por esta actitud nos hacemos acusadores en lugar de defensores.

“En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos, «Un hombre rico tenía un administrador a quien acusaron ante él de derrochar sus bienes.” (Lc 16,1)

La verdad es que me gustaría quedarme con esta primera fase del Evangelio de hoy.
A este administrador que le acusan de derrochar los bienes, y me gustaría hablar de un tema, Señor, hoy contigo en la oración, que a veces pasamos por alto.
Es la “crítica interna”.
Tú nos has dicho con claridad:

«No juzguéis, para no ser juzgados. Porque seréis juzgados como juzguéis vosotros, y en la medida que uséis la usarán con ustedes.»         (Mt 7, 1-2)

Son palabras tuyas con las cuales nos pones en guardia frente a esa tentación de erigirnos como dioses para los demás, con potestad de juzgar a la ligera su conducta e incluso caer en la murmuración.

UNA ACTITUD GENEROSA HACIA EL PRÓJIMO

Si el Señor vino a renovar nuestro corazón, la mirada con la cual consideramos a los demás, es un terreno privilegiado de conversión.
O sea, Jesús nos aconseja a reconducir la mirada a nosotros mismos antes de que surjan consideraciones sobre los demás, juicios críticos o incluso también juicios temerarios.
Santo Tomás de Aquino explica que estos juicios que surgen en nuestro interior están habitualmente en un corazón que sospecha con temeridad de los demás. Él explica tres motivos por los que se pueden hacer estos juicios.
Dice: número uno; porque el corazón está inundado de cosas malas y por ello fácilmente piensa mal de los demás.
Dos, porque no guarda un afecto purificado hacia una persona concreta, por lo que tiende a pensar mal ante cualquier ligero indicio.
Y la tercera, porque algunas experiencias negativas le han hecho demasiado susceptible.

no juzgar
Y si te das cuenta, en ninguno de estos casos se trata de una actitud generosa hacia el prójimo.
Por lo que no serán una fuente de felicidad ni propia ni ajena. Es que cualquier visión humana sobre los demás siempre será limitada, porque solo podemos ver las cosas de fuera.

EL ÚNICO QUE CONOCE LOS CORAZONES

En cambio, Dios es el único que conoce los corazones y puede valorar las verdaderas circunstancias de lo que sucede. Él es siempre comprensivo y siempre está dispuesto a perdonar.
Escribe el apóstol Santiago a las primeras comunidades cristianas:

“Pero, ¿tú quién eres para juzgar a tu prójimo?” (Sant 4,12)

Cuando nos dejamos llevar por esta actitud de juzgar, de criticar, de murmurar, nos hacemos acusadores en lugar de defensores.
Pero si procuramos tener un corazón en sintonía con el de Jesús, miraremos las virtudes e imperfecciones de los demás, con el mismo amor y con la misma misericordia con que Él ama nuestra alma.
Por eso el Señor es claro:

“¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo, y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?” (Mt 7, 3)

Y la experiencia de nuestros propios errores considerada junto a Dios, nos debe llevar a ser comprensivos con los demás.
No se trata de pasar por alto sus defectos. De hecho, alguna vez podremos ofrecer nuestra ayuda. No se trata simplemente de pasar por alto sus defectos.
De hecho, alguna vez podremos ofrecer nuestra ayuda para cambiar o mejorar a través, por ejemplo, de la corrección fraterna, de un consejo oportuno.
Pero ese cambio, por un lado, no se consigue de un día para otro y, por otro lado, muchas veces se puede tratar de su propia manera de ser, que no supone a veces un obstáculo relevante en ese camino a la santidad.

LA CARIDAD ESTÁ EN COMPRENDER

Saber que también nosotros tenemos defectos o rasgos personales que no pueden agradar a todos, nos lleva a mirar con comprensión a las demás personas.
Ya decía san Josemaría:

Más que en dar, la caridad está en comprender.

Por eso busca una excusa para tu prójimo. Las hay siempre si tienes el deber de juzgar.
Claro, si no somos capaces de ver nuestros defectos, tenderemos siempre a exagerar los de los demás.
En cambio, si reconocemos nuestros errores y nuestras miserias, se abre para nosotros la puerta de la misericordia.
Estas palabras son del Papa Francisco en una audiencia: La puerta de la misericordia.

La mirada de Dios no se centra solamente en nuestros errores, sino en todo lo que puede sacar de nuestros deseos por hacer el bien.

Él siempre salva a la persona, mucho más si somos sus hijos. Y es en la oración donde podemos cultivar esa mirada.

“El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno, y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo. Porque de la abundancia del corazón habla la boca.” (Lc 6,45)

UN CORAZÓN SIN CRÍTICAS

Esto dice nuestro Señor Jesucristo y lo recoge el Evangelio de san Lucas.
Si hacemos crecer un corazón puro, sin dobleces, sin murmuración, sin críticas, sabremos ver lo bueno de los demás y no dar una importancia desmedida a lo malo.

HABLAR CLARO, no juzgar

 

Eso en un curso de retiro, san Josemaría lo escribía. Esto ya en el año 33. Decía tres propósitos de ese retiro:
Uno, antes de comenzar una conversación o de hacer una visita, elevaré el corazón a Dios.
Segundo, no porfiaré, aunque esté cargado de razón, solamente si es de gloria de Dios, daré mi opinión, pero sin porfiar.
Y tercero, no haré crítica negativa. Cuando no pueda alabar, me callaré.
Señor, esta es la vida de un santo. Así se mueven los que realmente tienen un corazón que es del tamaño del tuyo, Señor, de no quedarse en lo malo.
Es que hablar mal de los demás en tono jocoso es a veces muy divertido.
Recuerdo que alguien contaba que estaban en un vehículo e iban tres personas, un niño pequeño que ha de haber tenido, 6 o 7 años, y delante iban dos adultos.
Salían de una reunión y uno de ellos era muy gracioso hablando. Y en el camino de regreso, estuvo hablando todo el rato, mal de una de las personas que estuvieron en esa reunión.

SIEMPRE SERVIR A LOS DEMÁS

Y el niño pequeño se reía a carcajadas, porque, claro, le parecía graciosísimo.
Cuando llegaron al lugar del destino, al bajarse del vehículo, el niño pequeño se volvió a los mayores y les dijo: «Qué divertido es hablar mal de la gente. Nunca me la había pasado tan bien.»
Y a veces hacemos esta tontería de criticar por reírnos a la ligera, o sacar lo negativo que tenemos, pero el Señor quiere que seamos personas que siembren paz.
Como buenos cristianos no podemos ser eso, más bien, meter mala semilla.
Poco antes de su pasión, Jesús quiso dejar un mandamiento nuevo y dijo:

«Que os améis unos a otros, como yo os he amado. Amaos también unos a otros». (Jn 13,34)

Y acto seguido, para que tuviéramos como una imagen de ese camino de felicidad, demostró ese amor con obras al lavar los pies de sus discípulos.
Sabemos bien que encontrar a Dios, amar a Dios, es inseparable de amar, de servir a los demás, que son los dos preceptos de la caridad y que son inseparables.
Los cristianos hemos sido precedidos por tantos santos y santas, que se entregaron a la caridad, también en la vida ordinaria.
Lo vemos en los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo.
Las obras de misericordia espirituales ofrecen una actitud que se antepone a la tendencia a juzgar, porque es enseñar, aconsejar, corregir, perdonar, consolar.
Ese es del camino. Y santa María, es la primera que nos trata de esta manera, y como buena madre nos puede ayudar a querer igual a las personas que están más cerca de nosotros.
A ella le pedimos que nos ayude en este empeño.


Citas Utilizadas

Ro 15, 14-21

Sal 97

Lc 16, 1-8

Reflexiones

Ayudanos, Señor, a tener una actitud generosa con el prójimo, que siempre seamos comprensivos y dispuestos a perdonar.

Predicado por:

P. Juan Carlos

¿TE GUSTARÍA RECIBIR NUESTRAS MEDITACIONES?

¡Suscríbete a nuestros canales!

¿QUÉ OPINAS SOBRE LA MEDITACIÓN?

Déjanos un comentario!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

La moderación de comentarios está activada. Su comentario podría tardar cierto tiempo en aparecer.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.


COMENTARIOS

  1. Gracias Padre Carlos por esta meditacion que es un «tratado sobre la caridad» mirar a nosotros mismos y no estar criticando, juzgando a los demás. No somos quién. No conocemos el fondo de su alma. Solo Dios es el que nos conoce en totalidad.

  2. Marta Estela Dominguez de Mata dice:

    Gracias Padre Carlos por esta meditacion que es un «tratado sobre la caridad» mirar a nosotros mismos y no estar criticando, juzgando a los demás. No somos quién. No conocemos el fondo de su alma. Solo Dios es el que nos conoce en totalidad.

Regresar al Blog
Únete
¿Quiéres Ayudar?¿Quiéres Ayudar?