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P. FEDERICO

6 min

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ERES ÚNICO PARA DIOS

No es cuestión de números (1 vs 99), o de cálculos (1%), o de manías… Es cuestión de amor. Para Dios, que se le pierda una oveja es perder a su única oveja, a la que quiere con todo su corazón.

Jesús nos propone hoy esta parábola:

“—¿Quién de ustedes, si tiene cien ovejas y pierde una, no deja las noventa y nueve en el campo y sale en busca de la que se perdió hasta encontrarla? Y, cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso, y, al llegar a casa, reúne a los amigos y vecinos y les dice: «Alégrense conmigo, porque he encontrado la oveja que se me perdió».”

(Lc 15, 4-6).

Para empezar, los personajes de la parábola los tenemos bastante claros: el pastor es Jesús, las ovejas somos nosotros. Parece obvio, pero ojo: “bautizados o no, de comunión diaria o no, todos somos oveja. Solo hay un pastor. Y no somos nosotros” (La evangelización de los católicos, Scott Hahn).

Es cierto que se dice que todos somos oveja y pastor, pero para aprender a ser pastores, buenos pastores, hay que voltear a ver al Buen Pastor. “Y esta parábola tuya, Jesús, es autobiográfica. Tú eres El Pastor. Así que hay que verte y aprender”.

“¿Quién de ustedes, si tiene cien ovejas y pierde una…”

“Me llama la atención eso. Que las cuentas las tienes claras… No hay una que sobre. Cada una es cada una. Insustituible. Por eso, no eres indiferente a su ausencia, te das perfecta cuenta, la echas en falta…”

EL PASTOR Y EL CONSULTOR

EL BUEN PASTOR

Tal vez te acuerdes de aquel chiste viejo que cuenta cómo un pastor estaba con su rebaño en medio de una gran extensión de pasto cuando aparece por un extremo una especie de jeep que viene a toda velocidad por el camino de tierra que atraviesa toda aquella planicie.

El carro se frena a pocos metros del rebaño y se baja un hombre dinámico. Se acerca al pastor y le dice: “Buenos días, señor ¿usted me daría una de sus ovejas si le digo exactamente cuantas tiene?”.

A lo que aquel pastor, un tanto extrañado, le responde: “bueno, pues… si…”. Entonces el del jeep toma su laptop y consulta un sistema satelital que le permite ver en tiempo real el lugar exacto en el que se encuentran y, además, hace un recuento del rebaño de forma automática. Con lo que en menos de 30 segundos le dice: “Usted, mi amigo, tiene 359 ovejas”.

El pastor, un tanto sorprendido le dice: “Sí señor. Qué le vamos a hacer: tome una oveja no más…”. Y cuando aquel se acerca y agarra el animal y a punto está de meterlo en la partera trasera de su carro, el pastor le pregunta: “¿Usted me devolvería el animal si le digo a qué se dedica?”.

“Por supuesto” le responde el del jeep. “Pues usted es consultor de empresas”. “¿¡Cómo lo supo!?” “Pues, verá: vino sin que nadie lo llamara, me dijo un dato que yo ya sabía y no tiene ni la más mínima idea de mi negocio porque en lugar de una oveja ¡se está llevando a mi perro!”

Disculpas a cualquiera que se dedique a la consultoría de empresa y escuche esto. No es nada personal. Solo es que el chiste era así.

Pero ya en serio: Jesús no sabe el número solo por el dato sin más. Si hay alguien que conoce a las ovejas es Él. No las confunde con el perro pastor o con cualquier otro animal.

EL BUEN PASTOR CONOCE CADA UNA DE SUS OVEJAS

“Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas. El asalariado, el que no es pastor dueño de las ovejas, (…) no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor, conozco las mías y las mías me conocen” (Jn 10, 11-14).

Conoce a cada una de las ovejas por sus nombres, por nuestros nombres.

Por eso, si se le pierde una, lo nota. Por eso, eso de dejar a las 99 e ir tras la que se le perdió no es obsesión…. Porque no lo hace en el sentido de no parar hasta “tener” aún a costa de dejar tirado lo demás. No es un maníaco del orden.

Tampoco lo hace por ser pesimista. O sea, no es que se fije en lo que falta en lugar de lo que tiene. No es que esté viendo el vaso medio vacío en lugar de medio lleno, como viendo solo la 1 perdida y no las 99 que conserva. No.

Te leo algo que lo explica mejor que todas estas ideas que se me vienen a mí a la cabeza…:

En una ocasión vi un grafiti que decía: «El hombre está solo». La frase no tenía nada de original, pero me llamó la atención. Traté de imaginarme a la persona que lo había escrito. Y me entraron ganas de completar la frase: «El hombre está solo porque no sabe que es hijo de Dios».

Otros, aun conociendo la existencia de Dios, piensan: “Uf, somos tantos en el mundo… Dios tiene otras cosas de las que ocuparse. No creo que se vaya a preocupar de mis pequeños problemas.

DIOS SOLO SABE CONTAR HASTA UNO

De hecho, todo sucede como si Dios estuviese en un mundo y yo en otro. Será grande su poder, pero no lo veo actuar. Lo que veo es que tengo que trabajar, solucionar mis problemas y aguantar si viene una desgracia”.

Pues bien, a pesar de las apariencias, cada uno puede decir con toda verdad estas palabras: “Dios se preocupa de mí como si solo yo existiera en el mundo”.

«Dios solo sabe contar hasta uno», dijo André Frossard. Para Dios no hay masas. Cada uno de nosotros no es un número anónimo en la infinita muchedumbre de la humanidad.

Cada hombre es un hijo único para Él. Dios no tiene otra cosa que hacer que pensar, cuidar y amar a cada uno de sus hijos. Es lo que expresa santa Teresa del Niño Jesús de modo muy sencillo: «El sol ilumina al mismo tiempo a los cedros y a cada florecilla, como si estuviera sola en la tierra; nuestro Señor se interesa también por cada alma en particular, como si no existieran otras iguales».

«Bien sabes –le dice Jesús a Gabrielle Bossis– que cada alma es para Mí como si fuera la única en la tierra».

Aunque Dios tenga muchos hijos, puede estar pendiente de cada uno como si fuera el único. Lo más importante para Él eres tú. Y se preocupa de tus problemas más insignificantes.

¿O es que tiene una inteligencia limitada y un corazón pequeño?

¿Por qué nos empeñamos en reducir su Sabiduría y su Amor?

Aunque nos contemos por miles de millones los habitantes del mundo, nadie es olvidado por Dios ni un solo instante.

Y ese pequeño problema que tengo ahora o el gran problema que puedo tener mañana, es conocido por Dios, y Él sabe muy bien cómo ayudarme.

DEBEMOS PENSAR EN DIOS

pedir a Dios, APROVECHAR EL TIEMPO

Podemos considerar como dirigidas a nosotros estas palabras que le dijo a santa Catalina de Siena: «Hija, olvídate de ti y piensa en mí, que yo pensaré continuamente en ti».

O estas otras que escuchó Gabrielle Bossis: «No pierdas el tiempo pensando en ti. ¿No estoy yo aquí para cuidar de ti?».

(…) Gracias, Señor, porque Tú me has hecho ver que nunca estoy solo, que estás siempre “pendiente” de mí, porque soy tu hijo, y no estarías tranquilo si dejaras de tenerme un solo instante bajo tus ojos de Padre” (Dios te quiere, y tú no lo sabes, Tomás Trigo).

Por eso, esta parábola, no es cuestión de números (de 1 vs 99), o de cálculos sobre el 1%, o de manías… Es cuestión de amor.

El Amor de Dios lo tenemos asegurado, es incondicional. El amor de nuestra parte a Dios es el que tenemos que cuidar en todo caso. Porque cuando se da en las dos vías, de Él a mí y de mí a Él, entonces todo funciona.

Veía un video en el que la gente intentaba llamar a las ovejas imitando el silbido y los gritos del pastor. Las ovejas: como si nada. Cuando de repente el pastor lo hace: y todas levantan la cabeza y empiezan a balar y a caminar en dirección al pastor…

Ellas saben quién es su pastor, quien las quiere. Ojalá que tú y yo también.

Acudimos a nuestra Madre, divina pastora, que también nos quiere como a hijos únicos.


Citas Utilizadas

Rm 14, 7-12

Sal 26

Lc 15, 1-10

La evangelización de los católicos, Scott Hahn

Dios te quiere, y tú no lo sabes, Tomás Trigo

Reflexiones

Gracias Señor por querernos tanto! Por hacernos ver que no estamos solos, que te preocupas por cada uno de nosotros, porque somos tus hijos. Ayúdanos a olvidarnos de nosotros mismos y pensar más en Ti.

Predicado por:

P. FEDERICO

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