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CIRUELO TE CONOCÍ

Entre los familiares (o parientes) de Jesús algunos creían en Él. Otros en cambio, no; lo “conocieron ciruelo” y se acostumbraron. No nos acostumbremos nosotros a tener familiaridad con Dios y con aquellos que Él a puesto a nuestro lado, empezando por la propia familia.

Cómo se nota, al leer el Evangelio estos días, que se acerca la Semana Santa. 

El ambiente se está caldeando. La tensión se respira. La gente cuchichea.

Hoy la descripción, la puesta en escena, es clara:

caminaba Jesús por Galilea, pues no quería andar por Judea, ya que los judíos lo buscaban para matarlo”.

(Jn 7, 1)

La muerte se acerca. Pero todavía quedan otras cosas que podemos sacar de estos días previos a la Pasión y Muerte de Jesús.

Por eso pensaba que hoy nos podía servir lo que el evangelista dice a renglón seguido (que, por cierto, no todo lo leeremos en el Evangelio de la Misa de hoy). 

Pero aquí te leo la versión “unabridged” (como dicen), la versión íntegra (sin saltar ningún versículo) que dice así:

Pronto iba a ser la fiesta judía de los Tabernáculos. Entonces le dijeron sus hermanos: — Márchate de aquí y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces, porque nadie hace algo a escondidas si quiere ser conocido. Puesto que haces estas cosas, muéstrate al mundo”.

(Jn 7, 2-4)

Y pasa a comentar el evangelista una cosa dura:

Ni siquiera sus hermanos creían en él”.

(Jn 7,5)

Y luego añade:

Entonces, Jesús les dijo: — Mi tiempo aún no ha llegado, pero su tiempo siempre está a punto. El mundo no puede odiarlos, pero a mí me odia porque doy testimonio de él, de que sus obras son malas. Ustedes suban a la fiesta; yo no subo a esta fiesta porque mi tiempo aún no se ha cumplido.

Él dijo eso y se quedó en Galilea. Pero una vez que sus hermanos subieron a la fiesta, entonces él también subió, no públicamente sino como a escondidas”.

(Jn 7, 6-10)

Por supuesto que no son “hermanos” de Jesús literalmente hablando. Se trata de parientes cercanos. Pero, como el hebreo es una lengua arcaica, no tiene palabras para todas las relaciones de parentesco, así que, a falta de ellas, simplemente dice: hermanos.

Y resulta que

ni siquiera sus hermanos creían en él… 

(Jn 7, 5)

Triste cosa…

No eran todos sus “hermanos” los que no creían, porque entre los apóstoles algunos son parientes de Jesús. O sea, algunos de ellos eran llamados “hermanos” tuyos Señor.

Es el caso de Santiago el Menor (cfr. Mateo 13,55; Marcos 6,3) y de Judas Tadeo (cfr. Mateo 10,3; Marcos 3,18).

Pero bueno, ya se ve que otros no creían.

Pasaba como en cualquier familia, pero aquí había algo más.

¿Qué es ese “más”?

Te lo explico con una anécdota: En cierto pueblo andaluz había un campesino que le vendió a la Iglesia un ciruelo para que de su madera tallaran un crucifijo. El escultor terminó de tallar la imagen, y las autoridades eclesiásticas le dieron la bendición. 

Las gentes de la zona le tomaron devoción e incluso hubo quienes dijeron que era milagroso por los favores que concedía. 

El campesino era reacio a creerlo todo, hasta que un día fue a verlo. Debido a que conocía su humilde origen se encaró a la imagen y le dijo: “Gloriosa Cruz, / ciruelo te conocí / y de tu fruto comí; / los milagros que tú hagas, / que me los cuelguen a mí”.

Dicen que de ahí viene la célebre frase, que en su forma extensa dice: “Quien te conoció ciruelo, ¿cómo te tendrá devoción?”.

Yo creo que esto les pasaba a algunos de los parientes de Jesús: lo conocieron ciruelo. 

DUDABAN DE JESÚS

Me explico: lo conocieron de pequeño, jugaron con él, hicieron travesuras, aprendieron a escribir y a leer juntos… Cuando luego escuchaban hablar de sus milagros: no lo creían del todo; cuando le escuchaban predicar: dudaban de sus enseñanzas…

Es triste porque la familia debería de tirar para arriba de sus miembros. Deberían haber tenido la confianza de acercarse y hablar con Jesús de forma sincera. Seguro que se habrían aclarado de todo, como Santiago el Menor y Judas Tadeo…

La familia juega un papel importantísimo. Quienes nos “conocieron ciruelo” también pueden luego ayudarnos a ser santos. 

SAN ISIDORO DE SEVILLA

San Isidoro de Sevilla

El santo que la Iglesia recuerda hoy es un buen ejemplo de esto.

San Isidoro de Sevilla» nació hacia el año 560 en el seno de una familia hispano-romana de Cartagena. Su padre, que se llamaba Severiano, era un alto funcionario de origen romano, mientras que su madre estaba, según parece, emparentada lejanamente con la realeza visigoda. Sus hermanos Leandro, Fulgencio y Florentina fueron también santos. 

Leandro fue obispo de Sevilla, sede en la que precedió a su hermano Isidoro, y, como era mucho mayor que el santo que hoy celebramos, fue él quien se ocupó de la educación y formación de su hermano menor cuando murieron sus padres. 

Se preocupó de que Isidoro tuviera una amplia y profunda formación en la cultura clásica y en la literatura cristiana. 

Fulgencio fue obispo de Cartagena, donde destacó como un auténtico pastor de almas. 

Por su parte Florentina fue abadesa de varios monasterios que gobernó con diligencia promoviendo en ellos la piedad y la fidelidad de las religiosas a sus votos.

CUATRO HERMANOS, CUATRO SANTOS

Cuatro hermanos, cuatro santos. ¡Qué felicidad la de sus padres desde el cielo y qué orgullosos de sus hijos! La santidad se aprende y se comparte en familia como no se hace en ningún otro sitio. Sal de la tierra y luz del mundo son esas familias en las que se vive el amor humano y se comunica con generosidad la vida que se recibe de Dios. 

Por eso dale gracias a Dios por tu familia, a través de ella Él te ha dado la vida y todo lo que te ha llevado al lugar donde hoy te encuentras. Si además sembraron en ti la fe y te pusieron en el camino de seguir a Jesús, tienes aún más motivos para estarles agradecidos. Y pide a Dios por esas familias –por la tuya también– para que iluminen este mundo con la luminaria de su fe y su amor generoso.

DALE GRACIAS A DIOS POR TU FAMILIA

Familia

La familia es la mejor escuela donde aprender el amor humano y divino. El ejemplo de la familia de san Isidoro nos lo recuerda. 

Es en la práctica de las virtudes domésticas, de esas que podríamos decir que son «de andar por casa», donde mejor se forja el carácter de los santos. Por eso es muy conveniente no menospreciar esas virtudes pequeñas de lo cotidiano. 

Pídele al Señor luces para descubrir en ellas el camino a la santidad en tu hogar. Sea cual sea tu lugar en casa, padre o madre, abuelo o abuela, hijo o hija, lo cierto es que solo cambiarán las circunstancias particulares en que las practicas, pero las virtudes son las mismas: paciencia, orden, amabilidad, generosidad…”  (cfr. Semana Santa-Pascua 2017, con Él, Antonio Fernández Velasco).

SE ACERCA SEMANA SANTA

Se acerca la Semana Santa. Tú y yo somos parientes de Jesús. Como dice san Pablo:

somos hijos de Dios. Y si somos hijos, también herederos: herederos de Dios, coherederos de Cristo; con tal de que padezcamos con él, para ser con él también glorificados”

(Rm 8,16-17). 

Como parientes suyos subimos con Él a Jerusalén. Pero piensa bien cómo subes. Si lo haces dudando de sus enseñanzas y su doctrina porque te parece algo ya conocido, repetitivo, trillado, “ciruelo te conocí”. 

O si estamos dispuestos a arreciar en nuestra entrega porque queremos padecer con él, para ser con él también glorificados.

Te puede servir también pensar si les ayudas a los tuyos (a tus familiares, parientes) a vivir bien estas fechas tan importantes. 

Santa María es nuestra Madre. Ella nos acompaña. Le podemos decir con palabras de san Josemaría: 

Virgen María

Madre mía, Virgen dolorosa, ayúdame a revivir aquellas horas amargas que tu Hijo quiso pasar en la tierra, para que nosotros, hechos de un puñado de lodo, viviésemos al fin (…), en la libertad y gloria de los hijos de Dios

 (Via Crucis).


Citas Utilizadas

Via Crucis, San Josemaría

Sabiduría 2, 1. 12-22

Salmo 33

Juan 7, 1-2.10.25-30

Reflexiones

Señor, dame luces para descubrir en mi hogar mi camino de santidad, desde donde estoy quiero caminar siempre a tu lado para ser santo.

 

Predicado por:

P. Federico

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