Qué ternura me dio verlo, cuando fue elegido, con lágrimas en su cara, reconociendo la gran responsabilidad, carga, misión, encargo… me parece que ninguna palabra calza, la tarea inmensa que tiene ahora nuestro Papa, y por esto necesita todas nuestras oraciones y sacrificios. Aun así, lo veo alegre, humilde y silencioso.
La gran sorpresa, para mí, aparte de que juega tenis (y yo empecé a jugar este deporte justo en mayo), es que es agustino. Y no lo van a creer, pero muy poco conozco de san Agustín, aparte de por ahí en la universidad, alguna clase que tuve de filosofía. Y, cuando puse “que dijo san Agustín” en Chat GPT, me dio esta:
«Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti»
Tuve que leerla muchas veces para que de verdad entrara en mi entendimiento. Es verdad. Veo el mundo de hoy, cuánta inquietud, cuánta falta de tranquilidad, de paz, de calma… pienso que estamos todos inquietos, porque no descansamos en el Señor. Y esto se me vino a la mente, al alma… tal vez te llegó algo similar al corazón:
Señor, tú me conoces desde el vientre (Jeremías 1:5). Me hiciste para Ti, con un anhelo que nada en este mundo puede calmar, mi alma te busca y no descansa sin Ti. Reconozco mi inquietud como un signo de que mi corazón está vivo y te busca. No quiero seguir huyendo hacia afuera. Enséñame a entrar en mí misma, a habitar el silencio, y a escucharte en lo profundo. Haz que cada día sea un paso más hacia ti, mi origen y mi destino.
Creo que no es casualidad que el nuevo Pontífice sea agustino, y tenga a san Agustín como inspiración. Un santo, uno de los grandes padres de la Iglesia, un maestro de la interioridad y un buscador incansable de la verdad.
San Agustín de Hipona, tuvo vida fue una peregrinación desde el pecado hasta la luz de Cristo, nos sigue hablando hoy con una fuerza que trasciende los siglos. En un mundo que a menudo nos dispersa y nos fragmenta, San Agustín nos recuerda que la verdadera transformación comienza cuando volvemos al corazón y allí encontramos a Dios.
El Papa León XIV, formado en la espiritualidad agustiniana, comenzó su pontificado con un llamado a la unidad y a la interioridad. Su lema «In Illo uno unum» (“En Él, uno, somos uno”) recoge el anhelo de Agustín por una Iglesia reconciliada, centrada en Cristo. Una iglesia que busca sanar posibles heridas del pasado y que ingresa en un mundo confundido, unida..
Esta visión no es sólo teológica: es una invitación concreta a que tú y yo, desde donde estamos, nos volvamos al Señor en la oración y dejemos que Él renueve nuestra mirada. Puedes pensar… ¿y qué puedo hacer yo, que soy insignificante en la vida de la Iglesia? Pero sí que se pueden hacer grandes cosas, ofreciendo lo más pequeño.
Por ejemplo… puedes ofrecer las molestias, las actividades cansonas, la comida que no disfrutamos, las cosas pequeñas, por el Papa y por sus intenciones. Puedes rezar el Rosario, todos los días, encomendando a nuestro León XIV. Igual, visitar tu parroquia y ponerte a las órdenes del párroco, para ayudar a otros a vivir la vida cristiana en comunidad de oración. Bueno, muchas cosas puedes hacer, desde donde ya estás, y desde tus actividades diarias, sin incomodarte mucho.
Por eso, te invitamos a hacer una pausa. A orar y amar a Dios con San Agustín. Déjate tocar por su testimonio de conversión y por su amor apasionado a la Verdad.
Y sobre todo, a pedir por el Papa León XIV, para que el Señor lo fortalezca en su misión y lo conduzca con sabiduría y humildad. Que, como Agustín, también nosotros podamos decir con sinceridad: “Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé”, y comenzar de nuevo, cada día, con el corazón puesto en Dios.