Llevar a los oyentes a conocer personalmente a Jesucristo, a conversar con Él, a asimilar su mensaje y ponerlo en práctica en su vida cotidiana
Escúchanos
Llevar a los oyentes a conocer personalmente a Jesucristo, a conversar con Él, a asimilar su mensaje y ponerlo en práctica en su vida cotidiana
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La virtud de la esperanza nos impulsa a mirar más allá de esta vida terrenal hacia la promesa de la vida eterna. En el Credo, proclamamos nuestra fe en la resurrección de la carne y en la vida eterna, afirmando que nuestra existencia no termina con la muerte, sino que continúa en el cielo, en plena comunión con Dios. Esta esperanza nos sostiene en las dificultades y nos da fuerza para perseverar en el camino cristiano.
Los que más saben de omo es su hijo son los padres, porque son los que más les quieren.
Clase 6 del Misterio de la Redención.
🕊️ Sanar Heridas: El Bálsamo de la Misericordia. Cómo el perdón trae la paz al corazón atribulado
Jesús dibuja con perfiles tan marcados la arrogancia del fariseo que ninguno querría parecerse a él, sino más bien al publicano humilde. Sin embargo, nos acecha una forma similar de arrogancia, aunque se presente más sutil, puede filtrarse en nuestro comportamiento y en nuestra forma de orar. San Juan Crisóstomo comentaba así este pasaje: “Porque así como la humildad supera el peso del pecado y saliendo de sí llega hasta Dios, así la soberbia, por el peso que tiene, hunde a la justicia.
Nos hiciste Señor para ti, y no descansaremos hasta estar en ti
¿Cuando venga el Hijo del hombre encontrará fe en la tierra? Una pregunta que tenemos que hacernos para poder determinar si estamos viviendo realmente una vida cristiana?
Una meditación sobre Innocent Smith
Jesús escuchó la petición de los diez leprosos, y como suele hacer con todos los personajes con los que se encuentra, les pide a cambio un gesto de confianza, ajustado a la situación personal de quienes le ruegan. En este caso, no les toca, ni les impone las manos. Sencillamente les manda asumir que se van a curar y dirigirse a quien tiene autoridad para declararlos puros de su enfermedad. Y en el camino, quedaron todos curados. Seguro que se llenarían de inmensa alegría, conocida de mucha gente, cuando los sacerdotes verificaron públicamente la curación del grupo. Pero solo el samaritano se acordó agradecido de su benefactor, Jesús, y supo «dar Gloria a Dios» volviendo con acción de gracias a sus pies.
El Señor nos enseña que debemos ser personas de una fe muy grande que se manifiesta en el servicio.