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VANIDAD DE VANIDADES

Todo lo que hay en el mundo es vanidad de vanidades, aprender a tener ese desapego de los bienes terrenales, tener fe implica ver sobrenaturalmente el paso del hombre sobre la Tierra como algo transitorio.

(Pido disculpas porque tengo la voz un poco ronca. No es efecto de algún filtro raro que alguna vez se ha pasado, sino a un catarro que, espero que pase pronto. Está durando mucho).

VANIDAD

Dice la Primera Lectura del libro de la Eclesiastés en este domingo: «Vanidad de vanidades», dice Quoelet,

«Vanidad de vanidades, todo es vanidad». 

Así comienza esta lectura que nos lleva a pensar en las cosas de la Tierra, que se presentan como vanidad de vanidades. O sea, que en realidad no tienen tanta importancia. 

Hablamos de que algo es superfluo, de algo que no es tan importante, algo que sólo es como las plumas del pavo real, que es básicamente vanidad. 

No tienen una función propia, más que esa majestuosidad propia del animal, pero que en realidad es vanidad. Vanidad de vanidades, así nos dice que son las cosas de la Tierra, mientras que las cosas del Cielo son las que realmente funcionan. 

Cuando tenemos una idea de que las cosas de la Tierra son pasajeras, entonces podemos tener una convicción más fuerte de que el resto es vanidad de vanidades. 

Y tenemos esa visión, que es una visión de fe, que todo nos lleva a hacer que se fructifique en el Cielo, entonces claro, las cosas cambian. 

En cambio, cuando es al contrario, cuando pensamos que sólo lo de la Tierra funciona, aquí nuestra meta es evitar todo sufrimiento y lograr la mayor cantidad de éxitos personales en la vida.

Pero estamos aquí realmente sólo de paso. Y cuando nos esforzamos por hacer que sólo la vida de aquí funcione bien, entonces claro, estamos perdiendo de vista lo principal, y nos quedamos en esta vanidad de vanidades. 

VISIÓN DEL MÁS ALLÁ

Hace unos pocos días, un chico que está bastante enfermo, y lo sigo porque lo conozco a él y a varios de sus amigos. Es un chico bastante joven, 20 años, y tiene una enfermedad muy grave.

Sus amigos no entienden lo que le está pasando, porque claro, tienen sólo la vida del mundo como si fuera la única e importante. 

Es terrible todo lo que le ocurre y realmente es fuerte. Pero se presenta como algo casi intolerable, porque no tienen una visión del más allá. Y al contrario, lo único que importa es esta vida, si se pierde esta vida se pierde absolutamente todo…

Y eso no es lo que nos dice la fe, hacia allá no nos lleva nuestra mirada de misericordia. 

Si Dios es un padre bueno, ¿por qué permite el sufrimiento en el mundo? Esta pregunta que muchísimas veces se han hecho, no sólo filósofos sino todos los hombres que han visto a los débiles y a los buenos sufrir, ha sido realmente en algunas ocasiones motivo de escándalo y de huir de Dios.

Pero en otras ocasiones, ha sido la fórmula de conectar definitivamente con Él, de darse cuenta de que esta Tierra es pasajera, de que no tenemos aquí ninguna ciudad permanente. 

En el caso de que no hayas oído hablar de esta curiosa costumbre de los santos, de meditar sobre la muerte, aquí tienes unos cuantos ejemplos.

MUERTE

VER LA MUERTE

Por ejemplo de San Francisco de Sales, que algunas veces llamaba para que la gente se imagine cómo iba a ser su muerte.

Imagínate a ti mismo en tu lecho de muerte en las últimas, sin la mínima esperanza de recuperación. Y seguía, muchos mueren de repente inesperadamente por la mañana. Piensa que no te alcanzará la tarde… Y cuando llegue la tarde, que no te atrevas a prometerte la mañana…

Eso en cambio lo dice Tomás de Kempis en la “Imitación de Cristo”: “Imagínate en la presencia de una persona que acaba de expirar, mira ese cadáver tendido aún en su lecho mortuorio. La cabeza inclinada sobre el pecho, esparcido el cabello, todavía bañado con el sudor de la muerte. 

Hundidos los ojos, desencajadas las mejillas, el rostro de color ceniza, los labios y la lengua de color de plomo, yerto y pesado del cuerpo… 

Este es de San Alfonso María de Ligorio, que dio una meditación que se llama “Preparación para la muerte”. Y esto, muchísimos santos, no sé si has escuchado de las Carmelitas Descalzas, acostumbran a tener en sus celdas, a veces una calavera, la cabeza, para recordar la realidad de la muerte.

O sea, la muerte es algo que nos ayuda a ver las cosas del mundo como vanidad de vanidades.

MEDITAR SOBRE LA MUERTE

Si, los santos son muy vivos, están llenos de alegría, son muy fecundos en su apostolado. Y entonces, podríamos preguntarnos, ¿por qué esa práctica tan macabra de meditar sobre la muerte?

Es obvio que los santos no pretenden con eso, que nos obsesionemos con la muerte. El fin de su extraño propósito es bastante diferente y paradójico. 

Meditar en la muerte puede enseñarnos a amar realmente la vida y a no ver la vida como lo único, como vanidad de vanidades, porque la muerte es inevitable.

Todos vamos a pasar por ahí, y lo importante es saber estar preparados para el momento en el que llega. La muerte es impredecible, podría suceder esta misma noche, esperemos que no sea así… 

Pero si pasa, estás preparado, o has puesto tus esfuerzos completamente en estos días en la vida sobre la Tierra.

Pensar si es que todo se centra en las expectativas de esta Tierra, tal vez me estoy convirtiendo en un vanidoso. Porque las cosas aquí sobre la Tierra son eso, vanidad de vanidades

Por suerte, siempre tenemos a esas personas que rezan por nosotros, que nos ayudan a ver la parte sobrenatural. Pero es importante destacar, ¿cómo puedo conectar con eso que es sobrenatural…?

LOS BIENES DEL CIELO

Pues yo creo, que los santos nos ayudan con la meditación sobre la muerte, pensar que algún día vamos a morir y que no nos vamos a llevar nada…

Ni las tierras que tienes, ni el dinero en el banco, ni tus vidas en fornite, ni en los juegos de video que hayas hecho…

Ni los intereses de los préstamos que hayas dado, nada de eso, todo se quedará aquí en la Tierra.

Por eso es interesante que el Señor le dice también a ese rico cuando Lázaro, el pobre, no ha recibido ninguna atención por parte suya y muere Lázaro. 

Y el rico, que solo se dedicaba a banquetear y que no se fija que Lázaro estaba en su puerta, no ha recibido los bienes en esta Tierra, ni recibido los bienes y ahora te toca expiar.

Mientras que Lázaro que había recibido males, él entra directo al Reino de los Cielos, hay una conexión realmente muy cercana en poner toda la expectativa en los bienes de la Tierra.

MUERTE

Porque cuando eso sucede, los bienes del Cielo pasan a segundo plano, como si no tuvieran realmente importancia.

Que al contrario, cuando uno tiene bienes en la Tierra, lo sepa poner al servicio de los demás, para que ese concepto de doctrina social de iglesia que se llama el destino universal de los bienes, se haga realidad.

Y que no te quedes jamás con esa percepción de que es absolutamente tuyo, porque todo, absolutamente todo lo que has recibido, viene de Dios.

VISIÓN DEL CIELO

 Dios ama al que da con generosidad y al resto, nos irá pidiendo cuentas de las cosas que nos ha dado, y que nosotros nos dimos tal vez considerado como absolutamente nuestras.

Tanto que se han vuelto vanidad de vanidades, algo que nos quita esa cercanía con Dios.

Vamos a pedirle hoy a la Virgen María que nos ayude a tener esa visión mucho más cercana del Cielo. Que el Cielo nos lo ganamos aquí en la Tierra con todos estos actos de generosidad hacia los demás.

También preparando nuestra alma para que no esté pegada las cosas materiales, sino que vea eso como vanidades que pueden estar o no pueden estar, pero mi felicidad nunca va a depender de ellas, sino que dependerá de mi conexión con Dios.

Jesús, queremos estar cada vez más cerca de Ti. Ponemos estas intenciones en manos de Tu Madre, la Virgen.


Citas Utilizadas

Ecl 1, 2; 2, 21-23

Sal 89

Col 3, 1-5. 9-11

Lc 12, 13-21

Reflexiones

Señor, ayúdanos a tener una visión sobrenatural, que mi tiempo aquí en la Tierra es pasajera. El Cielo es eterno, es mi destino, es mi verdadera felicidad.

Predicado por:

P. Juan Carlos

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