EL FINAL DE LOS TIEMPOS
El Evangelio de hoy y en general de esta semana, es el Evangelio de San Lucas, en el capítulo XXI, en que nos hace considerar el fin del mundo.
Habla, profetiza de que todo se va a terminar. Es algo que nosotros lo creemos por la fe y también nos lo confirma la ciencia. Que este mundo es pasajero.
Que el Universo conocido terminará en la fecha decretada por la sabiduría de Dios. Y su final será anunciado para que el mundo pueda arrepentirse y prepararse para la parusía, es decir, para la venida gloriosa del Señor al final de los tiempos.
Y si el mundo se va a acabar, de alguna manera todos podemos tener un poco, cierta certeza de que no nos va a tocar. Por simple ley de la probabilidad.
Sería muy raro que nos tocará el fin del mundo, pero creo que eso no es lo importante.
Lo importante no es que me vaya a tocar, o que no me vaya a tocar. Digo que quizá lo más probable es que no me toque el fin del mundo, pero lo que sí me va a tocar es el fin de mi vida.
Y al final, para el caso, pues es lo mismo. Siempre considerar, ya sea el fin del mundo o el fin de nuestra existencia terrena, que esas si que la tenemos totalmente segura, y que nadie sabe ni el día ni la hora. Pues nos hace replantearnos muchas cosas.
Ahora que estamos a la puerta del Adviento, que es esa temporada litúrgica, esa época de búsqueda de Dios, que de alguna manera nos remite a los magos, que buscan a Jesús, que buscan la estrella que les lleva a Jesús.
BUSCAR A DIOS
Pues tú y yo también podemos replantearnos nuestra vida en este sentido. Como de una búsqueda de Dios, revisar y repasar: ¿cómo estoy buscando el sentido de mi vida? ¿Cómo estoy buscando llenar ese vacío que siento en mi interior?
Se ha hablado mucho de que vivimos en una nueva era, que no es una época de cambios, sino un cambio de época que en muchos lugares ya se puede denominar post-cristiana.
Es decir, una era en la que ya mucha gente de cuna, no ha oído hablar de Jesucristo. Y sin embargo, pues muchas personas, muchas chiquillas y chiquillos, muchos niños y niñas, jóvenes, están buscando a Dios.
Están buscando el sentido de su vida porque no les satisface lo que tienen.
Un ejemplo es, esta cantante que acaba de estar en México dando entrevistas, presentando su nuevo álbum. Ella es muy famosa, ha roto récords de miles de millones de escuchas en Spotify, YouTube, etc.
De pronto, saca un nuevo álbum, que es como una búsqueda de Dios. Me encontré con un diálogo que tiene con una amiga, ella es de origen catalán, la cantante se llama Rosalía y como que le confiesa a su amiga que ella siente ese vacío.
Y habla con franqueza. Una de esas franquezas que resuena en la juventud de nuestro tiempo. De alguien que ha conseguido lo que el mundo llama fama y sin embargo se siente vacía.
UNA CONFESIÓN
Entonces le dice con franqueza, le dice a su amiga, es una confesión que te voy a leer, es un poco larga, pero creo que vale la pena.
Le dice a su amiga, “yo tengo un deseo, o sea, yo no sé si a ti te pasa esto, pero yo tengo como un deseo dentro de mí, que yo sé que este mundo no lo puede satisfacer.
O sea, no sé si a ti esto te pasa, pero yo me he pasado toda la vida, teniendo esta sensación de vacío. De saber que este mundo no podrá llenar de este vacío.
Y entonces, es cómo te confundes a veces porque dices, a lo mejor con algo material lo puedo cumplir, o a lo mejor con una experiencia, un lío en el que me meto, me lo puede llenar, o incluso las relaciones románticas, ¿sabés?
De golpe, a lo mejor las relaciones románticas, pones a la pareja de golpe en un pedestal tipo me dará la felicidad, la paz, y no.
A lo mejor estamos confundiendo este espacio. ¿Será que este espacio, a lo mejor es el espacio de Dios? Es el espacio de la divinidad, ¿sabes lo que quiero decir?
Es un espacio que a lo mejor Dios es el único que lo puede llenar y que lo llenará si a lo mejor tú tienes la predisposición, la actitud, de alguna manera, tú te abres a que esto pueda pasar. Y Dios te lo da”
ENCONTRAR A JESÚS
Bueno, ésta es como la confesión que le hace a su amiga. Y su amiga está cada vez más perpleja.
Y termina contestando a su amiga: “Oye, ¿qué? ¿Tú eres una monja de clausura? Y le responde, ya, le responde a Rosalía, ya, es como después de todo, no sé, quizás.
Es un camino tan precioso, ¿no? O sea, yo admiro mucho a las monjas. Por ejemplo, es como que me parece increíble, son como ciudadanas celestiales” (Cf. palabras de Rosalía).
Bien pues, lo leí coloquialmente, ¿verdad? Me lo encontré en Catalán, que es el idioma original de esta niña, y lo leí tal cual traducido al castellano.
Pero no sé, de alguna manera, me recuerda un poco a san Agustín en el sentido de un hombre que está buscando y busca Dios en el placer y busca Dios en la sabiduría y no lo encuentra ni en el placer, ni en la sabiduría, ni en el éxito, ni en lo que el mundo llama felicidad, y termina encontrando a Jesús.
Yo no sé si esta chica va a encontrar a Jesús. Lo cierto es que mucha gente está encontrando a Jesús. Tú y yo, que hemos recibido a Jesús desde muy jóvenes, pues también hemos experimentado este vacío…
A mí de alguna manera también, como que me recuerda mi propio itinerario vocacional, como de sentir ese vacío que no lo puede llenar, nada material, ninguna experiencia. Y quizá a ti y a mí nos pasa un poco lo mismo.
¿CÓMO LLENAR ESE VACÍO?
Me voy a comprar esto, porque eso sí va a llenar mi vacío. Y nada. Desilusión, frustración…
Voy a hacer ese viaje, porque eso sí va a llenar mi vacío. Y no… Me voy a casar, porque eso sí va a llenar mi vacío… Y le podríamos seguir, ¿verdad?
Voy a tener hijos, y eso sí va a llenar mi vacío… y tampoco. Voy a tener un perro, y tampoco. Poner una casa de campo, y nada…
O mejor párale, ¿no? Mejor párale y reconoce que nada ni nadie te va a llenar en este mundo. Y este reconocimiento es fundamental.
Existe un espacio interior que por su propia naturaleza es divino, es un vacío que solo Él puede llenar.
Y qué buena oportunidad nos da el Adviento para tener esta predisposición de la que habla Rosalía, ¿no? de tener una actitud a que esto pueda ocurrir
¿Y cuál es esta predisposición? La de los Reyes Magos, que se lanzan, que dejan atrás toda la comodidad para lanzarse en búsqueda de lo que verdaderamente puede llenar su corazón.
EL ESPACIO DE LA DIVINIDAD
¿Será que este espacio a lo mejor es el espacio de Dios? El espacio de la Divinidad.
Vamos a terminar con esa seguridad. No hay algo que nos confirme lo que siempre. No hay en esta revelación de esta cantante, lo que siempre hemos escuchado en los Evangelios, que todo ser humano, antes o después, se encuentra exclamando con Pedro:
«Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna».
Y resuena el eco de esas palabras del Papa de hace 25 años en el Jubileo anterior:
«Sólo Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios y de María, la palabra eterna del Padre, que nació hace dos mil años en Belén de Judá, puede satisfacer las aspiraciones más profundas del corazón humano».




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