ESCUCHA LA MEDITACIÓN

REÍR Y LLORAR

“La alegría y el dolor surgen de la misma fuente, el corazón del corazón”. Que nuestro corazón esté puesto en Jesús y en sus cosas. Así reiremos cuando Él ría y no nos importará llorar porque lo haremos con Él.

Hace unos años leí una novela que se titula Cosas que nadie sabe. Un título bastante sugerente la verdad. Y entre esas “cosas que nadie sabe” el autor comenta lo siguiente:

Margherita [que así se llama la protagonista] reía hasta las lágrimas, las mismas que el dolor había producido poco antes. Quién sabe si estaban compuestas de lo mismo. Ningún científico se ocupa de estos experimentos fundamentales. Lo seguro es que la alegría y el dolor surgen de la misma fuente, el corazón del corazón.

El corazón no es sino una fila de habitaciones, cada vez más pequeñas, una entra en la otra por una pequeña puerta cerrada y por escaleras que bajan. En total son siete habitaciones. El corazón del corazón es la séptima, la de más difícil acceso, pero la más luminosa porque las paredes son de cristal. La alegría y el dolor llegan de esa habitación y son la llave para entrar. La alegría y el dolor lloran las mismas lágrimas (…) y lo que importa en la vida es mantener intacto ese trocito de corazón, tan difícil de alcanzar, tan difícil de escuchar, tan difícil de regalar, porque ahí todo es verdadero

(Cosas que nadie sabe, Alessandro D’Avenia).

Desde que leí esto por primera vez me impactó la manera de explicar algo tan difícil de entender o algo tan “desconocido” … Justo una de esas cosas que tal vez nadie sabe.

Esas palabras: “La alegría y el dolor lloran las mismas lágrimas” se me venían a la cabeza al escucharte Jesús en el Evangelio de hoy:

«En verdad, en verdad les digo que llorarán y se lamentarán y en cambio el mundo se alegrará; ustedes estarán tristes, pero su tristeza se convertirá en alegría.

La mujer, cuando va a dar a luz, está triste porque ha llegado su hora, pero una vez que ha dado a luz un niño, ya no se acuerda del sufrimiento por la alegría de que ha nacido un hombre en el mundo.

Así pues, también ustedes ahora se entristecen, pero los volveré a ver y se les alegrará el corazón y nadie les quitará su alegría. Ese día no me preguntarán nada. En verdad, en verdad les digo: si le piden al Padre algo en mi nombre, se los concederá»

(Jn 16, 20-23).

Tus palabras Jesús hablan de alegría, pero las dices un poco sombrío…, casi se te escapan las lágrimas. Los apóstoles estaban acostumbrados a verte sonreír y reír, pero ahora, ante el peso de lo que dices a ellos les entra tristeza y se les llenan los ojos de lágrimas.

Se acerca la Pasión con sus lloros y sus dolores, pero después vendrá la alegría de la Resurrección.

Yo aprovecho para decirte: “Quiero alegrarme contigo. Yo quiero alegrarte a Ti”.

una alegría

JESÚS RIÓ ACOMPAÑADO DE LOS SUYOS

Los santos evangelios no nos relatan cuántas veces rió Jesús acompañado de los suyos. Más que a la vida pública, esos gestos pertenecían a la intimidad del Señor, que compartió con sus amigos y por ello no han llegado hasta nosotros.

Pero Jesús –nadie lo dude–, el mismo Jesús a quien ahora vemos llorando, rió mucho y rió bien. Es cierto que sonreía más de lo que reía, pero también dejaba escapar, cuando hablaba con los Doce, carcajadas limpias que eran seguidas por las de los apóstoles o respondía con risas a las ocurrencias de los suyos. La risa de Jesús era clara, alegre. Parecía impulsar al sol en el cielo. Por encima de todo, era contagiosa; resultaba difícil contener la risa cuando Jesús reía. Los ángeles mismos, a su manera, se hacían eco de aquellas carcajadas del Hijo de Dios. También se reía, con cariño, de los suyos y hacía reír a los demás y al propio interesado con sus bromas. Les ponía motes [o apodos], los provocaba y sabía, con sus chistes, alegrar el rostro de sus amigos cuando estaban preocupados. Cuando reía Jesús, el aire mismo se alegraba

(Cristo en su pasión, José-Fernando Rey Ballesteros).

Esa es la sonrisa y la risa que los apóstoles desearían tener para siempre. Por eso te escuchan y les cuesta entender; porque les hablas de alegría y estás dolido; les hablas de tristezas, pero también les prometes que nadie les quitará su alegría.

Pero es que a ellos les queda todavía pendiente la materia de la verdadera alegría y cómo eso supone también superar tristezas. A ti y a mí también nos queda pendiente…

La alegría no es la risa por la risa. De hecho,

hay risas negras. Hay carcajadas tristes como las de los demonios, que incitan al miedo. Son las risas con las que ríe el hombre cuando llora Dios o, peor aún, las que tienen su origen en el llanto mismo de Dios. (…) Hay hombres que ríen cuando ríe Dios y hay otros que ríen cuando Dios llora

(Cristo en su pasión, José-Fernando Rey Ballesteros).

una alegría

Yo quiero reír cuando Tú ríes. No quiero ser causa de tu llanto y, mucho menos, reír al saberte llorando.

Quiero tu alegría. La alegría auténtica. Y quiero esa alegría y el dolor [que] surgen de la misma fuente, el corazón del corazón. Lo quiero siempre y cuando ese corazón esté puesto en Ti, Jesús y en lo tuyo. Sólo así no me importará reír y llorar, porque lo haré contigo…

CAMINAR CON JESÚS

Hace poco leía la siguiente consideración que te comparto:

Un corazón maduro necesita haber hecho un descubrimiento fundamental: ser feliz no es lo mismo que sentirse bien. Para entenderlo con más facilidad pensemos (…) en un camino, como metáfora de nuestra vida. Vivir es caminar, transitar distintos paisajes, climas, situaciones, es dirigirse a un destino. Esperamos encontrar en esa meta todo lo que deseamos. La fe nos ayuda a descubrir anticipadamente que en esa meta nos espera «lo que nadie vio ni oyó y ni siquiera pudo pensar, aquello que Dios preparó para los que lo aman»; es decir, la satisfacción nunca imaginada de nuestros deseos de felicidad. Allí esperamos llegar. Por eso caminamos. Por eso vivimos.

[Ahora,] mientras caminamos hay momentos de buen clima y buen ánimo y otros de viento o tormenta, pocas ganas o sentimientos que no estimulan. Hay partes del camino amables y suaves, hay otros empinados y pedregosos. Nos acompañarán a veces paisajes deslumbrantes y en otras ocasiones un suelo seco y polvoriento, sin especial relieve. Todo caminante sabrá que no siempre se siente impulsado y alegre. Lo que buscamos es algo que está al final del camino. No tendría sentido instalarnos en el sendero, dejar de caminar, tanto porque no me siento bien, como porque aquí me siento muy bien. Lo importante es no dejar de caminar

(Ciento por uno, Fernando Cassol).

Jesús, quiero caminar contigo y hacia Ti. Aunque no me sienta impulsado y alegre, aunque no siempre me sienta bien. Quiero saber perseverar en el camino y llorar, si es que hiciera falta. Pero te pido que no me dejes. Y que me concedas que las lágrimas que derrame en este camino, tanto las de alegría como las de dolor, provengan del corazón, de mi corazón y que ese esté bien afincado en el tuyo.

Se lo pedimos a tu Madre: Santa María, prepáranos y cuídanos en el camino seguro.


Citas Utilizadas

Hch 18, 9-18

Sal 46

Jn 16, 20-23

Cosas que nadie sabe, Alessandro D’Avenia

Cristo en su pasión, José-Fernando Rey Ballesteros

Ciento por uno, Fernando Cassol

Reflexiones

Jesús, yo quiero reír cuando Tú ríes. No quiero ser causa de tu llanto y, mucho menos, reír al saberte llorando.

Predicado por:

P. Federico

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