ESCUCHA LA MEDITACIÓN

UN NUEVO CORAZÓN

¿Qué es ese vino nuevo que Dios quiere ofrecernos? ¿Y por qué Dios habla de nuestro corazón como ‘odres nuevos’ para recibirlo adecuadamente?

VINO NUEVO

Hace unos meses llegó una familia nueva al colegio donde soy capellán. Y entonces, hablando con la mamá, le decía: —Señora, no se preocupe, hoy que es el primer día de escuela de su hijo, su hijo va a regresar con los pantalones rotos. 

La mamá, lejos de asombrarse, de molestarse, se puso feliz. —Sí, eso es precisamente lo que yo quiero. Que mi hijo juegue, que mi hijo se la pase en el piso, que mi hijo coma a tierra, que agarre defensas, que vuelva con los pantalones rotos. 

Y esto pasa con relativa frecuencia. Tanto así que un día hablé con un niñito de primaria, pues me tocó aguantar bastante la risa.

Porque cuando miré, no era que tuviera parches en los pantalones, ¡es que todo su pantalón era parche! 

Ya tenía agujeros por todos lados, que su mamá no estaba dispuesta a cambiar por un pantalón nuevo, siempre y cuando se pudiesen poner parches a ese viejo pantalón. 

Y todo esto te lo cuento, porque hoy habla un poco de esto el Evangelio.

«Jesús dice: Nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino nuevo revienta los odres, se derrama y los odres se echan a perder. El vino nuevo se echa en odres nuevos, y así ambos se conservan». 

POR AMOR A DIOS

Bueno, este lenguaje puede ser un poco oscuro para nosotros, porque al menos aquí en Latinoamérica no tenemos tanta costumbre del vino, al menos no en tantos sitios, o al menos aquí en el Caribe.

¿Qué nos quiere decir el Señor con esto? 

Vamos a imaginarnos por un momento, aquella época en la que era muy frecuente, en los tiempos de Jesús, el usar odres, que eran esos recipientes de cuero donde se guardaba el vino. 

Y el vino nuevo, como tenía todavía que fermentar, producía gases, y esos gases hacían que el odre se expandiera. 

Claro, si el odre era viejo y rígido, no hay modo de que pudiese soportar toda aquella presión de la expansión de los gases del vino, y terminaba rompiéndose.

Pero, si era un odre nuevo, flexible, resistente, ahí sí que podría adaptarse y contener ese vino que estaba totalmente lleno de vida todavía. 

Bueno, el Señor nos invita a hacer odres nuevos, a ser personas con ideas frescas, de tener más pasión, ser más creativos y tener más ganas de hacer las cosas bien. Si hace falta, hacerlas diferentes.

Por lo que realmente, Dios ha puesto en nosotros ese fuego en nuestros corazones, que es el motor que hace que uno quiera hacer las cosas por amor a Él. 

corazón nuevo

¿CÓMO ES NUESTRO CORAZÓN?

Ese es el vino nuevo, que es su amor, que es su Espíritu.

Pero ahora, la pregunta del millón es, ¿en dónde está cayendo ese vino nuevo del amor de Dios? ¿Cómo es ese corazón nuestro? ¿Es un corazón viejo, un corazón rígido, aferrado a los propios criterios, al propio modo de hacer las cosas? 

Obviamente, nosotros somos personas de costumbres, y esto es un mecanismo muy natural que obviamente nos facilita la vida. 

Si tuviésemos que pensar, cómo hacer cada cosa desde cero en cada momento, pues terminaremos locos. 

Pero por fortuna existe la memoria, por fortuna existen las tradiciones que nos preceden, que están pensadas por personas que seguramente eran más inteligentes y más sabias que nosotros.

El Señor no está yendo aquí en contra de todo aquello que nos pide, es que incluso teniendo esos mecanismos habituales de funcionamiento a través de las tradiciones, a través de las costumbres. 

No perdamos esa flexibilidad que solamente puede tener un corazón enamorado. 

En el fondo, con este odre, lo que el Señor quiere decir es un corazón nuevo, un corazón flexible. Y así, aunque uno tenga, le da que tenga. 

DIOS ES CAPAZ

Esto es posible, porque el Señor nos invita y, aparte, porque bueno, hay una consideración, me parece a mí muy buena, que es esa frase que aparece en el Apocalipsis, donde

«Dios dice: —Yo hago nuevas todas las cosas». 

Claro, aquí Dios está refiriéndose a hacer un Cielo nuevo, una Tierra nueva, donde no habrá más dolor, más sufrimiento y donde todo será espectacular.

Y ahora, porque este Dios que es capaz de hacer una nueva creación, de hacer nuevas todas las cosas, no será capaz también de renovar este corazón nuestro, que puede haber sido endurecido por algún suceso malo en el pasado. 

No sé si decir trauma también, pero sí puede ser que por el motivo que sea, nuestro corazón haya perdido flexibilidad. 

Dios es capaz de hacer nuevas todas las cosas, incluso este pobre corazón nuestro, viejo, que se ha vuelto rígido.

Creo que es ocasión de oro, este Evangelio de hoy, para pedirle al Señor: ‘Señor, así como tú quieres, yo también quiero ser un hombre nuevo’. 

¿Y qué significa esto? Significa, entre otras cosas, ser flexibles, ser abiertos al modo de pensar de las demás personas.

¿QUÉ QUIERE EL SEÑOR DE MI?

Estar abiertos al cambio, cuando haga falta, estar dispuestos a escuchar lo que Dios quiere de nosotros. 

Ser odres nuevos es atreverse, no tener miedo, no quedarse allí en el balcón, vivir la fe de una manera fresca, de una manera auténtica, sin miedo a cuestionar lo que no funciona, pero siempre con humildad y amor.

Señor, ¿qué es lo que quieres? (…)

Y ser odre, yo creo también, tiene que ver con la flexibilidad que da rapidez para responder que sí al Señor. 

En estos días he estado hablando con un amigo y resulta que viene y me dice: —Padre, ya sé qué es lo que me voy a tatuar. Es que veníamos hablando con antelación de esto, del tatuaje, que si era pecado o no era pecado…

Entonces se quedó con la idea de que si se conseguía una frase que valiera la pena recordar siempre, se la tatuaba.

Obviamente que no fuese ofensa a Dios. 

Y entonces me dice: —Padre, ya sé qué es lo que me voy a tatuar. Conseguí la frase en Tik Tok.

Claro, yo estaba poniéndome cada vez más nervioso. Y me dice: —Padre, lo que me voy a tatuar dice así: “Procrastinar es el orgullo de pensar que Dios aún nos debe un día de vida”. 

Caray, me provocaba incluso tatuarme esa frase.

corazón nuevo

UN CORAZÓN NUEVO

“Procrastinar es el orgullo de pensar que Dios aún nos debe un día de vida”. 

Y obviamente, quien procrastina, muchas veces es porque ha perdido flexibilidad en el corazón, porque ha perdido impulso. 

En cambio, una persona enamorada no se plantea procrastinar lo que debe, lo que toca en cada momento.

No se queda sentada perdiendo el tiempo en internet. No retrasa las grandes decisiones de la propia vida. Porque cuenta con cada minuto, con cada segundo como un regalo de Dios.

Y de nuevo, eso es tener fuelle, eso es tener impulso, y eso solo es posible en un corazón que es así, nuevo, un corazón vigoroso. 

Por eso el Señor nos pregunta también el día de hoy: ¿Tú, con la edad que tengas? ¿Estás listo para ser un odre nuevo? ¿Para renovar tu corazón? ¿Estás dispuesto a dejar que ese amor de Dios, que esa fuerza de Dios, que ese espíritu transforme en tu vida y también la vida de los que te rodean? 

No nos podemos conformar con lo de siempre. No vamos a dejar que el acostumbramiento, que la presión social, que el que dirán, apague ese fuego que Dios ha querido poner en nuestro corazón. 

SER AUTÉNTICOS

Vamos a ser valientes, vamos a ser creativos, vamos a ser auténticos. 

Que no es otra cosa que preguntarle una y mil veces al Señor: —Señor, ¿qué es lo que quieres Tú? Señor, ¿qué quieres Tú que haga? Yo, hoy y ahora (…)

Señor, ¿qué quieres Tú que yo le responda a esta persona? ¿Qué consejo quieres que le de? (…)

O al revés, Señor, ¿será que quieres que yo calle ante esto que me han dicho y que no me ha gustado tanto? (…)

Señor, ¿cómo quieres que reaccione ante esta situación que ordinariamente me hace perder la paciencia? (…) 

Eso es tener un corazón joven. 

Y bueno, tenemos el ejemplo de nuestra Madre, la Virgen, porque ella, en todo momento, supo decir que sí al Señor, inmediatamente y sin temor a complicarse la vida. 

Sin temor al qué dirán, solamente pensando en esa amabilísima voluntad de quien la ama con locura.

Nuestra Madre joven, nuestra madre ya adulta, diciendo siempre que sí al Señor, con un corazón abierto, con un corazón flexible, un corazón donde cabe perfectamente ese amor de Dios.

LA LLENA DE GRACIA

Por eso, en cada Ave María la llamamos «Llena de gracia». Esa gracia que supo entrar, que supo tomar posesión del alma de nuestra madre, y que en cierto modo nos da como una vía de la buena. 

Madre mía, danos un corazón como el tuyo, un corazón siempre joven, un corazón siempre flexible, creativo, y dispuesto a adaptarse del mejor modo posible a esos planes que nuestro Padre Dios tiene para nosotros.


Citas Utilizadas

Gn 27, 1-5. 15-29

Sal 134

Mt 9, 14-17

Reflexiones

Madre mía, dame un corazón como el tuyo, un corazón joven, flexible, creativo y dispuesto a adaptarse del mejor modo a los planes que Dios tiene para mi.

Predicado por:

P. RAFAEL

¿TE GUSTARÍA RECIBIR NUESTRAS MEDITACIONES?

¡Suscríbete a nuestros canales!

¿QUÉ OPINAS SOBRE LA MEDITACIÓN?

Déjanos un comentario!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

La moderación de comentarios está activada. Su comentario podría tardar cierto tiempo en aparecer.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.


COMENTARIOS

Regresar al Blog
Únete
¿Quiéres Ayudar?¿Quiéres Ayudar?