Comienza el Evangelio de este domingo hablando de que,
«Jesús dijo a los fariseos que había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo, y cada día hacía espléndidos banquetes.
En su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado lázaro que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico»
LA VIDA DE LÁZARO
Da un dato que es terrible,
«hasta los perros iban a lamer sus llagas».
Luego cuenta que es lo que pasó:
«El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado».
Claro, el bueno que era el pobre se llamaba Lázaro, va al al lado de Abraham, al seno de Abraham, o sea al Cielo. Y el otro se va a los infiernos.
Ahora es interesante fijarse aquí, cuando habla del rico, no dice que era un mal tipo, no dice que cometía pecados o que vivía haciendo el mal a los demás.
No. Más bien dice que era un rico qué se vestía bien, se vestía de púrpura; quiere decir que era un hombre con elegancia y que tenía alguna relación con las casas nobles.
Dice también de lino finísimo, o sea que tenía medios. Y que cada día hacía espléndidos banquetes. Eso es lo único que habla de este hombre.
Mientras que el otro, estaba afuera y el rico no se daba cuenta de las penurias que pasaba el pobre en su puerta.
Claro los dos reciben distintas recompensas, porque mientras Lázaro, que es el pobre, es acogido en los Cielos, el otro tiene que enfrentarse con la pena del Infierno.
ANTE LAS NECESIDADES AJENAS
Quería hacer una pequeña introducción a este tema, Señor, en este diálogo de hablar con Jesús, para fijarnos cómo nos puede venir también a nosotros la tentación fácil de olvidarnos de las necesidades de los demás…
De meternos en nuestra propia vida, dejando que los demás se las arreglen.
A veces, porque tenemos los medios para estar tranquilos nosotros, vestirnos bien, recio abolengo se decía, de los que provienen de una familia con muchas raíces.
Que tienen la posibilidad de darse banquetes todos los días. Y que no hacen mal. No es que roban, no es que se divorcian, no es que buscan a la mujer del prójimo,…
¡No, nada de eso! Sino que simplemente no ven a los que sufren y que están a su alrededor.
Señor, yo no quiero que me pase esto. Yo no quiero que mi vida se vaya convirtiendo en un solo vivir para mi propia satisfacción.
Hay que darnos cuenta que el mundo nos presenta esta tentación constantemente.
Los expertos en marketing nos quieren vender constantemente que lo único que tenemos que hacer es comprar, consumir, que ahí está la felicidad.
Y la verdad, es que ahí no se encuentra la felicidad. Pero lo más grave aún es, que tampoco está la felicidad eterna que nos jugamos cuando ponemos nuestro corazón y nuestra atención solo esas cosas.
EL CONSUMISMO
Por eso tenemos que estar atentos a la tentación del consumismo, una tentación que va a estar siempre presente en nuestras vidas.
A todos nos gusta tener un mejor teléfono, o cambiar de carro, o una computadora más veloz.
Sin embargo cuando nuestro prójimo sufre, no es como lo más lógico que nosotros le abramos las puertas a estas necesidades, a estos gustos, o inclusive a estos caprichos.
Que tengamos claro que no podemos subestimar la tentación, de hecho, nosotros que vivimos en medio del mundo, tenemos que estar atentos para que no nos gane la tentación.
El Titanic llevaba en su proa una inscripción blasfema, no sé si la has escuchado alguna vez. Decía: “Señor, ni Tú puedes con nosotros”.
Y este barco, el Titanic, fue conocido no solo por el espectáculo del hundimiento, sino también por ser el único trasatlántico en la historia de la navegación, nunca llegó a un puerto. Pues la catástrofe tuvo lugar en el mismísimo viaje de inauguración.
Y todo, por no querer reconocer sus hacedores, o sea los que lo hicieron, la indigencia del barco ante aquel gigantesco y frío Atlántico del Norte, que estaba plagado por icebergs; por esos témpanos gigantes.
VER SOLO UNA PARTE
Y te hago la referencia al Titanic, porque las tentaciones como ésta, del consumismo, suelen ser semejantes a esos icebergs, a esos témpanos, que muestran solo una parte de lo que se viene.
Y si hay una colisión con ellas, a veces no eres consciente que la masa visible es del diez por ciento, mientras que debajo del agua, el noventa por ciento es lo que realmente te destroza.
Del mismo modo, aunque las tentaciones que navegan por nuestra imaginación sin pavonear su grandeza no tienen apariencias de gran peligrosidad, ten en cuenta que tal vez solo te muestran el diez por ciento de las desgracias humanas que pueden ocasionar.
Si dialogamos con las tentaciones, omitiendo o rechazando contundentemente… O pensamos que podemos ganarles a pulso, y jugar un rato con ellas…
O consideramos que las consecuencias negativas de seguirlas del juego no son para tanto, no es tan grave lo que puede pasar, es probable que la historia posterior se encargue de señalarnos que solo estábamos vislumbrando el diez por ciento del daño a producirse; y que luego, debamos lamentarnos.
Como decía san Agustín,
“Hacía siempre lo que quería, y siempre llegaba donde no quería”.
SER HUMILDES Y AYUDAR
Ten presente que la manzana de Adán y Eva fue una tentación cuyas consecuencias negativas persisten hasta ahora… Y la tentación parecía pequeña… ¡una simple manzana!
Sé consciente de que hay matrimonios y familias destruidas por las sospechas de adulterio, originadas a veces en conductas imprudentes, que nunca se pudieron clarificar…
A veces, un mensaje que parecía más íntimo. Tal vez una simple pero confusa conversación telefónica, y eso va sembrando una serie de dudas.
Recuerda que hay gran cantidad de amistades que se rompen o por lo menos se deterioran, porque alguno no resistió la tentación de morderse la lengua para evitar un pequeño e inoportuno cambio de palabras.
Por lo tanto, si el lema para la proa del trasatlántico del Titanic hubiera sido “ningún enemigo es pequeño cuando se le desprecia”, capaz ese barco hubiera seguido flotando hasta ahora.
Sería oportuno que nosotros tuviésemos grabadas estas palabras en nuestras almas, para enfrentar las tentaciones con más humildad.
Que nos acordemos que si queremos ser como Lázaro, que va al Cielo, aunque tengamos una vida desahogada como el rico, nuestra forma o nuestra fuerza estará en fijarnos en los demás, en ayudar a los demás.
DESEO DE SERVIR
En cambio, si sucumbimos a la tentación de fijarnos solo en nosotros, de ser egoístas, tal vez no hagamos el mal, pero estamos cayendo ante una tentación, que nos puede traer incluso el infierno.
El estar pendientes solo de nosotros, esto, la Virgen María lo sabía muy bien y por eso puso en tantos corazones “ese deseo de darse a los demás” de “servir”
Servir, es el motor de tantas conversiones, por ayudar al prójimo en situaciones difíciles, en un hospital, en un orfelinato, en un sitio de enfermos, o de personas mayores…
O simplemente en la familia estar disponible para hacer gestiones a una tía que ya no puede, o a una abuelita que le cuesta más…
Todas esas cosas son servicio, y el Señor lo pagará con creces.
Que la Virgen María nos ayude a fijarnos quién necesita nuestra ayuda, para que nunca nos dediquemos solo a banquetear y a vestirnos bien, sino que estemos con los ojos abiertos para ayudar a los demás.