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SUERTUDO

“Suerte” la de Matías y “suerte” la tuya y la mía. Dios no llama a los capacitados, sino que capacita a los llamados. Todos, a pesar de la suerte, podemos salir un poco “ranas”. Por eso, la oración de unos por otros es nuestra mejor arma.

Al inicio de su vida pública, Jesús, Tú Señor, elegiste a doce de tus discípulos y los nombraste apóstoles. Formaban el grupo de los más íntimos y ellos son a los que les darías la misión de ser los pilares de la Iglesia (doce, como doce habían sido las tribus del pueblo de Israel…).

Pero, resulta, que después de la Resurrección y Ascensión al Cielo, tiene lugar la escena de los Hechos de los Apóstoles de la primera lectura de la misa de hoy.

Habían quedado sólo once, porque Judas Iscariote dejó su asiento vacío…  Pedro, entonces, le dice a los demás que se necesita sustituir a Judas. Lo dice Pedro; y no dejamos de dar gracias a Dios por darnos siempre a Pedro, a quien hoy llamamos León.

Pues Pedro (el primer Pedro) pone dos condiciones para el candidato: haber acompañado a Jesús durante su vida pública y ser testigo de la Resurrección.

Un apóstol y, aquí podríamos decir también, un cristiano, no puede ser un mero espectador o un seguidor a distancia, sino alguien que viva la vida de Cristo y apunte a eso. Que sea testigo de las acciones de Dios y se deje interpelar por ellas.

Lo echan a suertes y la suerte le cae a Matías.

¡Qué suerte la de Matías! ¡Qué suertudo!

Aunque no es que sea simplemente “suerte”, pura coincidencia, casualidad. Porque: ¡allí está la providencia Divina!

CAPACITA A LOS LLAMADOS

Dios suele actuar un poco así: elige al pueblo judío (porque hay que elegir un pueblo), elige a doce apóstoles, porque hay que elegir a doce (por las tribus de Israel), elige a Matías porque hay que sustituir a Judas…

Como dicen: “No llama a los capacitados, sino que capacita a los llamados” …

Y, de repente, alguno le sale rana… Como el Iscariote…

Todos le salen un poco ranas la verdad…: el pueblo judío, Pedro y los demás (que lo abandonan) …

suerte

Tú y yo hemos nacido en un hogar cristiano, por “suerte”. Dios ha querido que tuviéramos la “suerte” de conocerlo, de recibir formación cristiana, de frecuentar los sacramentos.

¡Somos unos suertudos! ¿Qué tan conscientes somos de esto…? Porque todos podemos salir un poco ranas

«No son ustedes los que me han elegido, soy Yo quien los he elegido y los he destinado para que vayan y den fruto y su fruto permanezca»

(Jn 15, 16).

Cuántos cristianos piensan todavía que son ellos los que han elegido a Dios; por supuesto que lo hacemos libremente y le seguimos, pero porque antes Él nos ha elegido.

Descubrir esto es clave, es empezar de la base que nuestra vida es respuesta a una vocación, a una llamada de Dios. No es actuar así a lo loco.

Qué ridículo hacen los que atropelladamente responden antes de saber la pregunta (hay que enterarse de dónde estoy parado y por qué).

Y qué rico saber que no voy solo. Dios nos va marcando el camino para que lo recorramos con responsabilidad y alegría.

Qué tranquilidad da pensar que Él está siempre con nosotros, que salimos de sus manos pero que nunca hemos dejado de estar en ellas; aun cuando nosotros forcejeemos y luchemos por soltarnos. O sea, aunque a veces salgamos un poco ranas, su mirada nos cuida siempre.

¡UNOS SUERTUDOS!

Cuando nos dijeron la fecha de ordenación sacerdotal, la verdad es que no asocié en mi cabeza que el 14 de mayo era san Matías. Es más, pensé: lástima que no fuera el 13, Fátima.

Incluso, alguno preguntó: ¿ese día no coincide con alguna fiesta? Y le respondieron: no, ninguna. ¡Vaya ignorancia! Hasta vergüenza me da contar esto.

Después caímos en la cuenta: ¡somos unos suertudos!

Ya lo sabíamos, pero esto era como un guiño de Dios con cada uno de los 35 que nos ordenamos ese año. Han pasado ya 14 años. Se dice rápido, pero conlleva mucho…

Te pido oraciones por todos; uno de nosotros ya está en el Cielo (Manu) y seguro que intercede por los otros 34. Pero igual, te pido oraciones, porque podemos salir un poco ranas.

Y es duro que un sacerdote sea rana, que sea tibio, que no se goce su vocación, su entrega, que papalotee por otros lados, que sueñe con cosas distintas…

Es duro… y nadie está consagrado en gracia…

“Dios no llama a los capacitados, sino que capacita a los llamados…”

San Josemaría decía que no conocía a sacerdotes malos, en todo caso, conocía a sacerdotes solos…

Los 35 que nos ordenamos tenemos a esta familia del Opus Dei. No estamos solos. Pero las oraciones vienen bien siempre.

Y también por todos los demás sacerdotes del mundo. Que ninguno se sienta solo, que sean conscientes de la suerte que tienen de haber sido llamados por Dios. ¡Qué suerte!

DIOS BUSCA DONDE SEA

Es impresionante conocer y palpar los caminos de Dios en la variedad de los que nos ordenamos. Desde intelectuales (profesores universitarios, investigadores en el campo de la medicina), hasta maestros de educación física. De cuatro continentes (sólo nos hizo falta Oceanía).

Y no es que todos hayan pensado en ser sacerdotes desde pequeños, tal vez ninguno. Pero ahí resuenan tus palabras, Señor, en el Evangelio:

«No son ustedes los que me han elegido, soy Yo quien los he elegido».

suerte

Dios busca donde sea: desde aquel que se había inscrito en la Universidad de Dallas sólo para ir a ver jugar a los Cowboys (que es su equipo favorito de Fútbol Americano) y resultó que su compañero de dorm (room-mate) iba por un centro del Opus Dei.

O hasta aquel que de pequeño era Budista-Taoísta y encontró la fe a raíz de la afirmación de aquella niña, compañera de clase, que aseguraba que su Dios estaba vivo.

Pues allí andan: desde Singapur hasta Buenos Aires, desde Nigeria hasta Canadá, desde Holanda hasta Guatemala.

¡Qué suerte hemos tenido! Pero, como todos, los sacerdotes necesitan oraciones… Y necesitamos a nuestra Madre, santa María.

Cuenta la tradición que, después de la Ascensión, los apóstoles acudían a ella. Los que estaban cerca de Jerusalén incluso volvían para hablarle y consultarle cosas.

Nunca es uno tan “grande” o “maduro” como para no necesitar a su mamá y menos en la vida espiritual.

Pues qué suerte de contar también con santa María, nuestra Madre, que es Madre de la Iglesia, que es Madre de los apóstoles, Reina de los apóstoles.

Y de allí, aunque propiamente los apóstoles son los obispos, pero igual estamos los sacerdotes que siempre obedecemos al obispo y que estamos bajo la cabeza de Pedro que nos señala por dónde y nosotros le seguimos. ¡Suerte, suerte la nuestra!

Te doy gracias por todo lo que puedas rezar por nosotros.

Bueno y ¡suerte la tuya!

Y yo también hoy, dándole gracias a Dios por mi vocación sacerdotal, le pediré por ti que escuchas en mí misa dándole gracias, porque tú también eres suertudo o eres suertuda.


Citas Utilizadas

Hch 1, 15-17. 20-26

Sal 112

Jn 15, 9-17

Reflexiones

Jesús, ¡gracias por haberme elegido!

Predicado por:

P. Federico

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