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SERENA LAS OLAS. VIRGEN DEL CARMEN

Celebramos con alegría a Nuestra Señora del Carmen, una de las advocaciones más queridas y difundidas de la Virgen María. Su imagen, su escapulario, su ternura de madre han acompañado a generaciones de cristianos por siglos. En el año 1251, la Virgen se apareció a San Simón Stock, superior de los carmelitas, y le entregó el escapulario con una promesa: “Quien muera con este escapulario no sufrirá el fuego eterno”.

Hoy 16 de julio celebramos con alegría a Nuestra Señora del Carmen, una de las advocaciones marianas que más me gusta. Su imagen, su escapulario, su ternura de madre han acompañado a generaciones de cristianos por todos los siglos.

Todas las advocaciones de María son hermosas, la de Luján, de Caacupé, Itatí (acá en Corrientes), la de Lourdes, Guadalupe, Fátima o también la misma imagen de Los Dolores de la Iglesia Catedral de La Plata.

Todas nos llevan a Jesús, todas nos llevan al cielo. Pero, la Madre del Carmen tiene una particular resonancia nos habla de la protección materna en la vida, la muerte y después de la muerte. Por eso es que me llama la atención y me gusta especialmente.

El nombre Virgen del Carmen -hoy es un día para celebrar a todas las Carmenes- viene del Monte Carmelo en Tierra Santa. Es un lugar donde vivió el profeta Elías, ahí se defendió la fe en el tiempo importante en donde no se reconocía el Dios verdadero.
Fue Elías, el que también supo adorar al Dios verdadero; cuando tantos no lo querían, él mismo supo enseñar a los demás quién era Dios. El Carmelo representa ese lugar donde Dios se manifiesta, donde el alma se encuentra con Él, donde el creyente escucha su llamada.

María es como esa nube pequeña que vio Elías, que trae las lluvias de gracia y la fecundidad de Dios al mundo.

APARICIÓN A SAN SIMÓN STOCK

En el año 1251 la Virgen se apareció a san Simón Stock, era el superior de los Carmelitas y le entregó el escapulario con una promesa: quien muera con este escapulario no sufrirá el fuego eterno.

Me acuerdo una vez, en el colegio, que una chiquita no quería recibir el escapulario. Entonces, a diferencia del resto, cuando pregunté quién quería recibir el escapulario y ella no quiso levantar la mano, le pregunté por qué. Me dice: Es que no me quiero morir.

Claro, había entendido mal. Había entendido que cuando recibís el escapulario te vas a morir. Le tuve que explicar más detenidamente, a esta niña, que el escapulario no era para morirse, sino que aquellos que muriesen con el escapulario no iban a sufrir el fuego eterno, y el sábado siguiente a la muerte, la Virgen la iba a llevar al Cielo. Entonces dijo: Sí, sí, sí quiero.
Porque el escapulario no es un amuleto, no es una superstición. El escapulario es un signo visible del amor a María que tenemos todos. Ese… “No temas hijo mío, hija mía, porque yo estoy acá”, nos dice la Virgen.

San Juan Pablo II, de hecho, lo llevó desde pequeño y decía que el escapulario era como una forma sencilla y profunda de vivir el seguimiento de Jesús, a ejemplo de María.

Como te decía, cuando se apareció a san Simón Stock, la Virgen María le prometió esta gracia y bendiciones especiales, para todos aquellos que lleven el escapulario. La Iglesia lo aprobó, repetidamente, con numerosos privilegios y además nos enseñó que ese es un camino seguro.

PROTECCIÓN ESPECIAL DE LA VIRGEN

Barca, tempestad

San Alfonso María de Ligorio e incluso san Juan Bosco, tenían una especial devoción a la Virgen del Carmen y, de hecho, usaban el escapulario. Cuando murieron, los enterraron con sus vestiduras sacerdotales y con sus escapularios.

Muchos años después, cuando abrieron las tumbas, encontraron que sus cuerpos y todas sus vestiduras estaban hechas polvo y, sin embargo, sus escapularios estaban intactos.

El escapulario de san Alfonso está en exhibición en su monasterio de Roma, lo puedes ir a visitar, si vas ahora para el Jubileo de los jóvenes.

Cuenta una historia -quizás la sabías, quizá no- que, estando muy cerca de Inglaterra, un buque inglés -el Rey de los Océanos, lo llamaban- estaba pasando por un feroz huracán, una feroz tormenta, y las olas azotaban sin piedad, parecía que se iba a hundir.

Un ministro protestante llamado Fisher, en compañía de su esposa, hijos y otros pasajeros fueron a la cubierta para ver y suplicar la misericordia y el perdón de Dios. Pero, entre la tripulación, se encontraba un irlandés católico llamado John McAuliffe que, el constatar la gravedad de la situación, se abrió su camisa, se quitó el escapulario y, haciendo con él la señal de la cruz sobre las furiosas olas, lo lanzó al océano.

En ese preciso momento, cuentan que el viento se calmó y solamente una ola más llegó a la cubierta, trayendo el escapulario que él había tirado, y quedó a los pies de este muchacho.

Este ministro protestante, que estaba ahí con su esposa e hijos, se acercó a este hombre a preguntarle qué era eso. No podía creer lo que había pasado. Estuvieron hablando sobre la devoción a la Virgen, sobre el escapulario y, de hecho, este hombre ingresó a la Iglesia Católica lo antes posible. Empezó también tener el escapulario de Nuestra Señora del Carmen.

La verdad que el mar es algo muy grande, enorme, pero cuando la Virgen está, se calma.

ACUDIR A MARÍA

rezar con maria

No tengas miedo a llevar el escapulario, no tengas miedo de dirigirte a María, no tengas miedo también a pedirle, con fe, incluso en momentos muy difíciles.

Ese Monte Carmelo, donde empezó la primera devoción, porque no solamente había estado Elías viviendo ahí, sino que, también, después, fueron algunos religiosos a rezar, a meditar, a apartarse del mundo. Construyeron una iglesia dedicada a la Virgen y quisieron vivir en esa pobreza, en esa oración, amando especialmente a María.

Años más tarde, como te decía, la bienaventurada Virgen María, acompañada de un montón de ángeles, se le apareció a san Simón Stock. Llevaba en sus manos el escapulario de la Orden del Carmen y le dijo: Tú y todos los carmelitas tendrán el privilegio de quien muera con él no padecerá el fuego eterno. Es decir, el que muera con él se salvará.

Originariamente, el escapulario era un hábito religioso que cubría el cuerpo entero. Poco a poco se redujo, de modo que hoy, sencillamente, llevamos un pedacito de tela o una medalla sobre el pecho, de plata o de acero quirúrgico o de lo que quieras.

Lo importante es que la tradición es muy clara: Los que lo lleven y lo tengan impuesto por el sacerdote serán llevados al Cielo por la Virgen el sábado posterior a su muerte, en recompensa de su piedad mariana.

Es sencilla, corta la bocha -como se dice- o fuerte al medio, si llevamos el escapulario la Virgen nos va a proteger.
No es que, bueno, yo hago una vida cualquiera… no. Al contrario, la Virgen nos va a ir acomodando, nos va llevando por un camino para llegar al Cielo.

Esta preciosa devoción nos ayude a confiar especialmente en María. Es como una consagración a su amor, a su persona. Además, llevar en el cuello la imagen de la Virgen es también un gran testimonio en el mundo de hoy.

LA GRACIA DE LA PERSEVERANCIA FINAL

Cuando tengas alguna tentación, una sensualidad de azote, acude a la Virgen. Besa el escapulario. Cuando tengas agobios, estés estresado, cuando te falte firmeza, fortaleza para el estudio o para el trabajo acude a María.

Ella serena las olas en tu navegar cotidiano. Háblale al oído, pedile cosas… y con María, todo es fácil. Tenerlo siempre en cuenta. Estas advocaciones a la Virgen, hoy, sobre todo, en momentos donde necesitamos esa paz interior, nos ayuda también a pedir especialmente.

Lo decía san Josemaría, lo recordaba en el punto 500 de Camino:

“Lleva sobre tu pecho el santo escapulario del Carmen. -Pocas devociones -hay muchas y muy buenas devociones marianas- tienen tanto arraigo entre los fieles, y tantas bendiciones en los Pontífices. -Además ¡es tán maternal ese privilegio sabatino!” (Camino, punto 500).

La Virgen del Carmen prometió a quienes vivan y mueran con el escapulario, con esa medalla escapulario, la gracia de la perseverancia final.

Vamos a pedir la a María que, nos ayude a perseverar, incluso, en medio de las lluvias, en medio de las tormentas, de los problemas que nos vengan a cada uno.


Citas Utilizadas

Ex 3, 1-6. 9-12

Sal 102

Mt 11, 25-27

Camino, punto 500

Reflexiones

Madre santísima, ayúdanos en todo momento para perseverar, incluso en medio de las lluvias y tormentas, en medio de los problemas que nos vengan a cada uno.

Predicado por:

P. Juan Manuel

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