¿POR QUÉ ESTÁS LLORANDO?

MARÍA MAGDALENA BUSCA EL CUERPO DE JESÚS

Hoy es fiesta de santa María Magdalena, y en el Evangelio de hoy leemos el encuentro que tiene con Jesús después de resucitar. Es uno de los momentos más felices del Evangelio donde se puede adivinar la alegría y el entusiasmo con la que ella dijo: “¡Rabuni, Rabuni!” (Jn. 20, 16)

Porque así dice el Evangelio de san Juan. Rabunisignifica maestro, que ella le dijo a Jesús después de que Jesús la llamara por su nombre afuera del sepulcro –en el jardín donde estaba ese sepulcro excavado.

Ella estaba ahí porque quería estar cerca de lo que quedaba de Jesús. Ella había visto a Jesús morir en la cruz; ella había ido con san Juan, José Arimatea, Nicodemo y la Virgen María al sepulcro a dejar el cuerpo de Jesús. Y después del sábado, ella fue temprano el domingo y estaba ahí. ¿Y qué pasó? No estaba el cuerpo de Jesús. Estaba abierto el sepulcro y no estaba su cuerpo. Ella pensaba que se lo habían robado, que lo habían movido de lugar… ¡No sabía! Dijo: No está aquí el cuerpo, y se puso muy triste.

Estaba ya triste por la muerte de Cristo, pues quería estar al menos con lo que quedaba de Él, y ni eso. Así que ya su llanto corrió y corrió, y las lágrimas y los suspiros. Y se encuentra con unos ángeles que están ahí dentro del sepulcro:

“¿Por qué estás llorando, mujer? Y ella responde: Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo habrán puesto. Dicho esto miró hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús. Entonces él le dijo: Mujer, ¿por qué estás llorando? ¿A quién buscas? Ella, creyendo que era el jardinero, le respondió: Señor, si tú te lo llevaste, dime dónde lo has puesto”. (Jn 20, 13-15).

Es chistoso. Hay una pintura -ahora me acuerdo–donde aparece justo esta escena y aparece Jesús vestido como jardinero, porque ella pensó que era el jardinero; pero no dice que estuviera vestido como jardinero, simplemente que ella pensó que era el hortelano. “Señor, si tú te lo llevaste, le dice María a Jesús –que pensaba que era el jardinero– dime dónde lo has puesto”.

¿Por qué se lo iba a llevar? Pues ya en esa tristeza y en esa condición ella pensaba: ¿Quién se lo llevó? Tú te lo llevaste, dime dónde lo has puesto y yo iré por él.

JESÚS ESTÁ VIVO

“Jesús le dijo: ¡María! Ella se volvió y exclamó: ¡Rabuni! que en hebreo significa maestro”. (Jn20, 16).

Este momento, como te decía, es uno de los momentos más felices del Evangelio, porque María descubre que Jesús está vivo. Y Tú, Jesús, estás vivo y por eso también nosotros estamos alegres.

Y aunque no sentimos ese contraste de haberte visto muerto y pensar que ya nunca ibas a vivir y de repente descubrir que estás vivo, sabemos que estás vivo y hemos de tener esa alegría de fondo siempre, porque Tú estás vivo.

Hemos comenzado este rato de oración, dirigiéndonos a ti, que me ves, que me oyes, porque estás vivo y realmente me ves y me oyes. Y si tengo la fortuna de estar cerca, en frente del Sagrario, pues ahí, de cierto modo te miro al Sagrario y sé que estás ahí vivo.

Pero si no estoy frente al Sagrario, de todos modos sé que estás vivo y sé que me escuchas, sé que me ves, sé que me hablas y por eso puedo estar tan contento como esta santa que celebramos el día de hoy. Esta santa que pudo verte, que pudo tocarte, que pudo escucharte y de la que podemos aprender tanto.

De los santos hemos de aprender y hemos de pedirles también –porque ellos están muy cerca de Dios– que nos concedan gracias para amar a Dios como ellos lo amaron, como ellos lo aman en el cielo; como ellos lo hicieron aquí en la tierra, que padecieron tantas pruebas y que las superaron, que nos ayuden también a enfrentar las pruebas de la vida y que sepamos, también como ellos, superarlas.

BUSQUEMOS A JESÚS

¿Qué aprendemos de María Magdalena? Pues se me ocurrieron dos cosas. La primera es buscar a Jesús. Buscar a Jesús y no dejar de buscarlo. Buscar a Jesús como lo más importante.

Si no tenemos a Jesús, sí hemos de estar tristes y hemos incluso de llorar como ella. ¿Te acuerdas de aquellas palabras que citó varias veces el papa Francisco del escritor francés León Bloy? “Existe una sola tristeza en la vida, la de no ser santos” (León Bloy, La femme pauvre),

Ser santo, pues es parecerse a Jesús, es estar con Él, es recibir su vida en nosotros, la vida de la gracia; es estar unido a Él. Hay una sola tristeza: la de no tener a Jesús, la de no ser santos. Si no somos santos y no deseamos ser santos, pues síhemos de estar tristes.

Porque toda alegría que no sea esa será una alegría que se desvanezca, una alegría con fecha de caducidad y que nos dejará un vacío.

Señor, yo quiero que Tú seas lo más importante en mi vida. Y ese deseo lo puedo expresar de muchas maneras. Yo te quiero amar sobre todas las cosas.

Hay un punto del libro de Forja de san Josemaría donde nos anima: “Dile despacio al Maestro: ¡Señor, solo quiero servirte! ¡Solo quiero cumplir mis deberes, y amarte con alma enamorada!Hazme sentir tu paso firme a mi lado. Sé Tú mi único apoyo.

–Díselo despacio… ¡y díselo de veras!”. (San Josemaría Escrivá, Forja 449). Díselo despacio. Y este pensamiento, este deseo, que es una oración muy bonita, repíteselo una y otra vez.

“Yo solo quiero servirte, quiero cumplir mis deberes. Quiero cumplir mis deberes, pero no simplemente por hacerlos, sino quiero amarte con alma enamorada”.

Como podemos pensar en María Magdalena que amaba a Jesús con todo su corazón, con todos sus afectos y que lloraba.

Cuando se lo encuentra salta de contento y lo abraza, tanto que Jesús le tiene que decir: “Suéltame, porque todavía no he subido al Padre” (Jn 20, 17). A mi Padre y a su Padre, a mi Dios y a su Dios.

RECTIFICAR CON HUMILDAD

¿Qué otra cosa aprendemos de María Magdalena? Pues ella buscaba el cuerpo de Jesús, buscaba estar cerca de lo que quedaba de Jesús. Ella no esperaba en la resurrección. Y esto que te digo es muy duro, pero los apóstoles no esperaban la resurrección; lo habían escuchado pero no sabían qué significaba eso.

Y ella va buscando el cuerpo:se han llevado el cuerpo, le dice a los apóstoles. Cuando el ángel le dice que ha resucitado, pues ella va y como que los apóstoles tampoco creen. Ella va y busca lo que queda de Jesús.

Así también, Señor, yo a veces no te tengo tan presente. A veces como que estoy en una oscuridad grande y me tengo que agarrar a lo que queda de Jesús, a lo que queda de ti, porque siempre queda algo. Incluso si el pecado me ha vencido, queda la contrición.

Me puedo agarrar de la contrición, de saber que te pido perdón y que tú me perdonas. Si me he distraído mucho, si estoy rezando el rosario y me he distraído muchísimo, pues queda quizá un misterio o las letanías.

Si estoy haciendo un rato de oración y veo que estuve con el teléfono, estuve enviando mensajitos y me siento triste por esa falta de amor a Dios, pues queda todavía un ratito de oración.

O incluso si ya pasó el día y ni me acordé de Dios, bueno, en la noche te pido perdón, Señor, rectifico y hago un propósito para el día siguiente.

Pues en el Evangelio aparece que Jesús se apareció a María Magdalena después de resucitar como la primera, pero pensamos que la Virgen María fue la primera que vio a Jesús.

Seguramente Tú, Señor, fuiste primero con tu Madre. Pues acudimos a Ella y también a María Magdalena, a la santa de hoy, para que nos ayuden a amar a Jesús con todo nuestro corazón.

Que sepamos tener ese deseo, repetirlo muchas veces y también, si no lo hemos buscado, que sepamos rectificar con humildad y buscar siempre eso que podemos rescatar de nuestro encuentro con Dios, de nuestro amor a Él.