CONFESARME…
Quiero contarte una historia real, que aunque es sencilla, dice muchísimo. Hace años, un pintor muy famoso, le encargaron hacer un cuadro de la Inmaculada.
Es decir, la Virgen María, tal como la celebramos hoy. Toda pura, toda limpia, toda llena de gracia.
El pintor sabía que para representar esa belleza, necesitaba un rostro especial. Un rostro que iluminase esa luz, esa paz, esa pureza.
Buscó por todos lados y encontró una chica que tenía esa expresión y le preguntó, ¿querés ser modelo para pintar a la Virgen?
La chica se sorprendió, obviamente. Es un piropo bastante bonito. No todos los días te dicen algo así, pero aceptó y le contestó: —Hoy no puedo, pero voy mañana.
Al día siguiente, llegó al taller. Y antes de empezar, le explicó al artista: Ayer no me animé a posar como modelo de la Inmaculada porque estaba en pecado. Esta mañana me confesé y ahora sí puedo hacerlo, aunque sea un poquito menos indignamente.
Al pintor le encantó ese detalle y quedó muy impactado.
Y no sólo también nos puede ayudar para comenzar este rato de oración, porque efectivamente, la pureza no es ingenuidad, es fuerza interior.
Esta chica no era perfecta, tenía algo grande dentro. Sabía que la belleza más profunda nace de ese corazón limpio, y es un mundo que todavía hoy se siguen infiltrando muchas cosas, que no se entienden, de esa verdadera pureza.
LA INMACULADA
Fíjate que María no es un ideal inalcanzable, no es una estatua fría, como se dice. Es una madre que nos dice: —Vos también podés vivir con un corazón más puro.
Y hoy, en este día de la Inmaculada, nos ayuda también a vivir, como a no conformarnos, con quedarnos más o menos, ¡no!
Es levantarnos también y volver a vivir y a vibrar con esa pureza, con ese corazón limpio para el Señor. Con ese querer y mirar a la Virgen, que es posible y vale la pena.
Hoy esta fiesta, como lo decía también Josemaría, que hemos venido preparando durante nueve días, nos puede parecer que quizás la podríamos haber preparado mejor.
Y a san Josemaría le gustaba decir incluso, que no estaba a veces contento con Josemaría, porque tenía un poco la insatisfacción de un corazón enamorado.
O sea, yo quiero prepararme muy bien para llegar a este momento, y me doy cuenta de que podría haber sido mejor.
Pero bueno, hoy queremos cerrar así esta gran solemnidad, tranquilos porque es la satisfacción del amante. Tranquilos porque nuestra Madre nos quiere así.
Y esta fiesta que celebramos hoy, es una de las fiestas más grandes de la Iglesia en honor de la Virgen María.
ELEGIR A NUESTRA MADRE
Recordamos en este día, ese privilegio con que Dios adornó a nuestra Madre, su concepción sin mancha de pecado original. Y es una verdad de fe definida solemnemente el 8 de diciembre de 1854 por el beato Pío IX.
Es un hecho significativo, como también queda dentro del adviento, y nos ayuda a comprender mejor su sentido, como María fue concebida para ser la madre del Redentor.
Ella es la nueva Eva, es la mujer que habían anunciado también que vendría a cumplir esos deseos de Dios.
Y así, Dios Omnipotente, Todopoderoso, Sapientísimo, la eligió asi.
No sé vos, cómo elegirías a tu madre si hubieses tenido la posibilidad, seguramente elegirías a tu madre que tenés…
Pero san Josemaría nos hacía todavía un poquito más otra reflexión, porque así como Dios la eligió, a María para ser Su Madre, también como decían los teólogos, nos comentaba él, hicieron ese razonamiento lógico, de ese cúmulo de gracias que tenía María, de ese no estar sujeta a Satanás.
Porque convenía, Dios lo podía, luego lo hizo.
Esa es la gran prueba, la prueba más clara que rodea Dios a su madre, todos los privilegios desde el primer instante.
ELLA ES LA CASA VIVA DE DIOS
Y fíjate, no hay nada manchado en ella. Es el esplendor de la luz eterna. Un espejo sin mancha del actuar de Dios. Es la imagen de su bondad. Más que ella, solo Dios.
Decía Benedicto XVI, como en ella habita el Señor, en ella encuentra el lugar de su descanso. Ella es la casa viva de Dios, que no habita en el edificio de piedras, sino en el corazón del hombre vivo.
Y el pueblo cristiano la quiere así: La Inmaculada.
Después, en un segundo punto, también esta devoción a la Virgen, no es una devoción más, la devoción es inmaculada, tiene un montón de manifestaciones en el pueblo cristiano, y es una devoción que también la queremos todos hoy vivir especialmente por ser su fiesta, por ser su solemnidad.
Y pensando también como cada uno tiene ese amor a su madre, amor mariano, amor a esas virtudes de la Virgen, su fe, su esperanza, su caridad diente, su profundo milá, su obediencia rendida, su oración, su pureza inmaculada como decíamos antes, o su paciencia, su dulzura, o su espíritu de sacrificio, lo que sea.
Pero ¿cuánta gente le tiene ese cariño verdadero? ¿Cuánta gente le tiene esa devoción a María que no es una devoción cualquiera?
LA TODA PULCRA
Fíjate, María es la “tota pulcra”, se dice en latín. Y lo pedimos hoy, especialmente con confianza de hijos, esa limpieza de nuestros corazones, esa inocencia de los niños. Esa pureza de los jóvenes y ese amor siempre fiel de los esposos…
Ese de querer también vivir la virtud de la pureza y de la castidad, en este mundo agresivo, permisivo y generalizado de sensualidad.
También generalizado de corrupción. Y no sé cuántas cosas más podríamos decir, pero con la ayuda de la Purísima, con la ayuda de María Santísima, es posible mantener esa pureza en el corazón. Es posible vivir la pureza que también la Virgen nos enseña.
Yo sé que hay muchas ocasiones de pecado, sé que hay una ola sucia de sensualidad. Y que también las redes sociales son un motivo de escándalo para muchos.
Pero lo bonito de esto, es que María sigue siendo ella, y más que ella solo Dios.
Hoy celebramos la fiesta de la Inmaculada Concepción, y se lo pedimos a Ella especialmente, porque Ella es la Madre de Jesús…
Ella es la toda pulcra, la nueva Eva, la que también vino a traernos a Jesús, y la que también nos enseña este camino.
Tenemos veneración y devoción a la Virgen, perfecto. Pero hay un montón de normas y costumbres marianas que podemos también cuidar especialmente en este día.
VARIAS DEVOCIONES: UNA MADRE
Pienso en el Ángelus, en el Santo Rosario y también en las tres Ave María de la noche. Pienso también en muchas otras devociones, como el Escapulario del Carmen, en alguna Romería que podemos hacer en el día de hoy…
Qué bonito pensar también hoy en este día, cómo colocar a María en la cumbre de nuestro corazón. Cómo también tener a María en el mejor lugar de nuestra vida.
María es madre nuestra, María es madre de Dios, María es también la que nos ayuda y nos acompaña en nuestro caminar.
Y para terminar este rato de oración, quería contarte una historia que cuenta del beato Pío IX, que es el que cargó también a un prelado de la curia romana, la redacción del documento por el cual se proclama el dogma de la Immaculada, que se llama así, ineffabilis deus,
Una vez que terminó el trabajo, este prelado le pidió al Papa que le diese y firmase una copia del documento, porque él quería, que cuando fuese enterrado, pusieran una copia en el féretro para que sirviese de pasaporte para Cielo.
Pienso que hizo muy bien, pues ese cariño a la Virgen, ese cariño a nuestra Madre, esa devoción a la Virgen, esa piedad mariana, es siempre camino que nos lleva a Jesús.
Vamos a pedirle a la Virgen, que nos acompañe en este camino de Adviento, rumbo a la Navidad, para tener también esa conciencia de que el camino para llegar al Cielo, el camino para la Vida Eterna, pasa también por ese cariño, por tener a la Virgen como Madre.
Se lo pedimos hoy en el día de la Inmaculada, casi como le pidieron este documento, o este pasaporte para llegar al Cielo. O también como decía el pintor famoso este, que le encargó a la niña ser modelo de María, que también tengamos ese corazón puro, y nos dispongamos también a hacer una buena confesión para disponernos a la Navidad.





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