Leemos en la primera lectura del día de hoy, un pasaje del libro de los Hechos de los Apóstoles, que está lleno de enseñanzas, y de folclor y de aventura, también de alegría.
Porque es comunicar la fe, la verdad del amor de Dios hacia nosotros, de quiénes somos, que estamos haciendo aquí y hacia dónde vamos.
VENIMOS DE DIOS
Hace poco leía unas palabras de Blas Pascal, de los pensamientos de Pascal, que decía:
“Como el hombre, cuando se olvida de Dios, cuando no reza, cuando no se dirige a él, es como un hombre a quien hubieran llevado dormido a una isla desierta y terrible, y ahí lo deja, solo, y que se despertara sin saber dónde está y sin medios de salir de allí.”
Así es el hombre que no que no reza, que no conoce a Dios, la fe nos da eso, esa certeza, ese conocimiento, esa confianza, en que venimos de Dios, que Dios nos quiere y hacia Dios vamos.
San Pablo y Bernabé que llegan a Listra, llegan a Listra porque antes estaban en Iconio. ¿Y qué pasó en Iconio?
“Los paganos y los judíos de Iconio, apoyados por las autoridades comenzaron a agitarse, con la intención de maltratar y apedrear a Pablo y a Bernabé.” (Hch 14, 5)
Pero ellos se dieron cuenta de la situación y huyeron a Listra. Huyeron porque los querían apedrear y maltratar.
UNA FUERZA QUE NO VENÍA DE ÉL
O sea, tenían intención de maltratarlos, eso ya es como un odio, los odiaban. Y san Pablo y Bernabé se entristecen, porque las personas se cierran a la a la verdad del amor de Dios, eso sí les dolería.
Como te duelen a Ti, Señor Jesús, cuando te rechazamos, cuando cerramos nuestro corazón a tu gracia.
Pero san Pablo muchas veces sufrió ese rechazo, y lo apedrearon y lo rechazaron y él seguía adelante, con una fuerza que no venía de él.
La fuerza que viene de la gracia y viene de la presencia del Espíritu Santo en nuestro interior, y que nos eleva y que si necesitamos una gracia extraordinaria nos la da.
Bueno, pues llegaron a Listra, y ahí predicaron el Evangelio en toda la región.
“Había en Listra, un hombre tullido de los pies desde su nacimiento, que se pasaba la vida sentado y nunca había podido andar.
El tullido escuchaba el discurso de Pablo, y este mirándolo fijamente le dijo con fuerte voz: «Ponte derecho sobre tus pies.» Y él dio un salto y se puso a caminar.” (Hch 14, 8-10)
San Pablo miró fijamente a tullido, ¿Y qué le vio? Pues que “no podía caminar”, pero eso lo podía ver cualquier persona. ¡San Pablo vio algo más!
Mirándolo fijamente advirtió que aquel hombre tenía fe suficiente como para ser curado. Y le ordenó en voz alta:
“Levántate y ponte derecho sobre tus pies, y el dio un salto y se puso a caminar.” (Hch 14, 10)
AYÚDAME A NO SER SUPERFICIAL
Cómo ves, san Pablo percibe eso, pues eso es algo sobrenatural, una gracia especial que tenía san Pablo.
Pero, Señor, yo quisiera también a veces, ver a la gente con más profundidad porque a veces me quedo en la superficie y juzgo y valoro a las personas por criterios superficiales y no veo su corazón.
O no veo todo lo que vale cada persona, vale toda Tu Sangre, Señor, porque Tú, has muerto por cada uno de nosotros, ¡somos valiosísimos!
Y cada acto bueno, cada acto de amor a Dios que hace una persona, pues Dios se pone muy contento y eso es lo que vale realmente, eso es lo que vale.
Señor, ayúdame a tener una visión más profunda, a no ser superficial y a querer a todos como Tú nos quieres y querer servir a todos como Tú no sirves.
Pues este hombre se puso de pie y todo mundo se dio cuenta, y ¿qué pasó cuando la gente vio lo que Pablo había hecho?
“La gente, al ver lo que Pablo había hecho, empezó a gritar en licaonio: «Los dioses han bajado hasta nosotros en figura de hombres.»” Decían que Bernabé era el dios Júpiter y Pablo, el dios Mercurio, porque esta era el que hablaba. (Hch 14, 10-11)
DIOSES EN FIGURA DE HOMBRES
Estaban muy contentos los hombres en Licaonia, porque venían dioses a visitarlos y llevaron animales para sacrificarlos, toros adornados con guirnaldas para ofrecérselos en sacrificio.
Hay una pintura de Rafael, que está en las estancias vaticanas, que narra este pasaje.
En ella aparecen unos bueyes grandes con adornos y aparece al fondo una estatua el dios Mercurio y un señor con un hacha, así como para ya sacrificar al animal.
Estos hombres gritan: ¡dioses en figura de hombres! Yo no sé si gritaban de felicidad o del miedo también.
Porque esos dioses paganos son vengativos, a veces eran crueles, eran celosos, eran a veces demasiado pasionales.
Pero bueno, vienen a ofrecerles unos sacrificios, y Bernabé y Pablo no se los permiten.
“Al darse cuenta de todo esto, los apóstoles Bernabé y Pablo, rasgaron sus vestiduras y se lanzaron en medio de la multitud gritando: «Ciudadanos, ¿por qué hacen semejante cosa? Nosotros somos hombres mortales.” (Hch 14, 14-15)
Y continúa el discurso hablando de la fe, hablando de cómo Dios había permitido que hubiera la ignorancia, pero ahora ya ha venido y nos ha dicho quién es Dios y quiénes somos nosotros.
BUSCAN LA GLORIA DE DIOS
Bueno, me quería quedar nada más con dos enseñanzas más, de esto que acabamos de leer.
En primer lugar, Bernabé y Pablo que no se aprovechan de la situación para que la gente los alabe y para que para que les ofrezcan ese sacrificio, sino que buscan realmente la gloria de Dios.
Buscan que la gente conozca a Jesús, que esa gracia de Dios nos alcance, que el perdón de sus pecados y la vida eterna, que reciban el perdón y la vida eterna, que Jesús ha venido a traernos y que quiere que llegue a todas partes.
Los apóstoles actúan con esa rectitud siempre. O Señor, ayúdame a mí también a actuar siempre con esa rectitud.
La segunda cosa es, como esos hombres se emocionan de que Dios en figura de hombres vengan a visitarnos.
Pero la verdad es mucho más grande, mucho más bonita. En el Evangelio de hoy Jesús dice:
El que me ama cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará; y vendremos a él, y haremos en él, nuestra morada.» (Jn 14, 21)
DIOS ESTÁ YA HABITANDO EN NUESTRO INTERIOR
O sea, vendrá no simplemente a visitarnos un ratito, sino a establecerse en nosotros, a tener su morada, a tener su habitación, a tener su domicilio dentro de nosotros.
Más bien nosotros que nos sobrenaturalizamos, nosotros que recibimos la vida eterna, pues Dios está ya habitando en nuestro interior.
“El que me ama cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará; y vendremos a él, y haremos en él, nuestra morada.
¡Qué alegría, Señor! Y que ganas y deseos de ofrecerte un sacrificio, como esos habitantes que reconocen la presencia de Dios y se emocionan y quieren ofrecer un sacrificio.
Aunque se equivocaron en decir que dios era, pero ya después, los apóstoles les explican.
Señor, que yo descubra que estás dentro de mí y que te ofrezca toda mi vida como un sacrificio, como una ofrenda.
Que te ofrezca mi trabajo, que te ofrezca mis momentos de descanso, todo lo que hago, porque sé que todo lo que hago te interesa y si lo hago con amor pues te da mucha alegría.
Le pedimos a nuestra madre la Virgen, que fue la primera que recibió esa visita de Dios en su cuerpo y que ella también corresponde con total generosidad.
Madre mía, ayúdame a reconocer esa presencia de Dios en mi alma, para poder corresponder también como tú lo hiciste.