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P. Rafael

7 min

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LA VERDADERA REINA

Hoy nos detenemos a mirar a María y su modo particular de reinar. ¿Cómo podemos ser dignos súbditos de tan buena Madre?

Vamos a empezar este rato de oración con unos cuantos datos inútiles que seguramente conocerás a pesar de ti.

¿Cuál es la reina de Instagram? Selena Gómez con 418 millones de seguidores. ¿Cuál es la reina del tenis? Selena Williams con 23 Grand Slams en la era abierta. ¿La reina de los conciertos? La corona la tiene Taylor Swift con más de US$2000 millones en ventas de entradas para su Eras Tour; y otro dato inútil, Miss Dinamarca fue coronada el año pasado como Miss Universo.

Estas mujeres son todas muy famosas, mucha gente las conoce, mucha gente tiene sus ojos puestos en ellas, han alcanzado grandes metas, los números lo confirman. Cada una tiene su “corona”, cada una tiene su estilo y son referentes, cada una en su ámbito, porque mucha gente quisiera ser como ellas, no lo podemos negar.

Puede que seas o no muy fanático o muy fanática de alguna de ellas (tal vez no conoces a ninguna), pero, sin quitar nada al mérito que tienen sus logros, todas se quedan cortas al lado de nuestra Madre del Cielo, porque ella sí que es toda una reina.

Y nuestra madre, la Iglesia, tan sabia, quiere que celebremos a la Virgen, precisamente así, con la memoria litúrgica de: Santa María Reina. En primer lugar, porque se lo merece.

SER SÚBDITOS

Hemos dado números de estas personalidades famosas, pues los números también confirman que nuestra Madre es Reina del Cielo. Pero también la Iglesia quiere que celebremos esta memoria litúrgica para que, como Reina que es, su presencia influya cada vez más en nuestras vidas.

¿Cómo es esto de que los números lo confirman? Totalmente. El número de almas que acuden a la protección de su reinado es inmenso, es incontable, innumerable a lo largo de todas las generaciones.

Ojalá que tú y yo, aprovechando la fiesta de hoy, renovemos ese mismo deseo de acudir a su protección:

“Bajo tu amparo nos acogemos santa Madre de Dios…”.

Que aprovechemos también hoy para ser “súbditos” libremente, que no es poca cosa, porque al querer ser súbditos de esta Reina nos comprometemos a que sus decisiones las hagamos propias. Son decisiones de la soberana, pero son también nuestras.

Que nos identifiquemos con sus intenciones, que nos empeñemos en colaborar con sus proyectos, porque las decisiones de una reina tienen inmediata repercusión en sus súbditos, que es lo que queremos ser nosotros, y hoy renovamos ese deseo de ser así: súbditos de esta Reina.

Que confiemos más en su criterio, en lo que ella ve muchísimo mejor que nosotros, en todo lo que nos acerca a su Hijo Jesucristo, Rey del Universo.

¡QUÉ LIDERAZGO!

Queremos que María sea reina para nosotros. Vamos a pensar un momento: ¿cómo es que María reina en nuestra vida cotidiana? ¿Cómo se nota esto de que María es reina en el modo concreto de vivir de cada día?

Nos asombramos, por una parte, de que ella no manda órdenes déspotas, duras, sino que ella reina de un modo muy especial que es, acompañando, como una buena madre que cuida a sus hijos.

No es como la reina de corazones del país de la Alicia en el país de las maravillas, es una madre buenísima.

la reina

Tenemos un ejemplo muy claro en el Evangelio, en ese episodio de las bodas de Caná de Galilea, porque allí ella se fijó que le faltaba vino, ¡qué desastre! Le advirtió a Jesús, a su Hijo y luego lo advirtió a los sirvientes:

«Hagan lo que Él les diga»

(Jn 2, 5).

¡Eso es un liderazgo impresionante!

«Hagan lo que Él les diga»

y obedecen.

QUERER A LA VIRGEN, CAMINO SEGURO

María reina, pero no poniéndose al centro, sino que ella apunta, ella redirecciona siempre hacia su Hijo.

Del mismo modo, nosotros tenemos que rechazar en nuestras vidas esa tentación que podría venir, de que cuando pensamos en nuestra Madre como reina (por ejemplo, en el día de hoy especialmente), estamos restando o reduciendo la adoración debida a Dios. Porque es todo lo contrario.

En toda su vida nuestra Madre lo que ha hecho es demostrarnos que todas sus acciones, todos sus pensamientos, todas sus intenciones, conducen siempre hacia Dios.

Así que santa paz, tranquilidad, querer mucho a la Virgen suele ser camino segurísimo para llegar a Dios. Es como la luna, ¡qué bello trabajo el de la luna! que refleja el resplandor del sol, así es nuestra madre.

La verdadera devoción a nuestra Madre del Cielo siempre nos acerca a Dios. Ella es toda una “influencer”, porque nos invita a imitarla también en ese deseo de señalar lo bueno, de acercar las almas a Dios, en lugar de brillar nosotros simplemente por pura vanidad.

DIOS DESEA CONTAR CON SU MEDIACIÓN

Volviendo a este episodio de las bodas de Caná de Galilea, ahí vemos una prueba irrefutable de que su Hijo Jesús está totalmente de acuerdo con la intercesión, con la mediación de su Madre.

Nos da un poquito de pena porque nuestros hermanos separados, los hermanos evangélicos, protestantes, esto no lo entienden muy bien, pero aquí en la pasaje de las bodas de Caná de Galilea es clarísimo que Jesús está de acuerdo con la mediación de su Madre, porque si no fuera así, le hubiese dicho algo como: “mira, no te entrometas, ya me encargo Yo, no estoy dispuesto a obrar este milagro…” pero no es así.

Así que podemos estar seguros de que Dios, aunque no lo necesite en sentido estricto, desea contar con esta mediación, con esta intercesión de su santísima Madre.

María Reina. Ella subió al trono del Cielo, pero sin ambicionarlo directamente.

En esta era de las “coronas digitales”, donde todos quieren ser reyes, al menos de algo: el que mejor se viste, el que mejor trabaja, el que mejor practica un deporte, el que tiene más dinero… podemos fijarnos en el ejemplo de María: ella, una chica joven, de un pueblo pequeño, se le acerca el ángel Gabriel y le anuncia que va a ser la Madre de Dios.

Y ella no dice nada como: “genial, voy a ser famosa, finalmente se me va a reconocer”, sino que dijo:

«Hágase en mí según tu palabra».

Y ese “sí”, lleno de humildad,

«He aquí la esclava del Señor»

(Lc 1, 38)

la hizo reina, no por fuerza, sino por el amor.

IMITAR A MARÍA

la reina

Si queremos renovar ese deseo de ser partícipes de ese reinado de nuestra Madre, no tenemos otra opción que imitarla también en este abandono confiado en los planes de Dios.

María reina, sorprendentemente, desde el trono de la humildad y nos recomienda desde allí seguir vivamente sus pasos.

En un tiempo como este, en el que el poder se mide tantas veces por el número de “followers”, por el número de vistas, María nos enseña, con una fiesta como la de hoy, que la verdadera realeza es de Dios, que es la única opinión que importa, no de nosotros mismos.

En este mundo lleno de reinas de Instagram, de “influencers” con coronas de “likes”, estrellas que brillan en TikTok, la Iglesia nos invita a mirar a María Reina. Verdadera reina, reina eterna, reina poderosa, que no busca una fama efímera, sino que reina con amor, con humildad, con servicio.

REINA DEL CIELO

María, la Madre de Jesús, Rey del universo, ella es coronada como Reina del Cielo y de la tierra, y ¿por qué? Porque su sí, a Dios, cambió la historia para siempre.

Dime ahora si ¿acaso ha habido alguna reina cuya palabra haya cambiado tanto el destino de toda la humanidad?

Es cierto que su potestad no es propia, pero deriva de esa unión con Dios, el único que es verdaderamente Todopoderoso.

Pero el poder de nuestra Madre precisamente proviene de allí, de que a ella Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo la miran con especial predilección y por lo tanto no le pueden negar nada.

Por eso la Iglesia ha llamado tantas veces a la Virgen María, la “omnipotencia suplicante”, para resaltar que ella es mediadora, pero su petición lo alcanza todo en ese Dios, Uno y Trino.

Vamos a sentirnos muy orgullosos de tener una Madre así, en un sitial de honor como el que su Hijo ha querido otorgarle.

¿Cómo vamos a demostrar en el día de hoy que confiamos en ese poder que ella tiene como reina, cómo vamos a demostrarle que nos llama, nos atrae su cercanía? ¿Cómo vamos a confiar en esas sugerencias de ella para acercarnos más a Dios? ¿Qué piropos encendidos le vamos a dirigir muchas veces a esta Reina tan preciosa a lo largo de la jornada?

Además, nuestra Madre es Reina de la paz. Por eso el Papa León nos ha invitado a aprovechar el día de hoy para vivir

“en ayuno y oración, suplicando al Señor que nos conceda paz y justicia, y que seque las lágrimas de quienes sufren a causa de los conflictos armados en curso. Que María, Reina de la paz, interceda para que los pueblos encuentren el camino de la paz”.


Citas Utilizadas

Is 9, 1-3. 5-6

Sal 112

Lc 1, 26-38

Jn 2, 5

Reflexiones

“Bajo tu amparo nos acogemos santa Madre de Dios”

Predicado por:

P. Rafael

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