JESÚS PASA DEJANDO LUZ
Jesús pasa, es Cristo que pasa, el evangelio de hoy nos muestra a Jesús caminando,
“Pasaba por ciudades y aldeas enseñando”
(Lc 13, 22)
dice san Lucas y no iba como un conferencista, ni como un maestro frío, que lanzaba teorías, no, Jesús pasaba y dejaba luz, pasaba y dejaba alegría.
Bueno pasa, sigue pasando y de alegría pasa y cambia corazones y sin embargo, allí entre las personas que están con Él, entre la multitud, se acerca una para preguntarle algo que suena como un poquito como preocupada, la persona está inquieta, preocupada:
“Señor, ¿son pocos los que se salvan?”;
(Lc 13, 23)
quién sabe si esa pregunta nacía del miedo, de la inseguridad, a mí me suena como miedosita, como insegura: y ¿si no llegó? y ¿si no soy capaz? y Tú Jesús no respondes directamente, no empiezas a dar cifras, ni estadísticas celestiales.
Lo que haces es abrirnos un horizonte, a ese personaje le abrió un horizonte, a nosotros también un horizonte y nos dices:
“Esforzaos en entrar por la puerta estrecha”
(Lc 13, 24)
esforzaos por entrar, en entrar en la puerta estrecha.
Detrás de esta propuesta hay sabiduría, eres Dios, porque Tú Señor no quieres que miremos la salvación como algo lejano, estático como una lotería que sólo se ganan unos poquitos, nos invitas a entrar, a caminar, a luchar, nos das esperanza, pero una esperanza exigente.
CON ESFUERZO
Hace unas semanas llegaron algunos alumnos de la universidad del jubileo de los jóvenes, entonces bueno pues les pregunto, ¿Qué tal? y ¿vieron al Papa? y ¿Qué tal la experiencia en Roma ahí con los jóvenes? y ¿Qué lugar les tocó hay Torvergata? y me mostraban las fotos de donde habían quedado, yo no me lo creía, estaba impresionado, porque era más de un millón de jóvenes y algunos de ellos habían quedado justo delante del altar y les preguntó: ¿Cómo cómo consiguieron llegar ahí? pues llegando tempranito y caminando y abriéndose espacio y campo y pasando de un lugar a otro y vamos para adelante y vamos para adelante, hasta que llegaron pero en serio muy adelante, muy adelante impresionante.
SEÑOR, TÚ ENCIENDES CORAZONES
Pues el esfuerzo es cuestión de querer y aquí podemos pensar algo que quizás no se dice mucho hoy, Señor Tú no pasabas por las aldeas para asustar a la gente, no ibas con un megáfono moralizante, no, Tú ibas a encender corazones.
Hace poquito salió en el evangelio:
“he venido a traer fuego”
(Lc 12, 49)
a prender fuego. Tú Señor, no vienes a sembrar miedo, Tú pasabas por esas aldeas iluminando, dando vida, Tú quieres atraernos con la belleza del bien y por eso cuando hablas de la puerta estrecha, no es una amenaza, no, es una invitación seria.
Las cosas de Dios son serias, pero llenas de cariño y Señor tú que nos das luz, la luz que atrae siempre, más que la oscuridad, que la bondad, la bondad tiene un encanto propio y cuando se vive contigo, hasta lo difícil se vuelve alegre, llevadero, más alegre y la alegría es una experiencia muy bonita que tenemos las personas al hacer el bien.
LA ALEGRÍA TIENE SU RAÍZ EN EL AMOR
La alegría más profunda ¿Dónde tiene la raíz? en el amor.
Dar amor y recibir amor esa es la razón de la alegría y por eso Señor, Tú también nos dices en otro pasaje:
“Que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría sea completa”
por eso esa pregunta al Señor lo desconcierta un poquito porque tiene una connotación como de miedo, como inseguridad, pero el Señor quiere que estemos alegres, que estemos seguros, que disfrutemos la vida, la vida propia de un hijo de Dios, que porque va a tener miedo, si Dios es mi Padre, yo porque voy a estar inseguro.
Bueno pero sí, la puerta es estrecha.
Señor, ¿Qué significa que la puerta es estrecha? significa que, claro, no caben ciertas cosas; no caben el egoísmo, la tibieza, la pereza espiritual, el dejarse llevar por la mediocridad, la mochila de la mediocridad no cabe por esa puerta.
Hay algunas cosas que no van a pasar por esa puerta, no pueden pasar, a veces no caben nuestros criterios humanos, esos que nos hacen decidir solamente en términos de bueno o malo, permitido o prohibido.
Señor Tú nos quieres proponer otro criterio, ¿Qué es lo que más te alegra a Ti? ¿Qué te saca una sonrisa? ¿Qué harías tú en mi lugar?
Buen criterio para comportarse, es un criterio exigente pero maravilloso, porque no se trata de cumplir mínimamente, sino de amar con generosidad.
La vida cristiana no es una vida de no hacer el mal, eso es muy poquito, sino de buscar el bien, el mejor bien, el que más agrada a Jesús y hacerlo en la vida ordinaria, en el trabajo, en la casa, en el estudio, disfrutando una vida vivida cerca de tí, Jesús en donde me pueda yo preguntar: ¿Qué puedo hacer hoy para alegrarte?.
SEÑOR, QUE PUEDA CORRESPONDERTE
Señor, ayúdame hoy a actualizar la convicción de que Tú me amas y que yo quiera responder con amor, tener el corazón libre para amar, que el corazón esté atento a la novedad del amor, la novedad que nos pide Dios en cada momento.
Jesús, me haces pensar que esa puerta estrecha no está al final del camino.
Está en cada decisión de mi jornada, cada día, cuando decido perdonar, en vez de guardar rencor, cuando elijo servir, en vez de buscar que me sirvan, cuando me esfuerzo en rezar a pesar del cansancio, cuando me guardó un juicio o me esfuerzo por ofrecerte algo pequeño, pero que puede ser costoso.
ASÍ SE ENTRA POR LA PUERTA ESTRECHA
Así si entra por la puerta estrecha, con actos de amor a diario, con alegría, una alegría que este año es una alegría en la esperanza, porque estamos en el año de la esperanza siempre, la esperanza nos ayuda a entender que nos acercamos a un bien que estamos esperando.
Esa experiencia de bien es alegre y nos hace disfrutar.
La promesa de Dios debe darnos alegría, pero la promesa se cumple ya, aquí ahora, no hay que esperar a un futuro, a una lotería.
Son muchos los que se salvan, son pocos los que se salvan, quienes se van a ganar la lotería, no, espere esto es ya, es cuestión de hoy y ahora.
SANTA MARÍA, CAUSA DE ALEGRÍA
Acudimos a Nuestra Madre Santa María, Causa de nuestra alegría, tú siempre viviste con la mirada puesta en Jesús, pues Madre mía, enséñame a vivir así, a no buscar solo lo permitido, sino lo que más le agrada tu Hijo, a no tener miedo a la exigencia del amor, a caminar con confianza, porque el cielo no es para los que no fallan sino para los que luchan y aman.
Que nunca me canse de intentar entrar por la puerta estrecha, con la certeza de que allí del otro lado me espera un Padre que me ama y Jesús que me dice:
“Bien siervo bueno y fiel entra en el gozo de tu Señor”.
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