Jesús te acabo de decir que creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes.
ESTOY CONTIGO
Jesús yo sé que estás aquí conmigo, sea donde sea que yo esté; quizá yo estoy ahora recogido en una iglesia delante del sagrario, quizá estoy caminando por la calle con los audífonos puestos mirando alrededor a todo el mundo que me rodea, quizá estoy en una habitación, arriba del auto o donde sea que esté, estoy contigo Señor.
Estoy contigo siempre, Tú me miras con cariño, me miras con amor y yo como que me conmuevo al ver cómo me quieres Señor, porque escucho lo que Tú dijiste hace 2000 años a esa gente que estaba ahí contigo y que el evangelio de hoy nos presenta: Tú un día estabas ahí con mucha gente, dice san Lucas:
“se estremeció de gozo tu corazón movido por el Espíritu Santo”.
(Lc 10,21)
Cuando miras a la gente, cuando nos miras, cuando me miras, te estremeces de gozo y exclamas ahora como hace 2000 años:
“Te alabo Padre, Señor del Cielo y de la Tierra por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños”
(Mt 11,25)
sí Padre porque así lo has querido.
Todo me ha sido dado por mi Padre y nadie sabe quién es el Hijo sino el Padre como nadie sabe quién es el Padre sino el Hijo y a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Tú Señor, agradeces por nosotros, sabemos porque nos conocemos, porque nos miramos junto a Ti y reconocemos esa pequeñez de cada uno de nosotros y sabemos que somos esos pequeños a quien esté revelado.
Tú y yo que hacemos este rato de oración, que conversamos con Jesús nos damos cuenta de que somos pequeños, que si no fuera por Jesús, si no fuera porque Él nos tiende la mano y nos lleva hacia el cielo, no podríamos hacer nada.
Señor y Tú agradeces por mí, Tú agradeces que yo te siga, que yo te quiera y que quiera quererte cada vez más.
¡QUE SUERTE TENGO!
Y luego volviéndose hacia los discípulos o volviéndote hacia los discípulos Jesús les dijiste a ellos:
“Felices los ojos que ven lo que ustedes ven, les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron”.
(Lc 10,24)
Jesús, qué suerte tengo, ni los profetas, ni los reyes tuvieron tanta suerte como yo.
ESTÁS EN TODAS PARTES, ¡GRACIAS!
En este rato de oración vengo a agradecerte, porque es tan grande lo que me has querido dar, felices mis ojos que ven lo que yo veo, que te descubren Señor, en el sagrario, en la calle, en un bosque, en mi habitación, en el metro, en donde sea, porque ahí estás Tú, qué gracia más grande tengo yo, que puedo descubrirte en todas partes, quiero agradecerte por tu presencia.
Estamos entrando en este mes de diciembre, estamos comenzando el fin de año, en el hemisferio sur donde yo vivo al menos, comienzan ya todas las carreras del fin de año, comienzan los preparativos para la Navidad.
HACER EXÁMEN
Hace pocos días celebramos el primer domingo de adviento, comienza todo el cierre del año y es un mes que nos sirve un poco para mirar hacia atrás y ver que hay mucho por que agradecer.
En este rato de oración, te animo a mirar un poco hacia atrás, hacer un poco de examen y ver todas las razones que tenemos para estar agradecido.
Jesús Tú al verme a mí, al vernos a nosotros estamos aquí escuchándote, que somos poca cosa, tú elevaste tu corazón en acción de gracias a tu Padre y yo tengo muchas razones para agradecer, muchas.
JESÚS NOS QUIERE
Quizá tú que me estás escuchando en este rato de oración, dirás este sacerdote no me conoce, no conoce mi historia, no conoce mi situación, por tanto no puede saber si tengo o no razones para agradecer, sí, es verdad, que no tengo conocimiento de tu vida, es verdad que no conozco los detalles, quizá a veces duros y tristes en los que vives, sí, pero se que Jesús te quiere, sé que Jesús está contigo, sé que el Señor no te abandona.
Y sé que siempre todos nosotros tenemos razones para agradecer.
San Josemaría en el libro “Camino” escribía en el punto 268: muy bonito,
“Acostúmbrate a elevar tu corazón a Dios en acción de gracias muchas veces al día, porque te da esto y lo otro, porque te han despreciado, porque no tienes lo que necesitas, o porque lo tienes, porque hizo tan hermosa su Madre que es también madre tuya, porque creó el sol y la luna, y aquel animal y aquella otra planta, porque hizo aquel hombre elocuente y a tí te hizo premioso, dale gracias por todo, porque todo es bueno”.
Siempre tenemos razones para agradecer Señor, siempre tenemos razones para vivir agradecidos, para estar contentos que somos hijos tuyos Señor, porque nos quieres muchísimo, porque dejas que nos pasen cosas buenas, porque hay cosas que no entendemos, pero sabemos que nos llevan a Dios.
SIEMPRE HAY RAZONES PARA AGRADECER
Siempre tenemos razones para agradecer; piensa en concreto en las cosas qué te gustaría agradecerle a Jesús ahora este martes 2 de diciembre de este año 2025, en que estamos mirando hacia atrás, durante este año qué cosas concretas me han pasado que le puedo agradecer a Jesús.
Gracias por mi familia, por las cosas que han sucedido, gracias por mi trabajo, gracias por mis amigos, por mis estudios, por mi pasado, por quienes me quieren, por esas cosas buenas que me suceden, pero también Jesús en este rato de oración quiero agradecerte por las cosas que parecen no tan buenas, o incluso por esas que parecen malas.
San Josemaría en una homilía decía:
“sufrimos pero no somos infelices, vivimos con la felicidad de contar con tu ayuda, por todos tus beneficios, también los desconocidos, no tengo nada, ni condiciones humanas, ni honra, ni méritos, pero entonces tú me lo concedes todo, cuando quieres, como quieres, Dios mío eres amor”.
Dios mío eres amor, sufrimos sí, pero no somos infelices porque Tú estás con nosotros Señor, gracias por todo esto, gracias por lo que no sabemos, gracias porque cuando no nos llega lo que necesitamos, Tú nos lo das.
MAGNIFICAT
Nuestra Madre del cielo, Santa María es una de las almas más agradecidas, lo demuestra ese canto de la Virgen cuando va a ver a su prima Santa Isabel: “mi alma bendice al Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humildad de su esclava, desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones”.
Y sigue la Virgen cantando las maravillas que ha hecho el Señor con ella; cántale tú tu propio Magníficat, cántale tú como la Virgen, porque Dios te mira, porque Dios te elige, porque te quiere llegar al llevar al cielo a pesar de los pesares, agradecele mucho al Señor porque todo lo que nos sucede es para nuestro bien.

