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P. Josemaría

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ETERNA JUVENTUD

María, por ser la criatura que más íntimamente ha estado unida a Él, es ciertamente la más joven de todas las criaturas.

Hoy celebramos la fiesta de la Natividad de María, su cumpleaños. La antífona de entrada de la misa dice: Celebremos con alegría el nacimiento de María, la Virgen, de ella salió el sol de justicia, Cristo nuestro Dios.

Trata de imaginar la alegría en aquella casa de San Joaquín y Santa Ana, padres de nuestra Señora. Si, por una parte, la alegría natural ante la llegada de un bebé es grande. Se alegra la familia, los vecinos, los amigos cuando nace una criatura; se celebran después los cumpleaños con júbilo. Pues, cómo no íbamos a llenarnos de alegría al conmemorar el nacimiento de María, que es Madre de Dios y Madre nuestra.

Antes se juntaba la alegría del parto a la sorpresa del sexo: fue niño, fue niña… Trata de imaginar la escena del nacimiento de María. Un acontecimiento feliz que revela algo muy esperanzador: que el Mesías está próximo.

Porque María es la estrella de la mañana. Es la aurora que precede a la salida del sol, que anuncia la llegada del Salvador. El Sol de Justicia en la historia del género humano.

Señala un antiguo escritor sagrado: Convenía que esta fulgurante y sorprendente venida de Dios a los hombres, fuera precedida de algún hecho que nos prepara para recibir con gozo el gran don de la salvación.

En la primera lectura de la misa hoy se aplica a la Virgen recién nacida, el pasaje de la Carta a los Romanos en que dice san Pablo aquello que describe la misericordia divina que elige a los hombres para un destino eterno. Y dice:

“A los que predestinó los llamó, a los que llamó los glorificó, a los que glorificó los justificó.”

(Rm 8, 30).

HEMOS SIDO LLAMADOS POR DIOS

del mundo

Pues María, desde toda la eternidad, ha sido predestinada por la Trinidad Beatísima para ser la Madre de su Hijo. Buen día también, para que nosotros recordemos que hemos recibido de Dios una llamada a cumplir una misión concreta en el mundo.
Que nosotros también hemos sido predestinados desde toda la eternidad.

Y aunque, guardadas todas las proporciones, a nosotros también Dios nos ha dado las gracias necesarias y suficientes -sin que falte una- para llevar a cabo nuestra vocación específica en medio del mundo.

Quizá nunca hemos pensado en nuestro cumpleaños -cada uno piensa en el suyo-que Dios quiso expresamente que naciéramos, porque nos había llamado a un destino eterno de felicidad y de amor.

Y si Dios concedió a san Joaquín y santa Ana una alegría muy grande, como participación de la gracia derramada sobre su hija. ¿Qué habrían sentido? Imagina, ¿qué habrían sentido, si, al menos de lejos, hubieran vislumbrado el destino de aquella criatura que vino al mundo, como vinieron todas las demás?

Así como María fue adornada de todas las gracias, hoy es un buen día para mirarnos en ella. Porque tampoco nosotros podemos sospechar la gran eficacia de nuestro paso por la tierra, si somos fieles a las gracias recibidas de Dios, para llevar a cabo nuestra propia vocación, otorgada por Dios desde toda la eternidad.

Dice san Alfonso María de Ligorio en un libro que se llama Las glorias de María:

“El alma de María fue la más bella que Dios creo, de tal manera que, después de la encarnación del Verbo, esta fue la obra mayor y más digna que el Omnipotente llevó a cabo en este mundo.”

MARÍA ESPERANZA Y AURORA DE SALVACIÓN

maría estrella de la mañana Mira a Maria

La gracia de María en el momento de su concepción sobrepasó las gracias de todos los santos y ángeles juntos. Dios da a cada uno la gracia que corresponde a su misión en el mundo. Nosotros estamos celebrando hoy su cumpleaños, que de alguna manera nos recuerda su Inmaculada Concepción nueve meses antes, el 8 de diciembre.

“Fue tan grande María en santidad y belleza, dice San Bernardo, que no convenía que Dios tuviera otra Madre ni convenía, tampoco que María tuviera otro Hijo que Dios.”

San Buenaventura afirma que “Dios puede hacer un mundo mayor, pero no puede hacer una madre más perfecta que la Madre de Dios.”

Vamos a estar contentos en este día del cumpleaños de María. Que se alegre Tu Iglesia, Señor y se goce en el nacimiento de la Virgen María, que fue para el mundo esperanza y aurora de salvación.

¿Cuántos años cumple hoy Nuestra Madre? Pues da igual. Porque para ella el tiempo ya no pasa. Porque ha alcanzado la plenitud de la edad, esa juventud eterna. Que nace de la participación en la juventud de Dios, que como dice san Agustín es más joven que todos, precisamente por ser eterno e inmutable.

A pesar de que, en ti y en mí, se va notando el paso de los años en nuestro aspecto externo… Yes verdad que es bueno que sea así, porque hay que saber el envejecer con dignidad, pero más a fondo revisa en el modo en que tenemos, tú y yo, de participar como participa María de modo pleno en esa juventud de Dios.

Quizá has podido ver de cerca la alegría y la juventud interior de alguna persona santa. Y contemplar cómo, de un cuerpo que llevaba el peso de los años, surgía una juventud del corazón, con una energía y una vida incontenible.

JÓVENES DE ESPÍRITU

Es algo que me sucedió a mí recién llegar a esta ciudad de Hermosillo. Pude vivir con un sacerdote, que justo por esos días que yo llegaba cumplía cien años. Todos coincidían -murió al poco tiempo después, don Emilio- que, a pesar del paso de los años, siempre mantuvo una juventud interior muy profunda, porque era muy grande su unión con Dios.

Si eso sucede con nosotros, criaturas pecadoras, imagina a María. Cómo por ser la criatura más íntimamente unida a Dios, es ciertamente la más joven de todas las criaturas.

A quien podemos pedirle también hoy, en su cumpleaños, que a nosotros tampoco no nos pasen los años interiores, que permanezcamos siempre muy jóvenes de espíritu.

Juventud y madurez se confunde en ella. También en nosotros cuando vamos derechamente at deum qui laetificat juventutem meam, hacia Dios, que nos rejuvenece cada día por dentro y con su gracia nos inunda de alegría.

Madre nuestra te pedimos, en tu cumpleaños, somos nosotros los que te queríamos dar algo, pero te queremos dar algo que antes te queremos pedir: novitatis sensu, es decir, novedad de sentido, rejuvenecer. Que nuestro trato con tu Hijo nos devuelva a esa época sencilla y feliz de la juventud.

Como decía san Josemaría:

“Miras a tu alrededor, y compruebas que a los demás les sucede otro tanto: transcurre en los años desde su encuentro con el Señor y, con la madurez, se robustecen una juventud y una alegría indelebles; no están jóvenes: ¡son jóvenes y alegres!

Terminaba diciendo:

Esta realidad de la vida interior atrae, confirma y subyuga a las almas. Agradéceselo diariamente «ad Deum qui laetificat iuventutem» —a Dios que llena de alegría tu juventud.”

(Amigos de Dios 31).

Bien, pues terminamos así: ¿Tu qué le vas a regalar a María en su cumpleaños? Echa una mirada a los años que han pasado en tu vida y pídele a María que te conceda, para que se lo puedas dar a su Hijo, una juventud de alma más hermosa, más bonita.

Que sepas rejuvenecer interiormente, porque dejas que ella te ayude, te acompañe en ese camino de encuentro con su Hijo, que te rejuvenece cada día y que le dará a tu vida una lozanía cada vez más pura.


Citas Utilizadas

Rm 8, 28-30

Sal 12

Mt 1, 1-16. 18-23

Amigos de Dios

Reflexiones

¡Feliz cumpleaños Madre! Te pedimos que nos concedas juventud de alma. Te pedimos, Señor, que a nosotros tampoco no nos pasen los años interiores, que permanezcamos siempre muy jóvenes de espíritu.

Predicado por:

P. Josemaría

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