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P. Rafael

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ESPERANDO VISITA

Avanzamos con el Adviento, y hoy la Liturgia nos pide vivir atentos a la llegada de la visita.

La comunidad judía tiene una práctica en la cena de Pascua, que es la de dejar un puesto libre por si acaso llega el profeta Elías. Esta práctica no es que se la hayan inventado, no es una superstición, sino que es un modo de vivir. Aquello que profetiza Malaquías en su libro. El libro de Malaquías es un libro muy, muy breve. Es el último libro de la colección de los libros proféticos. 

Allí al final del capítulo 3, en el versículo 23, el profeta dice en nombre del Señor: “Vean que yo les enviaré al profeta Elías antes de que llegue el día del Señor, grande y temible”. Y claro, como el pueblo judío no ha reconocido la venida del Mesías en Jesucristo, todavía tiene como que chance de que llegue primero el profeta Elías y después ya nos daremos cuenta de que está a punto de llegar el Señor. 

Esta práctica de dejar la silla allí preparada, el puesto de la de la última cena para el profeta Elías, para ellos lo que significa es esa esperanza, esa anticipación, porque Él ha de llegar, ha de llegar el Señor. ¿Por qué contamos esto? Porque en el evangelio de hoy, que es el capítulo 17 de san Mateo, es el capítulo o el pasaje que sigue a la transfiguración del Señor. 

UN PUESTO LIBRE

Allí los apóstoles están impresionadísimos, todavía impactados, porque acaban de ver a Moisés y a Elías junto a Jesús en el momento de la transfiguración. Y es lógico que le pregunten, ¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?. Y la respuesta es lo que acabamos de leer. Es la profecía del profeta Malaquías. Y Jesús responde: “Elías viene y restaurará todas las cosas. Les digo, sin embargo. Que Elías ya vino y no lo reconocieron, sino que hicieron con él cuanto quisieron”

Tú y yo ya sabemos a quién se está refiriendo el Señor. Está hablando, por supuesto, de Juan el Bautista, que es aquel que habría de venir el precursor antes del Mesías. Esta profecía de Malaquías ya se cumplió. Y además, el Señor completa la respuesta diciendo: “Así también el Hijo del Hombre va a padecer a manos de ellos”. Y allí entendieron los discípulos que les hablaba de Juan el Bautista. 

Una pregunta que nos podemos hacer es, buenísima esa historia muy bonita e interesante que nos hable de cómo se cumplen las promesas del Antiguo Testamento en el Nuevo Testamento con la venida de Jesucristo. Pero  esto del Bautista como que pega más en el tiempo de Cuaresma, por ejemplo. ¿Qué hace un pasaje de Juan el Bautista ahora en el tiempo de Adviento?. 

Esperando visita, adicciones afectivas recomenzar amistad

ESPERA VIGILANTE

Es como un salto cronológico, más bien nos tocaría leer las profecías de Isaías que nos hablan del Niño que ha de venir. ¿Por qué la Iglesia propone para un día como hoy, esta segunda semana del tiempo de Adviento, la consideración de la figura de Juan el Bautista?

 Bueno, eso es muy sencillo, la Iglesia lo que quiere es que vivamos este evangelio como una advertencia de lo que le pasó al pueblo judío. Que no solamente vino  Elías, como estaba dicho por el profeta y ni se dieron cuenta, sino que hicieron todo lo que quisieron con él (ya sabemos cómo terminó con el Bautista). Sino que además vino el Mesías, que es el ansiado, el esperado por Israel desde hace muchísimos siglos, y tampoco se dieron cuenta. 

Es de verdad el núcleo del Adviento, que es la espera activa, la espera vigilante del Mesías pero con el peligro de capaz no reconocerlo. Por eso, a ti y a mí nos viene muy bien meditar este evangelio del día de hoy, ahora en el tiempo de Adviento. Porque a ti y a mí nos puede pasar perfectamente lo mismo. Que por una parte estemos preparando la venida del Mesías y que el Mesías llegue y que no nos demos cuenta. 

FE, AMOR Y ESPERANZA 

Te puede parecer ridículo la práctica de los judíos, pero es que a ti y a mí nos puede pasar exactamente lo mismo. Ya no te digo preparar un plato para que venga Elías y resulta que Elías ya llegó. Sino que nos puede pasar que preparemos el arbolito, las coronas, las guirnaldas, la cena de Navidad, el pesebre pero que tú y yo no tengamos los sentidos despiertos, abiertos; la fe, el amor y la esperanza encendidos para poder detectar ese Dios que quiere venir y habitar entre nosotros. 

Buenísimo entonces este evangelio que la Iglesia nos quiere proponer para el día de hoy porque nos pone en alerta y nos hace hacer examen de conciencia para preguntarnos ¿Cómo va hasta ahora mi preparación para la Navidad? ¿Cómo estoy viviendo yo ese tiempo de Adviento? Es un mensaje muy concreto para este tiempo de Adviento, el Señor ya está viniendo, viene como vino con el Bautista, vino también trayendo incomodidades, llamándonos a ti y a mí a la conversión. 

El Señor ya está viniendo y viene como vino en Belén hace muchos siglos. Vino pobre, escondido y por eso es muy fácil pasar de largo. Hay una consideración cuando veamos ahora las imágenes del pesebre, que nos puede ayudar muchísimo, eso de que debemos admirarnos, asombrarnos de que Dios no ha querido nacer en un palacio, un palacio estupendo como el de Herodes, porque quiere todavía nacer en corazones preparados, como el tuyo y como el mío. 

Esperando visita, corazón nuevo

NO DEJAR QUE PASE DE LARGO

Y de nuevo, el corazón preparado es aquel que no deja que el Señor pase de largo. Dios viene hoy también en la persona concreta a la que me cuesta tratar, a la que me cuesta amar o la persona con la que pierdo fácilmente la paciencia. El Señor quiere venir también el día de hoy, en ese sacramento que a veces podemos recibir sorprendentemente con rutina. Caray, motivo de examen, obviamente. Un modo de vivir muy bien ese tiempo de Adviento. 

Ese tiempo de preparar los sentidos, muchas veces pasa por vivir con verdadera fe, con verdadero asombro, esos sacramentos que a veces recibimos con algo de acostumbramiento. Obviamente, la santa Misa, el sacramento de la confesión. Es Dios que también quiere venir en este tiempo, tal vez en esa voz de la conciencia que me dice que tengo que cambiar algo ya, este tema de tu vida hay que entrarle porque es importante. 

Y tú lo sabes que tienes que cambiar en esto, pero tal vez hay otras cosas que han tomado mayor protagonismo en tu vida. O tal vez hay cierto miedo al silencio porque te encontrarías a solas con Dios y Él te invitaría a hacer algo que requiera más esfuerzo del que quieres asumir. No hagamos como esos contemporáneos de Juan que no supieron reconocer a Elías, que estaba entre ellos, lo tuvieron delante y no lo reconocieron. 

OJOS ABIERTOS Y CORAZÓN DESPIERTO

Vamos a aprovechar este rato de oración para pedirle al Señor que nos convierta en el corazón. Señor, abre mis ojos, dame la verdadera visión de fe para que yo te sepa reconocer también en esta Navidad. Y no solamente en la Navidad, sino ahora mismo en el Adviento de estos modos que acabamos de describir. Señor sorpréndenos, ayúdanos a vivir también este tiempo de Adviento precisamente como nos decía Juan el Bautista, a preparar el camino porque tú Señor, vienes, está cerca, vienes a salvarnos. 

El examen del día de hoy puede ser Elías vino y no lo reconocieron, Señor, ayúdame a que cuando Tú vengas yo te reconozca inmediatamente. Y para esto, la primacía de la gracia. ¿Cómo detectar a Dios que pasa a nuestro lado? ¿Cómo reconocer a Cristo que pasa junto a nosotros? Apreciando al máximo la gracia. 

Que este Adviento sea un tiempo de ojos abiertos, de corazón despierto, que repitamos muchas veces, como es tradicional en este tiempo “Maranatha, ¡Ven, Señor Jesús!” Pero que cuando vengas yo esté totalmente preparado. 


Citas Utilizadas

Ecl 48, 1-4. 9-11

Sal 79

Mt 17, 10-13

Reflexiones

Señor, que esté preparado para recibirte y te reconozca inmediatamente. Que esté con los ojos abiertos y el corazón despierto.

¡Ven, Señor Jesús!

Predicado por:

P. Rafael

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