SAN JOSÉ DE CUPERTINO
“Dame agudeza para entender, capacidad para retener, método y facultad para aprender, sutilezapara interpretar y en el momento del examen, gracia y abundancia para hablar, acierto al empezar, dirección al progresar y perfección al acabar”.
Así reza la oración a san José de Cupertino, un santo que celebramos hoy: el santo de los estudiantes. Un santo que no es que era perfecto, que también le costó mucho el estudio y por eso también se le pide a él para nuestros exámenes.
Él decía: “Rezar, no cansarse nunca de rezar, Que Dios no es sordo ni el cielo es de bronce. Todo el que pide, recibe”. Y todo el que estudia también consigue buenos resultados. Pero en este rato de oración, no nos cansemos de rezar.
Dios no es sordo ni el cielo es de bronce, insisto, sino que todo el que pide, recibe. Vamos a pedirle también en este día que sepamos estudiar con esa ilusión con que él también estudió.
San José no fue espectacular en sus exámenes. Recibió fuerza de Dios, sí; recibió luces necesarias, también; pero hoy se lo considera el patrono de los estudiantes porque él colaboraba con muchos.
Cuentan que de chico tenía muchas dificultades para aprender, le costaba mucho aprobar los exámenes y sin embargo, llegó el momento de ordenarse y en la prueba que le tomaron solo le preguntaron un pasaje del Evangelio que él sí sabía de memoria y explicó muy bien.
Y esa fue la única pregunta que le hicieron y gracias a eso pudo ser ordenado sacerdote. La Iglesia lo reconoce como el patrono de los estudiantes.
No todo depende de la memoria o de la inteligencia que tengamos, sino sobre todo también de la humildad, de la perseverancia y la ayuda de Dios.
CON QUÉ AMOR HAGO LAS COSAS
Quería relacionarlo con un poco del Evangelio de la misa de hoy, porque también tiene ese perfume del estudio.
Recordamos el perfume de la pecadora que llora delante de Jesús, pero nosotros recordamos también el perfume de nuestro estudio.
¿Cómo estudiamos? ¿Cómo es nuestro estudio?Jesús ya era muy conocido y el Evangelio de hoy nos lo narra muy claro:
Hay una mujer, hay un invitador y también está sobre todo el Jesús, que está ahí ungido de los pies por esta mujer.
Una mujer que tiene una vida rota, pero que no se queda encerrada en el pasado, que no se desalienta, sino que va a buscar a Jesús porque quiere dejarse curar.
Una mujer que abre su corazón porque quiere amar de verdad, porque necesita el perdón de Dios.
Es como a veces los estudiantes que dicen: No, yo no puedo estudiar más o siempre ya me fue mal. No importa, seguí estudiando.
Así como esta mujer soñó también en su corazón ardiente, el Señor también espera de nuestros estudiantes que estudien con ese amor de privilegiados.
No nos vamos a desanimar por nuestras faltas, sino todo lo contrario, tenemos que aprovechar para llevarlas a Dios. Y nuestros desaprobados o nuestros errores no nos pueden desorientar de Él.
Fíjate, Jesús se convirtió rápidamente en ese personaje que también el Evangelio de hoy lo pone en primer lugar, porque cuando se enfrentaba con el que lo invitó y esta mujer,
le dice: “Sus muchos pecados han quedado perdonados porque ha amado mucho; pero al que poco se le perdona, ama poco”. (Lc 7. 47).
Y lo mismo pasa con el estudio. No, es que yo estudié un montón y me fue mal.
No importa, ¿cómo estudiaste vos? Eso es lo importante. ¿Qué metodología? ¿Con qué cuidado? ¿Con qué tiempos? ¿Con qué orden?
Quizá al otro le fue más fácil. O quizá el dueño de la casa, que cuenta hoy el Señor con el fariseo, era incapaz de soñar, era incapaz de amar o no sabía lo que era un buen estudiante.
Si nos atenemos a las prioridades que también el Señor nos muestra, no es una cuestión de postureo o de quedar bien. Al contrario, el Señor quiere que sepamos amar, que no estemos solos también con nuestro estudio, que mi estudio me ayude a acercarme a Él.Estamos invitados a acercarnos como se acercó a esta mujer. Era una pecadora.
Sin embargo, “se puso a regarle los pies con sus lágrimas y se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con perfume”. (Lc 7, 38).
Ahí quería quedarme, porque efectivamente nuestro estudio puede ser muy bien perfumado.
A veces, efectivamente, no tiene grandes notas o grandes alturas, pero lo importante es con qué perfume o con qué sabor hacemos las cosas, con qué paciencia.
Fijate cómo Simón, también que está ahí presente, ve cómo a veces también le duele al Señor que no hacemos las cosas de la mejor manera y quizá él reprendería algún apóstol o quizá esta mujer, qué está haciendo ahí.
Lo decía el papa Franciscohablando de esta mujer: “el lugar privilegiado para el encuentro con Cristo son los propios pecados”. (Homilia 18 de septiembre de 2014).
Y el lugar privilegiado para un estudiante son también encontrarnos con nuestras notas, con nuestros sobresalientes y con nuestros desaprobados.
Eso lo enseña el Señor también deseando que esa mujer que se acercó al banquete sea también abrazada por Él, abrazada por sus muchos pecados, y sus muchos pecados han quedado perdonados.
¿CUÁLES SON MIS PRIORIDADES?
Un estudiante que también le cuesta, ¡no importa!Ese estudiante puede ser muy brillante a los ojos de Dios.
Por eso, qué importancia es también llorar por nuestros errores, aprovechar para estudiar mejor, aprovechar para cuidar mejor el tiempo o ver qué jerarquía de tiempos tenemos.
Porque los tiempos son los mismos para todos. Una semana quizá tengo más actividades, pero también darle una primera prioridad a nuestro día. ¿Cómo es nuestro tiempo con Dios?
Esta mujer pecadora se ve que tendría relación con el Señor, porque de hecho se acerca a Jesús y porque ir a buscarlo. Y un buen estudiante necesita también tener esa prioridad de Dios. No es que tengo mucho que estudiar, entonces no voy a misa. No, al contrario, voy a misa porque necesito.
O no, mi familia, mis padres, mis hermanos. Bueno, mi prioridad está Dios primero, después mi familia, pero no puedo dejar de buscarlo a Dios.
Una segunda prioridad, que también ahora quería llevarlo a este rato de oración, es nuestro estudio. Porque a veces hablamos mucho de estudio, tengo muchos exámenes, pero con qué orden usamos las cosas.
Porque después, no sé, nos pones a jugar un jueguito en Clash Royale o buscamos también estar metidos en mil cosas, y en realidad no estoy aprovechando el tiempo.
O tengo el celular abierto o chateo con mil personas o me llama no sé quién y sigo llamando y hablo yo también con otros. Llevo una hora, no sé, preparándome una buena comida saludable. Está muy bien, pero no podemos estar todo un tiempo en la cocina, porque después no vamos a estudiar.
Pienso en esta mujer. Se acercaría a Jesús con el mejor perfume.
Lo buscó, lo encontró, lo pagó y se lo llevó a Jesús. Vos ¿estudiás como esta mujer? Con el mejor estudio, con un estudio bien perfumado, con un perfume de gran valor. ¿Le puedo ofrecer a Dios también mi tiempo?
Puedo regalarle al Señor un estudio hecho a Dios. Porque efectivamente, a veces nos puede quedar las dudas de si estamos aprovechando el tiempo o si queremos también hacerlo cara a Dios. Y si buscamos hacer las cosas cara a Dios, no estudiaremos poco y nada.
La enseñanza del Evangelio es muy clara, porque también el Señor a esta mujer le perdona sus muchos pecados porque ha llorado mucho, porque también se ha arrepentido mucho. Bueno, el buen estudiante es el que aprende, el que sabe sacar también buenas notas con el tiempo.
Quizás, efectivamente, al principio me costó o me desorienté o me agarró la pandemia. No importa. Lo importante es orientarnos y sobre todo esa amistad con Jesús.
Que nuestro rato de oración, que nuestro encuentro con Dios, sean motivos también de descubrir que el Señor también no busca simplemente notas así, altisonantes o pluscuamperfectas.
No, el Señor quiere que también nosotros valoremos ese amor con que hacemos las cosas. Es amor en nuestro estudio, es amor en nuestro trabajo, es amor, como decía también san José de Cupertino, que necesitamos también pedir ayuda para poder aprender bien, interpretar las preguntas y en el momento del examen, buscar gracia y abundancia para hablar, acierto al empezar, dirección al progresar y perfección al acabar.
Así podremos darle esa rectitud e intención a nuestro estudio, así podremos darle esa rectitud e intención a nuestra vida.
Dios espera mucho de nosotros, y también ahora a raíz de esta fiesta de la exaltación de la Santa Cruz, que podamos también regalarle al Señor ese buen estudio hecho cara a Dios, hecho cara a nuestra madre Santa María, como celebramos también hace poco, nuestra Madre al pie de la cruz.
Ella que vio también toda la gente que estaba en torno a la cruz, pero muchos estaban despistados. Bueno, que no nos despistemos con nuestro estudio y que le pidamos también mucha ayuda a nuestra Madre.
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