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P. Juan

6 min

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GRADUALIDAD EN LA LUCHA

Jesús enseña en la sinagoga de Cafarnaúm y la gente se queda admirada de su doctrina porque no dice palabras huecas, sino que las confirma con su poder.

Hay una canción que escuchamos en la JMJ del 2013 en Brasil, en Río de Janeiro, en la plaza de Copacabana de un autor norteamericano llamado Matt Maher que decía más o menos lo siguiente:

“Señor, te necesito”.

Son palabras que se adecúan bastante con el evangelio de hoy: “Señor, te necesito”.

A veces no las podemos pronunciar o a veces nos cuestan decirlas, pero «Señor, te necesito».

Dice la canción más o menos así:

“Cuando estoy sin vos me siento apartado,

cuando te busco siento tu necesidad.

Cada hora te necesito Señor,

Tú eres mi defensa, Tú eres mi fuerza,

Tú eres aquello que me hace sentirme bien”.

Digamos, la traducción un poco así a la ligera, pero “te necesito”.

En el evangelio de hoy lo vemos porque Jesús enseña en la sinagoga de Cafarnaúm, la gente se queda admirada por su doctrina porque no dice nada hueco, confirma todo su poder.

«Un hombre endemoniado le grita: “¡Déjanos! ¿Qué tenemos que ver contigo Jesús? ¿Has venido a perdernos? Sé quién eres, el Santo de Dios”»

(Lc 4, 34).

Jesús no responde a las preguntas del demonio, no dialoga con él, está por encima. Ni siquiera quiere hablar con él. Con plena autoridad le manda callar, le manda salir de aquel hombre y el demonio obedece, sale sin hacer daño alguno. Es la manifestación del poder de Dios sobre las criaturas, porque el demonio es también una criatura.

DIOS TIENE AUTORIDAD

Cafarnaúm

La existencia de Satanás y sus ángeles es una verdad revelada por Dios y enseñada por la Iglesia. Hoy se lo pedimos al Señor: “Señor, te necesitamos”.

Dios tiene autoridad también para sacar el demonio, para ponerse por encima con su poder. Y si Dios emplea su autoridad en el evangelio de hoy, ¿por qué nosotros no le pedimos ayuda?

Ante esa curación del endemoniado, la gente se pregunta admirada, ¿qué palabra es esta? ¿Qué potestad, qué fuerza tiene Él para mandar sacar esos espíritus impuros y que salgan de verdad? ¿Quién es el que las pronuncia? ¿Quién es este Hombre que expulsa demonios? Son preguntas que también a veces nos faltan hacernos a nosotros.

Yo necesito más a Jesús y por eso también queremos, en este rato de oración, que nuestra fe no languidezca, que nuestra fe sea fortalecida, que tenga más espíritu deportivo, que tengamos una fe viva, una fe llena de alegría, llena de esperanza, como también nos pedía el Papa.

De hecho, este cantante norteamericano, Matt Maher, también estuvo tocando ahí en el jubileo de los jóvenes, el Jubileo de la Esperanza en Tor Vergata, y cantaba lo mismo:

«Señor, te necesito; Señor, te necesito».

¿Vos lo necesitas a Él o no? ¿Sentís esa necesidad en tus luchas? ¿En tu querer descubrir que somos efectivamente vulnerables? En todos los lugares en el mundo entero estamos llamados también a ser testimonios de tu ayuda.

CAMINO DE GRADUALIDAD

Vos, cuando hacés oración o cuando también te sentís pequeño o pequeña, qué bueno también pedirle al Señor orar, aunque parezca difícil; orar, aunque parezca que no sirve para nada.

Porque es posible que a veces tengamos miedo de que Dios no nos escuche, de que has oído hablar de grandes ilusiones en personas y no te escuche nada a vos o que te decepciones.

Animate en este camino de gradualidad, de dar ese pequeño paso. Sabemos que necesitamos a Dios y que necesitamos también esa gradualidad para darnos cuenta, pero hoy se lo pedimos al Señor, que nos anime a dar ese pequeño paso, esa gradualidad en la lucha.

¿Somos capaces de rezar? Por supuesto. ¿Somos capaces de buscar más al Señor en nuestro día a día? Por supuesto.

De eso se trata la oración: ser hombres que rezan, ser hombres que quieren buscar a Dios, que quieren encontrarlo dentro de su corazón, que quieren hablarle, que quieren escucharlo, porque nos conocemos y también sabemos que, solamente amando a Dios, necesitando a Dios, descubriremos también cómo la tentación desaparecerá.

“Señor te necesito”. Lo escuchábamos en Río de Janeiro con el Papa Francisco, lo escuchamos de vuelta en Tor Vergata con el Papa León en aquella mañana excelente cuando estaban todos esos jóvenes en Roma: cómo nosotros también podemos necesitar qué más al Señor.

CAFARNAÚM

Fíjate Cafarnaúm, nos cuenta el evangelio de hoy, está construida al lado del lago de Genesaret, en un camino bastante visceral porque pueden pasar por muchas partes para ir al Mediterráneo o a Egipto. Jesús se ve que quiso estar ahí para elegirlo como base de operaciones apostólicas en Galilea.

De hecho, la sinagoga de Cafarnaúm que aparece hoy en el evangelio fue también bastante concurrida por Jesús, no sólo en el discurso del pan del vida, sino también en aquella presentación oficial.

Hoy lo dice san Lucas, en el pasaje nos cuenta también en aquella ciudad de Cafarnaúm, una ciudad de Galilea, cómo Él iba todos los sábados a rezar, a enseñar y se quedaba ahí con su autoridad, mostraba su autoridad, no tenía miedo de descubrir quién era Él.

Era un sábado, lo cuenta el evangelio de hoy, la sinagoga está repleta de gente, era un día donde se iba a escuchar la palabra de Dios, la palabra del Maestro de Nazaret.

¡Qué envidia me dan aquellas personas que escucharon a Jesús hablar, qué envidia me da también poder pronunciar palabras que muevan los corazones, que lleven a esa gradualidad en la lucha para necesitarte de verdad, Señor!

Y qué curiosidad también tenemos nosotros hoy de escucharte más, Señor, de darte esa prioridad o darte ese privilegio de solamente necesitarte a Vos. No buscar otras cosas, no buscar normalizar nuestras luchas negativas, porque el demonio existe y es malo, no nos ayuda.

Cafarnaúm

ESTAMOS LLAMADOS A LA LUCHA POSITIVA

Es como lo dice el libro de C.S. Lewis, “Cartas del diablo a su sobrino”, “aquellos tontos que piensan que, por ir despacito en camino hacia abajo, no va a pasar nada”; no, al contrario, el demonio va a ir tentando de a poquito, hasta que uno cae.

Nosotros también, Señor, estamos llamados a esa lucha positiva, a no dialogar con el demonio, a no dialogar con la tentación o a no escucharle esas mentiras.

Cuántas veces saldremos airosos también de las luchas, de las garras del diálogo, pero mejor ni dialogar, mejor ni hablar.

Y no se trata de: “no, es que no era pecado mortal”. No, ni siquiera cosas pequeñas. “Estos pecaditos no tienen importancia”. “Le robé un alfajorcito…” o “estoy hablando mal de alguien que no pasa nada”.

No, no, todo es ocasión de descubrir también al Señor, de saber que lo necesitamos, de que Él es nuestra defensa, de que Él es también Aquel que nos da autoridad.

DIOS QUIERE AYUDARNOS

¿Cómo le pedimos al Señor, hoy en este evangelio del endemoniado que Jesús quiere curar? ¿Cómo buscamos al Santo de Dios con toda su autoridad en nuestro rato de oración, cómo busco esos milagros y que también mi conversión sea un camino de gradualidad, un camino positivo de diálogo con el Señor, de escucharlo más a Él, de saber que también puede haber tentaciones?

Decía Benedicto XVI:

“A menudo para el hombre la autoridad significa posesión, poder, dominio, éxito. Para Dios, en cambio, la autoridad significa servicio, humildad, amor”

(Benedicto XVI, Ángelus, 29 enero 2012).

Dios quiere ayudarte en su humildad, en su servicio, en su amor.

¿Cómo le voy a pedir ayuda a Dios? No, Dios quiere ayudarte con toda su autoridad en su servicio, en su humildad y en su amor.

¿Nos animamos a pedirle así al Señor? ¿Me animo a descubrir también que tengo cosas para mejorar en este camino gradual de la lucha positiva para fortalecer mi fe, que no languidezca?

Te pedimos santa María que también descubramos en este mes de septiembre (que ya estamos caminando) y que queremos también descubrirte todos los días con alegría, con mucha esperanza, porque vos sos también nuestra esperanza siempre.


Citas Utilizadas

1Tes 5, 1-6. 9-11

Sal 26

Lc 4, 31-37

Benedicto XVI, Ángelus, 29 enero 2012

Reflexiones

Señor, yo quiero ser una persona que reza, que busca a Dios, que quiera encontrarlo dentro de mi corazón, que quiera hablarle, que quiera escucharlo.

Predicado por:

P. Juan

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