Cuando una amistad está guiada por valores como la lealtad, la verdad y el perdón, se vuelve un lazo que nos acerca a Dios. Esta es la amistad que nos eleva, que nos lleva al Cielo, que nos ayuda a ser santos en la vida terrenal. Estos amigos son un regalo anticipado del Cielo. Le doy gracias a Dios por haber experimentado este tipo de amistad en los últimos años.
La amistad que nos eleva
Hay amistades que nos acercan al Cielo. No porque sean perfectas, sino porque nos invitan a ser mejores. Son esas almas que, con ternura o firmeza, nos dicen la verdad, nos alientan a elegir lo correcto, nos recuerdan quiénes somos cuando lo olvidamos.
Una de esas personas ha sido mi hermana Marta. Ella ha sabido encontrar los momentos para decirme algunas cosas que manchaban mi alma. Sus palabras en un momento me dolieron, pero me hicieron reflexionar, darme cuenta de que ella tenía razón y disponerme a hacer cambios que, si bien no fueron fáciles, se convirtieron en un objetivo a lograr.
Gracias a mi hermana Marta comencé a escuchar los 10 minutos con Jesús. Ella supo encontrar ese momento propicio para enviarme la primera meditación que fue un bálsamo para mi alma… y desde allí se convirtieron en parte de mis días hasta hoy.
Gracias a mi hermana Marta comencé a ir a los retiros mensuales. Ella me había invitado varias veces y yo pensaba: no tengo nada que hacer en un retiro. Hasta que esa voz suave resonó en mi interior y fui al primero.
Y después, allí estuvo mi hermana para invitarme a seguir. Sin duda, ella ha sido clave para que yo me mantenga en el camino correcto para ganarme el Cielo. Y a su vez Marta recorre esa misma senda conmigo para ganarse el cielo.
La amistad como reflejo del amor divino
En uno de mis artículos compartí que el primer tema que se abordó en el primer retiro mensual fue sobre llevar una vida coherente. En ese momento mi vida era lo más incoherente posible. Fue como verme en un espejo, y lo que veía no me gustaba.
San Josemaría decía: No me creo que te intereses por el último pobre de la calle, si martirizas a los de tu casa. Él llamaba a esto el orden de la caridad. Y esto tiene que ver también con la amistad.
Como expresó el papa León XIV en su homilía inaugural:
¡Hermanos y hermanas, esta es la hora del amor! La caridad de Dios, que nos hace hermanos, es el corazón del Evangelio… Juntos, como un solo pueblo, como hermanos todos, caminemos hacia Dios y amémonos unos a otros.
Esa invitación a amar como hermanos indica que la amistad verdadera nos hace ser mejores.
La amistad como vocación compartida
Es así como la verdadera amistad no es la que siempre aprueba, sino la que se atreve a corregir con amor.
La verdadera amistad no es la que encubre, sino la que nos ayuda a crecer, aunque duela. Nos dice: yo estoy contigo; pero también: yo quiero verte volar más alto.
Recibir la gracia de la amistad verdadera me ha llevado a mí también a tratar de ser una buena amiga. He tenido momentos en que he debido decir la verdad a sabiendas de que eso puede significar una ruptura, dependiendo de cómo la otra persona lo tome. Hasta ahora no ha sido para mal, al contrario, ha fortalecido nuestra amistad.
Espero que de alguna forma también pueda ser instrumento para que alguien pueda ganarse el Cielo así como lo ha sido mi hermana Marta para mí. Siento que los amigos que fortalecen su amistad teniendo el mismo anhelo de llegar al cielo, construyen un lazo indestructible. Donde cada uno está pendiente del avance o retroceso del otro.
La verdadera amistad trae luz a nuestras vidas
He aprendido a lo largo de los años que quiero tener a mi lado a personas de luz.
No quiero estar cerca de personas que me confunden, que me alejan de mi propósito de ganarme el Cielo. No quiero estar cerca de personas que me sumergen como en otra versión de mí que no es la auténtica. Son personas que nos distraen, que nos apagan… o lo peor, que me aplauden, aunque vaya hacia un abismo.
Pero para llegar a este convencimiento de querer tener a mi lado a personas de luz, he tenido que aprender a decir que no, lo cual no ha sido fácil. Lo que me guía es la esperanza que tengo de hacer todo lo posible por ganarme el Cielo.
La verdadera amistad
La verdadera amistad aparece cuando más se necesita. No requiere ni un escenario y menos aplausos. Es discreta y a veces también se aleja cuando es necesario.
No compite, no absorbe, no manipula. Su única intención es el bien del otro.
En palabras del papa León XIV:
El don de la amistad nos devuelve a Jesús mismo. Tener la capacidad de desarrollar amistades auténticas en la vida es algo hermoso.
Y en esa misma línea de pensamiento, San Josemaría escribió:
No tengas miedo a amar a los demás por Dios. Y si los amas así, no habrá corazón que se te resista, porque les darás lo que necesitan: comprensión, alegría, ayuda.
Modelos de amistad en la historia espiritual
Entre santos, la amistad ha sido también un vínculo que va más allá del afecto humano para convertirse en camino hacia la vida eterna.
Veamos el ejemplo de San Agustín, que encontró en San Ambrosio no solo a un maestro sino una luz que lo condujo a la fe. Para el reciente artículo que escribí sobre San Agustín para este blog Amar a Dios con San Agustín: lectura, oración y espejo del alma, leí sobre la relación entre ambos.
Cuando Agustín llegó a Milán encontró al obispo Ambrosio, quien lo acogió con afecto paternal, sin imponer, solo iluminando con su ejemplo y sus enseñanzas. Fue gracias a su influencia que Agustín comenzó a abrir su corazón al cristianismo. Ambrosio fue el puente que condujo a Agustín al bautismo y con ello a su conversión total.
Igual es el caso de Santa Teresa y San Juan de la Cruz, quienes compartieron una profunda amistad espiritual. Al escribir sobre Santa Teresa supe que ella halló en Juan un alma gemela. Aunque él era joven y reservado, compartían una pasión por Dios. Juntos enfrentaron incomprensiones y fundaron conventos reformados. Su amistad fue alimentada por la oración, el sacrificio y el anhelo del Cielo.
Vemos que estas amistades fueron verdaderos puentes hacia lo eterno.
Celebremos esas amistades que nos purifican y seamos nosotros instrumentos de purificación, siendo amigos verdaderos.
Y para cerrar te pregunto:
¿Quiénes han sido las amistades que te han elevado al Cielo?
¿Qué estas haciendo para que otras personas puedan ganarse el cielo?