< Regresar a Blog

Colombiana, mamá, programadora y WebMaster Hablar con Jesús y Hermandar

5 min

Cuando la Fe Cambia Tu Historia

Hoy quiero comenzar agradeciendo a cada persona que ora por quienes estamos del otro lado de la pantalla. Tal vez no lo sepan, pero todos ustedes fueron parte de un gran milagro. Más adelante entenderán por qué.

Desde hace muchos años, he evangelizado en silencio, sin buscar reflectores. Comencé esta labor siendo muy niña: a los 12 años cuidaba a los niños de mi comunidad mientras sus padres asistían a misa. Les enseñaba la Palabra de Dios a mi manera, con juegos y actividades lúdicas, buscando siempre acercarlos al amor de Jesús.

De la maternidad al reencuentro con Dios

A los 22 años fui mamá soltera. En ese momento, como es natural, mis prioridades cambiaron. Me alejé un poco del servicio, pero nunca completamente de Dios. Fue en esa etapa cuando comencé a comprender la fuerza de la oración de intercesión y el poder de los milagros.

Durante el embarazo, fui diagnosticada con toxoplasmosis, pero justo antes del parto, la infección desapareció sin explicación médica. Luego, cuando mi hija tenía dos años, sufrió una grave neumonía que perforó uno de sus pulmones. Fueron 25 días intensos en la clínica, pero salimos adelante gracias a la intercesión de la Virgen de Chiquinquirá.

testigo

Volver a servir desde el silencio

Años después, en 2013, una tía me invitó a un retiro de Emaús. Fue el pretexto perfecto que Dios usó para volver a conquistarme. Me integré al ministerio de Logística, ese servicio tan silencioso como profundo, donde haces mucho sin que nadie lo noté, pero donde Dios lo ve todo.

En ese espacio encontré una comunidad de fe. Orar por los demás se volvió una necesidad del alma. Me levantaba con gusto en la madrugada para acompañar rosarios o la coronilla por la salud de alguien. Aprendí bisutería y comencé a hacer denarios y rosarios para regalar, motivando a otros a orar también.

En 2020, gracias a una prima que hoy está en el cielo, conocí la Obra ( Opus Dei) y los audios de Hablar con Jesús. Un día decidí escribir por Instagram para ofrecerme como voluntaria, y por gracia de Dios, sirvo aquí desde septiembre de ese año.

Cuando la fe se pone a prueba

A estas alturas podrías pensar que era una católica ejemplar. Pero la verdad es otra: aún había heridas no sanadas, luchas internas, una fe frágil que dependía del sacerdote que tenía cerca en mi servicio. Mi relación con Dios era condicional: si no hacía mi voluntad, simplemente me alejaba. Servía mientras libraba un combate espiritual y, aun así, Dios me seguía enseñando con amor.

Hace dos años comenzó un proceso más profundo. Caí muchas veces, pero también vi con claridad lo que antes no entendía. En un artículo anterior conté parte de ese camino, pero lo más impactante ocurrió después.

La fe cambia tú historia

El diagnóstico inesperado

En diciembre de 2024 comencé a sentir molestias en el costado izquierdo de mi cuerpo. Pensé que se trataba de algo digestivo y preferí ignorarlo. Ya tenía una cita médica programada para enero, así que decidí esperar. Pero el dolor fue empeorando.

El 7 de enero, la doctora palpó una masa en mi abdomen. Ese mismo día me hicieron una ecografía: había un tumor grande. Luego vinieron los exámenes de sangre, tomografías y resonancias. Los marcadores tumorales estaban altísimos. Todo indicaba una carcinomatosis peritoneal. Algunos médicos incluso descartaban la posibilidad de una recuperación.

El dolor era muy fuerte, pero por protocolo médico no podía tomar ningún tipo de analgésico. En estos casos, no se permite ocultar el dolor. Fue entonces cuando conocí una práctica católica vivida por muchos santos: ofrecer el dolor por otras personas. Recibí un artículo de san Josemaría que hablaba sobre el sentido del dolor, y comencé a ponerlo en práctica. No imaginan cuán grande fue ese analgésico espiritual.

Creo que en otra etapa de mi vida ya habría pensado lo peor. Pero, en realidad, ¿qué pasaba por mi mente? Nada. Solo entendí que debía soltar mis expectativas y aceptar la voluntad de Dios. Él sabe más.

El día del milagro

La fecha de la cirugía quedó fijada para el 3 de abril, y con ella comenzó una espera llena de oración y preparación interior. Había UCI dispuesta, reservas de sangre y un equipo de oncólogos listo. Durante esos casi tres meses, solo hice tres cosas: prepararme físicamente (con ejercicio y dieta), pedir oración y buscar sanar las relaciones que aún dolían. No fue posible en todos los casos, pero mi prioridad era estar en paz. Porque la paz verdadera nace de una fe auténtica.

Parece ficción, pero así fue. A las 11 a.m. me internaron para prepararme. Sin celular, sin distracciones. Solo Dios y yo. Estaba tan tranquila que incluso me dormí.

A la 1 p.m., ya en el quirófano, escuché al ginecólogo-oncólogo decir que estaba preocupado. Lo miré, le sonreí y le dije: “Tranquilo, fue el mismo Dios quien lo escogió, y todo va a estar bien.” Me aplicaron la anestesia y me dormí.

Una enfermera comentó después que nunca había sentido tanta paz en una cirugía. Estaba programada para durar al menos seis horas… duró solo dos. Me extrajeron varios órganos, pero ninguno vital. Había cicatrices, sí, pero todo rastro maligno había desaparecido.

Al día siguiente fui dada de alta. Y veinte días después llegó la patología: todo era benigno. El médico, también católico, me miró y dijo: “Esto es un milagro.”

La fe cambia tu historia

La paz que sobrepasa todo entendimiento

Hoy sigo recuperándome físicamente, pero en mi alma hay una paz que no se puede describir con palabras. He aprendido que tener fe es confiar plenamente en la voluntad de Dios, sin miedo. Porque Él nunca defrauda.

No sé si esta paz me hace mejor católica, pero sí me ha hecho mejor persona. Ya no me alteran tantas cosas, ni juzgo como antes. Mis prioridades cambiaron. Hoy solo me importa agradar a Dios y amarme tal como soy, con heridas, defectos y virtudes.

Valoro más a mi familia, a los amigos que oran por mí y cada una de las oraciones que ustedes hacen por nosotros. Porque sé, con certeza, que ninguna oración que sube al cielo regresa vacía.

Ser amigo de Jesús lo cambia todo

Hoy vivo con una certeza: ser amigo de Jesús lo cambia todo.

Hablar con Él cada día, en lo sencillo y cotidiano, ha fortalecido mi confianza en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Ahora tengo más motivos para buscar la santidad desde lo ordinario, desde lo pequeño, desde lo simple.

Comprendí que la verdadera paz no nace de la ausencia de problemas, sino de la presencia de Dios en medio de ellos. Esa paz que sobrepasa todo entendimiento es un regalo que llega cuando soltamos el control y nos abandonamos a Su voluntad.

A quienes estén pasando por una prueba, solo puedo decirles esto: no dejen de orar, no dejen de confiar y no se alejen del Señor. A veces Él permite el quebranto no para destruirnos, sino para mostrarnos su poder, su amor y su fidelidad.

Gracias a todos los que diariamente oran por nosotros, los voluntarios. Sin esas oraciones, este milagro no se habría dado como se dio. No fueron ni más ni menos: fueron las necesarias, justas, perfectas… para que hoy yo esté aquí y siga cumpliendo la voluntad que Dios tiene para mí.


Escrito por

Andrea Convers

Colombiana, mamá, programadora y WebMaster Hablar con Jesús y Hermandar

¿TE GUSTARÍA RECIBIR NUESTRAS MEDITACIONES?

¡Suscríbete a nuestros canales!

¿QUÉ OPINAS SOBRE EL ARTÍCULO?

Déjanos un comentario!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

La moderación de comentarios está activada. Su comentario podría tardar cierto tiempo en aparecer.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.


COMENTARIOS

  1. Gracias por el artículo. Comprendo muy bien lo que dices en el y te oído tus oraciones porque estoy pasando por muchas pruebas que se vienen del Señor y me duele cuando no tengo la FE Y PACIENCIA Y FORTALEZA para seguir adelante. Quiero orar y no comienzo y tengo una multitud de sentimientos encontrados. Jesús te necesito. Por favor no te apartes de mí. A donde voy a ir. A quien voy a acudir. No me abandones por favor. Ten misericordia y no me dejes. Amén.

  2. Cecilua dice:

    Gracias por el artículo. Comprendo muy bien lo que dices en el y te oído tus oraciones porque estoy pasando por muchas pruebas que se vienen del Señor y me duele cuando no tengo la FE Y PACIENCIA Y FORTALEZA para seguir adelante. Quiero orar y no comienzo y tengo una multitud de sentimientos encontrados. Jesús te necesito. Por favor no te apartes de mí. A donde voy a ir. A quien voy a acudir. No me abandones por favor. Ten misericordia y no me dejes. Amén.

Regresar al Blog
Únete
¿Quiéres Ayudar?¿Quiéres Ayudar?