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P. Juan Carlos

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FELIZ NAVIDAD

La búsqueda de refugio de María y José cuando le han negado la posada, nos invita a ofrecer espiritualmente un espacio en nosotros, abriendo nuestras puertas y corazón al amor y la hospitalidad, con cantos, comida y convivencia, rememorando el verdadero significado de la Navidad. Es un llamado a la generosidad, humildad y unión familiar.

«Gloria a Dios en el Cielo y en la Tierra, paz a los hombres que aman al Señor».

CELEBRAMOS SU NACIMIENTO

¡Feliz Navidad! Cada Navidad supone considerar de nuevo el misterio más maravilloso de nuestra fe. La encarnación del Hijo de Dios, Dios que se hace hombre, y hoy celebramos su nacimiento.

Ayer desde la Misa del Gallo ya estábamos saliendo con esta alegría del corazón. 

Recordamos que san Pablo escribió a los Filipenses:

«Tened entre ustedes los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús. El cual, teniendo la forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios.

Por el contrario, se anonadó a sí mismo tomando la forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. Y en su condición de hombre se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz».

Y cada vez que nos ponemos a considerar el misterio que celebramos este día de Navidad, la razón humana no alcanza, se rinde al contemplar la maravilla de Dios que se hace hombre, que toma nuestra naturaleza.

Al mismo tiempo, tampoco el corazón humano es capaz de corresponder a esta locura de amor que nos manifiesta Dios en su encarnación. 

Nuestra actitud ante el misterio de la Navidad debe ser la de nuestra madre, la Virgen María. San Lucas nos dice que María conservaba todas estas cosas meditándolas en su corazón.

Que contemplemos el misterio de Cristo, que nos quedemos absurdos ante las lecciones que nos da este niño nacido en Belén, que es Dios. 

NACE EN BELÉN

Se ha promulgado un edicto de César Augusto y manda a empadronar a todo el mundo, cada cual ha de ir para esto al pueblo de donde arranca su estirpe. Como es José de la casa y familia de David, va con María Virgen, desde Nazaret hasta la ciudad llamada Belén en Judea.

Así narraba San Josemaría en su libro Santo Rosario:

«Y en Belén nace nuestro Dios, Jesucristo., este nacimiento del Señor, porque en Belén nace nuestro Dios».

Porque como se lee en el Evangelio, no hubo lugar para ellos en la posada. O sea, no encontraron cobijo, ni siquiera en la casa de sus parientes, de sus amigos. Eran de allí o por lo menos tenían allí su familia. Y sin embargo, es como si están de más, como que no les quieren. 

Los hombres a veces ponemos excusas para albergar a Dios en nuestro corazón. 

San Juan lo explica maravillosamente en el prólogo de su Evangelio. Dice,

«La luz vino al mundo y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz».

También ahora han pasado más de dos mil años y observamos todavía una gran oscuridad. Bien es verdad que nuestras calles parecen iluminadas y todo el mundo se felicita y parecen olvidar las cotidianas preocupaciones para celebrar estos días tan íntimos.

nacimiento

DAR POSADA EN EL CORAZÓN

Pero también comprobamos que el mundo está oscuro porque en el corazón de muchos hombres no está Dios. Porque no le conocen o porque le rechazan abiertamente. La escena sigue siendo actual. 

No hay posada, no hay espacio, no hay lugar para el Hijo de Dios en la vida de tantas personas, de tantos hogares. 

Por eso, los cristianos tenemos ahora una especial y si quieres, mayor que en otros tiempos, responsabilidad de dar a conocer a Cristo, de meter a Cristo en la vida de tantos. 

Nos recordaba el Papa Juan Pablo II que es necesaria la re-cristianización del mundo.

Y este continente americano, que en este último tiempo, tiene también un reverdecer de esta cristianidad. Tiene que verse complementado con nuestro esfuerzo diario. 

Ese esfuerzo se verifica en estas fechas, ¿cómo vives la Navidad? (…)

Señor, te pido que me ayudes a darme cuenta en donde no te hago posada, donde no te predico, donde no doy ese ejemplo que Tú quieres que dé para que haya otras personas que también te encuentren, que te busquen.

Ayúdame, Señor, a quitar las cosas que me separan de Ti, a no tener nunca vergüenza… “Vergüenza, sólo para pecar”, decía la mamá de san Josemaría. Y a veces tenemos vergüenza de hacer una señal de la cruz o de proponer que se lea un pasaje del Evangelio.

SER LUMINOSOS EN EL MUNDO

Pero en una fecha tan señalada como la de hoy, tenemos que luchar para dar esa luminosidad al mundo. 

Hoy me escribió temprano alguien diciéndome que estaba delante el Santísimo y cómo le gustaba en el corazón. Se sentía muy atraída.

A mí me parecía que esto muchas veces no se siente. El otro día también estaba escuchando a san Juan de la Cruz, o sea, leyendo una explicación de él. Y me llegó eso de la noche oscura del alma, de cómo a veces Dios quiere que no tengamos afectos, ni humanos ni sobrenaturales, y que así nuestra fe sea todavía más profunda.

Y en otras ocasiones, en cambio, quiere que tengamos como esa persona delante del Santísimo, que estaba con el corazón rebosante, que tengamos el corazón así. 

Lo cierto es que, ya sea saltando de alegría o ya sea fríos, lo importante es abrirle posada a Jesús en nuestro corazón. Porque si no, estamos perdiendo la oportunidad.

Jesús nace para enseñarnos a traer alegría al mundo. Es importante que sigamos esas lecciones que nos da, ese seguimiento sin reservas de la voluntad de Dios, de la vida de fe, esa entrega absoluta, esa generosidad sin límites que vemos en la Sagrada Familia, ahí en Belén. 

ALEGRÍA PARA TODOS

Y de ahí, también esa profunda alegría, en medio de las contradicciones, pues la Cruz nunca puede faltar, de tener siempre la alegría, de tener a Cristo nuestro Señor.

Por eso, en Camino, se nos recuerda

“la humildad de Jesús, en Belén, en Nazaret, en El Calvario, pero más humillación y más anonadamiento, en la hostia Santísima, más que el establo, y que en Nazaret, y que en la Cruz”. 

Por eso, qué obligado estoy a amar la misa. Y hoy, en la mayor parte de los países, es un día de precepto, o sea, que hay que ir a oír misa.

Y va perfecto con estas palabras, porque el Señor se anonada de una forma más absoluta en la Santa Misa.

Con lo cual, que nos preparemos para celebrar o para atender la misa bien, y que este rato de meditación nos ayude a asistir a la Santa Misa, que puede considerarse muy bien como la Navidad de cada día, pues en ella recibimos a Jesús físicamente.

Por ello, siempre debemos prepararnos muy bien para ese encuentro con Jesús, para pedirle al Señor que no cerremos nuestra puerta, que estemos siempre dispuestos a que tenga posada en nuestro corazón, enseñando a los demás también esa alegría de tenerles cerca, de esforzarnos por ver ahí lo más importante de nuestras vidas. 

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FELIZ NAVIDAD

Hoy, ¡Feliz Navidad, a ti que me escuchas! Gracias por acompañarnos en este año completo, y en estos siete años de vida de “Hablar con Jesús”, porque han sido años en donde el Señor ha podido también encontrar posada en muchos corazones que se han ofrecido para escucharle uno y otro día, y para entenderle más, también para dejarle esa posada.

Me parece que este proyecto podríamos decir que es navideño en el sentido de que les ha enseñado a muchas personas, incluso a los mismos predicadores, a abrir esa posada a Jesús en el propio corazón. 

Al terminar, este rato de oración acudimos a María y a José, como también hemos hecho al principio, nadie como ellos nos puede enseñar a tratar a Jesús, a conocerle, a convivir con Él, a sabernos de la familia de Dios. 

Decía San Josemaría, y con esto acabo,

Tratad a José y encontraréis a Jesús. Tratad a José y encontraréis a María que lleno siempre de paz el amable taller de Nazaret”. 

Vamos a la Sagrada Familia a escucharles a estos tres. ¡Feliz Navidad!


Citas Utilizadas

Is 9, 1-3. 5-6

Sal 95

Tit 2, 11-14

Lc 2, 1-14

Reflexiones

Santa María ayúdanos a abrir nuestros corazones para recibir y guardar a Jesús, hoy que celebramos su nacimiento.

 

Predicado por:

P. Juan Carlos

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