< Regresar a Meditaciones

P. Santiago

6 min

ESCUCHA LA MEDITACIÓN

MAGNÍFICAT. HACER GRANDE A DIOS

El canto de María no nace de un momento improvisado, sino de un corazón habitado por Dios. En el silencio del camino, en su oración, el alma aprende a mirar la vida desde Él. El Magníficat nos introduce en esa escuela interior donde la verdadera grandeza no consiste en ocupar el centro, sino en hacer espacio para que Dios actúe.

A POCOS DÍAS DE LA NAVIDAD

Grabo este ratico de oración delante de un cuadro precioso de la Virgen y San José. La Virgen está ya a pocos minutos de dar a luz, lleva en su mano izquierda un bulto con los lienzos con los que va a recibir a su hijo, a Jesús.

San José, joven, está tocando una puerta en Belén, nadie le abre. La Virgen apoya su cabeza sobre el hombro izquierdo de José. 

Una cena dramática, tiene mucha luz en los rostros, en las manos. También es un cuadro que tiene muchos claros, pero también muchas zonas oscuras.

A duras penas se ve el fondo como de la cena y sabemos cuál es el resultado, que no les dan posada. 

Mirando este cuadro y sobre todo mirando a la Virgen, vamos a hacer este ratico de oración.

Te propongo que meditemos el Magníficat que aparece hoy en el Evangelio de la Misa, ya a pocos días de la Navidad. 

María dijo:

«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador; porque ha mirado la humildad de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el poderoso ha hecho obras grandes en mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. 

Él hace proezas con su brazo: dispersa los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia, —como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abraham y su descendencia por siempre»

VISITA A SU PRIMA

Todos los días los sacerdotes rezamos esta oración en la Liturgia de las Vísperas. Es la oración de la Iglesia. 

¿Y en qué momento la Virgen Reza canta, recita esta oración? Y aquí precisamente tengo una edición del Evangelio de San Lucas.

Exactamente el canto del Magníficat está en el capítulo 1 del versículo 46 al 49. ¿Y qué pasó antes? La Visitación de María a Isabel. 

Entonces ya la Virgen está con su prima. La Virgen se ha desplazado desde Nazaret hasta las montañas de Ayin Karim.

Y es importante ubicarnos en este momento, porque la Virgen ha estado en oración, ha tenido un camino interior que acompaña, también ese camino exterior de tres días de camino, desde Nazaret hasta la casa de Isabel. 

Kilómetros de oración, de silencio, de diálogo con ese niño que lleva en su vientre, en sus entrañas. 

Silencio agradecido, asombro también, el asombro humilde. Y María va guardando todo eso en su corazón.

Cuando llega donde Isabel, nos cuenta san Lucas, que le llega el saludo a sus oídos, y el niño saltó de gozo en su seno.

«Y en cuanto oyó Isabel el saludo de María, el niño saltó de gozo en su seno. Isabel quedó llena del Espíritu Santo y exclamando en voz alta dijo: — Bendita tú entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre». 

magnificat

LA LLENA DE GRACIA

Claro, es la primera vez que se recita, la segunda parte de María, la primera es del Ángel.

«Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor está contigo».

Y luego la segunda parte la dice Isabel. Ese es el inicio de la oración de María. La componen el ángel Gabriel e Isabel. 

Entonces, ¿en qué momento se canta el Magníficat? En ese momento de oración y de júbilo. En ese momento en el que esas dos mujeres, que están esperando un hijo llenas del Espíritu Santo y el corazón no les aguanta más. 

Y rezan y cantan lo que brota de sus labios. Es lo que tienen en su corazón. Isabel está llena del Espíritu Santo, reza esta oración. Luego María llega y la saluda y estalla todo. 

Salta el niño, Isabel se llena de alegría del Espíritu Santo. Se abre la profecía, brota el Avemaría, nadie sabía que María estaba esperando un hijo, nadie… Y ahora Isabel lo sabe. 

Y el Magníficat no solo es un texto hermoso, podemos pasar por el muy rápido, como una cosa bonita, una poesía inspirada… Pero no es así. Es el fruto de una vida interior profunda, de una oración larga, silenciosa, fiel.

Tiene un corazón que ha aprendido a mirarlo todo desde Dios. 

Vamos a comentar algunas cositas del Magníficat.

Dice María,

«Proclama, mi alma la grandeza del Señor».

María proclama tu grandeza a Dios, no habla de sí misma, no se coloca en el centro, no enumera sus méritos, ni sus virtudes.

No, simplemente deja que su alma se ensanche para que Dios aparezca como lo que es, el único grande. 

LA VERDADERA GRANDEZA

La verdadera grandeza no consiste en brillar, sino en dejarse habitar por el grande, habitar por Dios, no ocupar el centro, sino hacer espacio para que Dios entre en nuestra vida. 

Señor Jesús, ahora que ya estás a punto de nacer, qué distinto es esto de nuestra lógica humana… 

¿Cuántas veces confundimos la grandeza con el éxito, con la fama, con la importancia de la visibilidad o con una vida?

Pero no es así. María nos muestra otro camino, el de una vida descentrada de sí misma y más bien centrada en Dios y centrada también en los demás, porque la Virgen está sirviendo a su prima Isabel.

Jesús, hacerte grande no significa añadirte algo, desde fuera… Tú ya no necesitas más grandeza. Tú eres Dios. Pero la grandeza de Dios es dejar que Dios, que es grande, ocupe todo el espacio, que nos ocupe por dentro, que nos llene el corazón, la mente, los afectos y los sentimientos.

Que Jesús y el Señor sean grandes. Sea grande en mis pensamientos, en mis afectos, en mis palabras, en mis decisiones, en mi trabajo escondido. Que ahí quiera ser ese grande Dios.

Como decía, por ejemplo, San Pablo:

«Para mí, el vivir es Cristo». 

Bueno, luego la Virgen va a comentar:

«Se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador».

LA MIRADA DE DIOS

¿Y de dónde nace esta alegría tan limpia, tan honda, tan libre? Nace de saberse mirada, de saberse amada, de saberse elegida, sin haberlo merecido, has mirado la humildad de tu esclava…

La mirada de Dios es lo que nos hace grandes, no es la propia eficacia, no es el prestigio, no es el brillo humano de la Virgen. No. Incluso lo va a decir ella, es su pequeñez, su disponibilidad. 

Y yo imagino, Señor, muchas veces a la Virgen, preguntándose en silencio por qué ella sería distinta a sus familiares, a sus amigas, a sus vecinos.

En las conversaciones cotidianas, seguramente María se daría cuenta del egoísmo de los corazones, de la vanidad, de tantas palabras, del rencor en los juicios, de la pereza en el amor, de la dureza para servir…

Y la Virgen se daba cuenta, la Virgen no era Dios, una criatura normal y se preguntaba ¿por qué soy así? ¿Por qué mi corazón busca otra cosa?…

En estos días leía en el León Agilio de San Mateo, cuando Tú mismo Jesús, dices: ¿por qué del corazón proceden los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los robos, los falsos testimonios, las blasfemias?,,,

Todas estas cosas son las que hacen al hombre impuro, todo eso sale del corazón, y la Virgen no tenía nada de eso en su corazón, ¡nada! ¡Nosotros sí!

magnificat

SOÑADA POR DIOS

Señor, apiádate de nosotros, ten misericordia de nosotros que somos pobres pecadores. 

Hasta que un día, el mensajero Gabriel le revela que el secreto no es que ella sea distinta por sí misma, ¡no! Es una mujer que ha sido soñada, pensada, amada, antes de la creación del mundo, desde siempre.

Dios se ha enamorado de ella… entonces así lo entendemos. Todo encaja, todo se ilumina. Todo adquiere sentido. Y la Virgen lo entiende y por eso se siente humilde, pequeña, no importante…

La grandeza está en Dios, en Ti, Señor. 

Bueno, podríamos seguir comentando algunas cosas de esta oración, de esta cena tan misteriosa, tan bonita, pero vamos a terminar. 

La Virgen nos enseña el estilo de vivir cara a Dios, no cara a los hombres, recibirlo todo de Ti, Jesús, y devolverlo todo a Ti.

No nos apropiamos de nada, todo es Tuyo y todo es para Ti.

Por eso hoy Jesús, quiero repetir Contigo, quiero repetir con la Virgen como una súplica y también como un propósito que, mi alma te engrandezca, que mi vida te haga visible, que sólo Tú seas grande.

Madre nuestra, enséñanos a orar, a guardar las cosas en el corazón, a dejarnos hacer por Dios. Ayúdanos a que el Señor sea verdaderamente grande en nuestra vida.


Citas Utilizadas

1 Sm 1, 24-28

1 Sm 2

Lc 1, 46-56

Reflexiones

Santa Maria enséñanos a vivir cara a Dios, saber recibirlo todo y mostrarle que Él es lo más grande en nuestra vida.

Predicado por:

P. Santiago

¿TE GUSTARÍA RECIBIR NUESTRAS MEDITACIONES?

¡Suscríbete a nuestros canales!

¿QUÉ OPINAS SOBRE LA MEDITACIÓN?

Déjanos un comentario!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

La moderación de comentarios está activada. Su comentario podría tardar cierto tiempo en aparecer.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.


COMENTARIOS

Regresar al Blog
Únete
¿Quiéres Ayudar?¿Quiéres Ayudar?