ESCUCHA LA MEDITACIÓN

VISITAR AL SANTÍSIMO

os magos adoran a Cristo recién nacido. Poco a poco comenzó la adoración a Jesús Sacramentado fuera de la Misa. Adorar es más que un acto exterior; es una entrega del cuerpo y del alma, un reconocimiento profundo de nuestra total dependencia de Dios. El gran valor de visitar al Santísimo: un encuentro personal con Dios en medio de la jornada. A veces basta acercarse al sagrario unos instantes –incluso con la imaginación– para decirle al Señor que le amamos y que confiamos en él.

ADORACIÓN: ENTREGA DE CUERPO Y ALMA

En este rato de conversación con Jesús, podemos recordar el momento en que los magos llegaron a Belén. San Mateo nos relata que:

“Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas, lo adoraron. (Mt 2, 11).

Este gestoel de la adoración manifiesta la actitud propia del ser humano que, al reconocerse criatura, se postra ante su creador. Y adorar es más que un acto exterior, es una entrega del cuerpo y del alma.

Es, podríamos decir así, un reconocimiento profundo de nuestra total dependencia de Dios, ante quien nos inclinamos con respeto y sumisión absolutos, conscientes de que nuestra existencia tiene sentido solamente a partir de nuestro creador.

Por ese motivo, desde los primeros siglos los cristianos buscaron modos de expresar su fe a través de prácticas de piedad más allá de los sacramentos, como la veneración de las reliquias, de los sepulcros de los mártires y de los lugares sagrados.

Y aunque las especies eucarísticas siempre fueron honradas incluso más allá de la celebración de la Santa Misa, no se convirtieron en objeto de una veneración particular fuera de la Misa sino hasta principios del segundo milenio, en la liturgia romana.

Recordemos que, en este contexto, en 1215 el Concilio Lateranense IV reafirmó la doctrina de la presencia real de Cristo en la Eucaristía, condenó enseñanzas que negaban esa presencia y subrayó la necesidad de adorar a Cristo en el Santísimo Sacramento.

LA ADORACIÓN EUCARÍSTICA

Luego algunas órdenes religiosas, en particular los cistercienses y teólogos como santo Tomás de Aquino, ayudaron a desarrollar la doctrina de la presencia real del Señor en la Eucaristía.

Surgieron entonces algunas innovaciones litúrgicas que profundizaron la piedad eucarística, como la elevación de la hostia luego de la consagración, la reserva de la Eucaristía en el Sagrario y la práctica de la comunión espiritual.

Así poco a poco a lo largo de los siglos, la devoción hacia la Eucaristía se fortaleció en gran parte gracias a la reserva de Jesús en los Sagrarios delas iglesias y de las capillas, lo que facilitaba el acceso de los fieles.de los fieles.

Y el Concilio de Trento reafirmó la práctica de la adoración eucarística y promovió el culto al Santísimo Sacramento.

ACUDIR AL SANTÍSIMO 

Por eso, en este rato de conversación con Jesúscontigo Jesús, queremos recordar la importancia que tiene para nosotros la adoración a la Santísima Eucaristía que se encuentra reservada en nuestras iglesias.

La historia de la adoración eucarística es extensa, pero ahora queremos recordar sobre todo la importancia de adorar.

Una manifestación de esa adoración es la genuflexión, que se hace doblando la rodilla derecha hasta la tierra y que se reserva solamente para el Santísimo Sacramento.

El papa Benedicto XVI decía que la genuflexión ante el Santísimo Sacramento o el ponerse de rodillas durante la oración expresan precisamente la actitud de adoración ante Dios, también con el cuerpo.

De ahí la importancia de no realizar este gesto la genuflexión por costumbre o de prisa, sino con profunda consciencia. Cuando nos arrodillamos ante el Señor confesamos nuestra fe en Él, reconocemos que Él es el único Señor de nuestra vida. (Benedicto XVI, Audiencia, 27-VI-2012).

Por eso ahora, en este rato de conversación con Jesús, queremos decirte, Señor que deseamos en nuestra vida guardar momentos o hacernos el tiempo para poder ir a la iglesia, a un Sagrario y adorarte, ya que sabemos que

en el pan eucarístico encontramos lo que a fin de cuentas busca nuestro corazón pero que solo Dios puede darnos: un amor incondicional que sacia plenamente nuestro deseo de amar y de ser amados. (San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, n.84).

De ahí la importancia que tiene también la visita al Santísimovisitar al Santísimo frecuentemente.

VISITA AL SANTÍSIMO SACRAMENTO

San Alfonso María de Ligorio recomendaba entre los cristianos la práctica de la visita al Santísimo Sacramento: “Entre todas las devocionesdecía élesta de adorar a Jesús sacramentado es la primera, después de los sacramentos, la más apreciada por Dios y la más útil para nosotros.

(San Alfonso María de Ligorio, Visitas al Santísimo Sacramento y a María santísima, Obras ascéticas, I, Madrid 1952, pág. 964).

Otros santos también han destacado como ejemplos de almas enamoradas del Señor de la Eucaristía. Pensemos en el santo Cura de Ars que solía decir que si supiéramos lo que es el buen Jesús en el tabernáculo (en el sagrario) no podríamos separarnos de Él.

Es cierto que muchos de nosotros no podemos estar permanentemente ahí, sino que debemos cumplir con muchas otras obligaciones.

Pero sin duda podemos hacernos el tiempo de visitar a Jesús diariamente en el Sagrario.

SANTÍSIMO SACRAMENTO

Otro ejemplo más cercano es el de san Manuel González, un obispo que era conocido por promover la devoción eucarística de los sagrarios abandonados, hasta el punto de que pidió ser enterrado junto a un sagrario dice él:

para que mis huesos, después de muerto, como mi lengua y mi pluma en vida, estén siempre diciendo a los que pasen: ¡Ahí está Jesús!, ¡Ahí está! ¡No lo dejéis abandonado!” (Epitafio de la tumba de san Manuel González, Capilla del sagrario de la catedral de Palencia).

CONFESIÓN

PRESENCIA REAL SANTISIMO SACRAMENTAL

San Josemaría quiso hacer eco a esas palabras de san Manuel González en un punto de su libro Camino, en el que recoge una petición que hacía don Manuel a unos sacerdotes que acababan de recibir la ordenación de sus manos.

Se lee: “¡Tratádmelo bien, tratádmelo bien!, decía entre lágrimas un anciano prelado a los nuevos sacerdotes que acababa de ordenar. ¡Señor!:¡Quién me diera voces y autoridad para clamar de este modo al oído y al corazón de muchos cristianos, de muchos!” (Camino, n. 531).

También el magisterio actual, por ejemplo, el papa san Juan XXIII, al evocar precisamente la piedad eucarística del santo Cura de Ars, decía que: “nada puede sustituir a la oración silenciosa y prolongada ante el altar.

La adoración de Jesús, nuestro Dios;la acción de gracias, la reparación por nuestras culpas y por las de los hombres, la suplica por tantas intenciones que le están encomendadas, elevan (…) a un mayor amor hacia el Divino Maestro. (San Juan XXIII, Sacerdotti nostriprimordia, II). San Juan Pablo II escribía:

¿Cómo no sentir una renovada necesidad de estar largos ratos en conversación espiritual, en adoración silenciosa, en actitud de amor, ante Cristo presente en el Santísimo Sacramento?” (San Juan Pablo II, Ecclesia de Eucharistia, n. 25).

DESCANSAR EN DIOS AL FRECUENTARLO EN EL SAGRARIO

Bueno, le pedimos a Jesús que nos ayude a aumentar en nosotros este amor eucarístico, esta necesidad, esta hambre de estar con Él en el sacramento Cristo, donde sabemos que su presencia es verdadera, real, sustancial. Y por eso el encuentro con Él, con su cuerpo, con su sangre, con su alma y con su divinidad, nos llena de alegría y nos llena de paz.

Por eso queremos Jesús en nuestra vida siempre, reservarnos algún momento para visitarte en algún momento del día, más allá de los sacramentos, más allá de la Santa

Misa, aunque sea un encuentro muy breve para poder de estar contigo, para poder aprovechar toda la gracia y todo el amor que se esconden en la Eucaristía. Así podemos escuchar, desarrollar esa capacidad de atender a lo que Dios quiere decirnos en lo más profundo de nuestro corazón. Siempre Dios puede hablarnos en todas partes,

DETENERNOS A ADORAR

pero en la Eucaristía es una oportunidad para que Él sane nuestros sentidos y libere en nuestro corazón esos grandes ideales por los cuales que vale la pena vivir y que solamente Dios nos puede revelar.

Por eso detenerse ante el Sagrario es más que un acto de piedad, es una declaración de fe. En el silencio del templo, lejos del bullicio del mundo, Jesús nos invita un momento a descansar en Él, a estar con Él.

Y de ahí sacamos la fuerza para volver a nuestra tarea habitual, para llevar a Jesús a todas partes, para hacer que Él esté presente en todos los aspectos y en todas las realidades de nuestra vida.

Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré(Mt 11, 28) dice el Señor.

Estas palabras de Jesús se pueden hacer realidad en cada visita al Santísimo. Allí, ante la presencia de Jesús, hallamos el alivio y la paz que solo Él puede darnos y encontramos la fuerza para seguir adelante y la luz para enfrentarnos a los desafíos de cada día.

Le pedimos a María. Hoy comienza en algunos países de América del Sur el mes de la Virgen, el mes de María, concretamente en Chile y en Argentina. Le pedimos a Ella que nos llene de amor a Jesús en la Eucaristía.


Citas Utilizadas

Rm 16, 3-9. 16, 22-27

 Sal 144

 Lc 16, 9-15

Reflexiones

Señor, ayúdanos a aumentar nuestro amor por la Eucaristía, para acompañarte y encontrar en ti el descanso y la fuerza para seguir adelante.

Predicado por:

P. Cristián

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