ESCUCHA LA MEDITACIÓN

EL TESORO DE LA CRUZ

Jesucristo nos redimió por medio de la Cruz y todo el que desea imitarlo e identificarse con Él ha de recorrer el mismo camino: «Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío» (cfr. Lucas 14, 25-33). ¿Vos creés que tenés necesidad de convertirte? ¿Para qué convertirse? El tesoro de la Cruz consiste en no esquivar el sufrimiento ni huir ante el dolor.

LLENARNOS DE GOZO

El Papa Julio II mandó construir la Basílica de San Pedro en el Vaticano y encargó el proyecto del arquitecto Donato Bramante, era muy famoso.

Cuando el arquitecto terminó el bosquejo, se lo mandó al Papa por medio de su hijo. El Papa lo examinó, le encantó y después de charlar con su hijo le dijo:

—Como me gustó mucho voy a hacerte un regalo.

Y le mostró al niño una bolsa con monedas. Eran ducados de oro y le dijo: —Agarra las que quieras, son para vos.

 El hijo con la lógica y sensatez de los niños, le dijo:

—No Santo Padre, agarra usted que tiene manos más grandes…

Y esa debería ser nuestra actitud, nuestra lógica. La actitud del cristiano ante Dios y ante la Cruz:

—Dios mío, lo que Vos quieras, pero elegí Vos la Cruz que Vos quieras.

Ese es el mejor negocio. El negocio de la Cruz. Porque el encuentro con la Cruz es siempre inconfundible. 

A cada uno nos toca la Cruz que nos toca. Y son señales inequívocas de la vida del cristiano cómo llevamos la Cruz. Con qué alegría la buscamos y cómo procuramos también agradecer.

Fíjate cómo lo escribe san Pedro.

«Alégrense porque así como participan de los padecimientos de Cristo, así también se llenarán de gozo en la revelación de su Gloria». 

NEGARNOS A NOSOTROS MISMOS Y SEGUIRLO

El amor en la Cruz es también manifestación del cristiano. Es un tesoro que tenemos que valorar y mucho es saber entregarse a sí mismo con Dios en los planes que Él pensó.

¿Cómo aceptamos la Cruz? ¿Cómo amamos el dolor que nos toca? ¿Cómo procuramos también aceptar el dolor real… no un dolor ficticio saliendo del egoísmo que a veces se nos mete. O buscando también lo que Dios nos pide.

Fíjate, Jesucristo nos redimió por medio de la Cruz, y todo el que desea imitar e identificarse con Él, tiene que seguir ese camino.

«Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame».

Lo dice Jesús. ¿Vos creés que tenés necesidad de convertirte? ¿Para qué quieres convertirte? (…) Para buscar también más influencia? ¡No! Para seguir al Señor.

Dios nos ha llamado para que levantemos la Cruz, para que la amemos. Y lo dice muy claro el Evangelio de hoy.

«Quien no carga con su Cruz y me sigue, no puede ser discípulo mío».

 Me gustan unas palabras del Papa Benedicto cuando decía:

Lo que cura al hombre no es esquivar el sufrimiento y huir ante el dolor, sino la capacidad de aceptar la tribulación, madurar en ella y encontrar en ella un sentido mediante la unión con Cristo, que ha sufrido con amor infinito”.

Esquivar la cruz. Huir de la cruz. No aceptar la tribulación. No madurar la cruz. Todas son síntomas de inmadurez. Es síntoma del enfriamiento de nuestro seguimiento de Cristo.

UNA SANTA MUY POBRE

Este Evangelio de hoy, no solamente nos pide amar la Cruz y aceptarla; sino también que nos anima a renunciar a todos los bienes para ser discípulos de Cristo. Es ir detrás de la cruz, es amar la cruz.

Estuve el otro día en una misión con jóvenes del colegio. Y veías también ahí la pobreza extrema, en algunos lugares de acá de la ciudad. Que sin ir muy lejos se encuentran también acá muchas necesidades.

Y uno dice: ¿Sé yo amar la pobreza? ¿Sé amar la cruz? (…)

Hoy celebramos también a Sor Ángela de la Cruz, una monja muy pobre. Su máxima era vivir la pobreza evangélica como Cristo, porque sólo desde la pobreza podía comprender y podía ayudar a los pobres.

Dedicaba toda su comida y sus limosnas para ayudar a los pobres del barrio. Y en ese emprendimiento, los llevó a comprender y entender también que los pobres estaban buscando la ayuda de ella.

No tenía más ropa que la puesta, incluso con las monjas que estaban en su compañía, buscaban también ayudar a aquellos que no tenían ni siquiera para comer. 

Vivían en un régimen muy austero, dormían en tarimas de madera. Era  mendigando como recibían y lo daban. Llevar todas las armas a Dios, era su máxima. 

Vos; ¿amas la cruz? ¿La amas cada día? ¿Renunciarías a tu vanidad, a tu egoísmo, a buscar también saber clavarte en la Cruz, como Cristo también nos anima? (…) ¿Metidos en la cruz que me toca? ¿o me quedo con la ley del gusto de mis caprichos de mis compensaciones? (…)

CRUZ

NINGÚN DÍA SIN VIVIRLA

En esta vida, sólo vale una sola cruz: La Cruz de Cristo. La Cruz del cristiano. Y amemos esa cruz, no rehuirla.

Como dice también el Evangelio de hoy, que si no contamos con la cruz del Señor, con ese tesoro de la cruz. Pero en ese negocio de la cruz, no encontraremos nunca el sentido que Dios también pensó para nosotros.

¿Buscamos la cruz? ¿Sabemos preocuparnos por amar lo que nos toca y por encontrarla cada día? (…) ¿Por aceptar también las señales inequívocas que también el Señor nos va poniendo en el camino…? ¿Encontramos esa cruz o la esquivamos

Encontrar la cruz es encontrar la alegría. Y así lo llamaba san Josemaría, él decía:

“Ningún día sin Cruz”. 

¿Cómo buscamos esa cruz que sana? ¿Cómo buscamos? También es comprender que no es algo imposible, sino que es también algo que me toca a mí abrazar la cruz cada día. Y sobre todo, saber vivir esa pobreza, ese desprendimiento con buena cara. Levantando la cara para mirar la cruz, para ofrecer co-redimiendo. 

Queremos aceptar también ahora, en este rato de oración, que Dios a cada uno nos pide más. Y que nos está mostrando ese camino, que no es menor. 

EXAMINARNOS

Por eso, si queremos seguir al Señor, si queremos abrazar su Cruz, te pedimos Señor que nos des también esa alma contemplativa para buscar la cruz cada día. Para sacar propósitos concretos también de este rato de oración y para amar también lo que Dios me está mostrando.

 Esa cruz serena, esa cruz alegre. Ese aceptar “poner la cruz en todas las actividades humanas… ¿Cómo vivir mejor la cruz? 

Te animo a hacer un examen. Vos sabes muy bien dónde está tu cruz, dónde está aceptar esa pobreza, dónde está aceptar esa dificultad

Íbamos caminando por el barrio y uno de los chicos me decía: —Padre, hace mucho olor… Claro, era bastante putrefacto el olor. Y sin embargo, seguimos caminando. Pero en un momento, quisimos entrar en una casa y no querían entrar a los chicos.

Entonces me metí con uno. Y apenas entramos, nos saltaron varios perros. Estaba repleto de perros, había jaurías por todas partes. Pero la familia nos aceptó y nos agradeció muchísimo el poder estar con ellos y contarles de la actividad que estábamos desarrollando.

Compartimos la estampita de un santo que también estaban difundiendo por esos lugares. De una Beata que está por acá, en esta ciudad. Beata Ludovica, quién está haciendo muchos favores.

También dando a conocer la figura de san Josemaría o de Carlo Acutis. Lo importante es también ver que, la santidad pasa por abrazar la Cruz, por ese amor al tesoro de la Cruz, al sacrificio de cada día. 

A esos minutos heroicos, a no esquivar también a una mortificación en la comida, porque a veces quizás me dejo llevar por mis gustos y gasto sin medida.

AMARLA CON ALEGRÍA

Vamos a pedirle a la Virgen, que también es Nuestra Señora, que nos ayude a buscar la Cruz de su Hijo.

Que sepamos extender también los brazos en la Cruz para abrazarnos, -a la Cruz como mayúscula-, si queremos amar a Cristo, lo haremos con alegría y desde nuestra poquedad. Pero sobre todo, descubriremos que ella amó primero esa Cruz. Ella estaba al pie de la Cruz, ella nunca se separó de la Cruz.

¿Sabemos caminar por los campos de este mundo, con alegría, a prisa, recogiendo también esas cruces que nos tocan? ¿Sabemos buscar con alegría la cruz que me toca cotidianamente o las esquivo? (…)

Vamos a pedirle a nuestra Madre, Santa María, que todos sepamos también ahora a fin de año, en este mes de noviembre, donde estamos rezando especialmente por los fieles difuntos, que también sepamos aceptar las cruces que nos tocan a cada uno. Que no las esquivemos, que sepamos amarla con alegría.

Y también, cuando cueste un poco (más ahora a fin de año) vamos a ofrecerlas por estos fieles difuntos, que también están esperando nuestras oraciones.


Citas Utilizadas

Rm 13m 8-10

Sal 111

Lc 14, 25-33

Reflexiones

Señor, que sepa vivir mi cruz. Amar lo que me toca y aceptar las señales que me vas poniendo en el camino.

Predicado por:

P. Juan Manuel

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