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P. Juan

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DISTINTOS PERO UNIDOS

Hoy celebramos la fiesta de Santiago y Judas, dos de los apóstoles.

Nos cuenta el evangelio que pasaste, Señor, la noche en oración y luego elegiste entre los discípulos a doce, y nos va enumerando quienes eran. Podemos pensar qué afortunados estos doce, está selección entre tantos discípulos los que serían los que iban a estar con vos, en quienes te ibas a apoyar como columnas de la Iglesia, a quienes enviarías para llevar la buena noticia, los que compartirían tanto durante esos años de vida pública…

Entre esos doce que el evangelio iba enumerando, antes de llegar al final, que el último es Judas, el traidor, menciona a los que van siempre juntos: uno es Santiago, apodado el Zelote y el otro es Judas Tadeo. Estos son los santos, dos de los apóstoles que hoy celebramos en la Iglesia. A dos apóstoles, a dos juntos.

Entre estos que vemos, Señor, que vos elegiste, uno de los dos que celebramos es Santiago el Zelote, que parece ser que ese apodo significaba, se podría introducir incluso, como “el fanático”, por tener relación con ser alguien con mucho celo, pero también en algunas traducciones es “el fanático”.

Probablemente se trata de algunos que eran así llamados, porque tenían un apego muy grande a la ley, un apego muy grande, como un fanatismo por su pueblo, y por lo tanto también un rechazo muy grande hacia los opresores, hacia los que venían de fuera, hacia los romanos que no los dejaban vivir como un pueblo libre, los tenían sometidos.

Por eso, mirando un poco, Señor, estos nombres de los doce que vos quisiste elegir entre todos los discípulos, nos puede llamar bastante la atención que haya gente tan distinta. Sobre todo pienso en este Santiago el Zelote y a quien quizá elegiste después.

DISCÍPULOS

Jeremy

Nos lo cuenta él mismo Mateo, como pasaste delante lugar donde recaudaba impuestos y lo llamaste a él, que era publicano. Estaba como totalmente del otro lado respecto a los romano, pues casi era un colaboracionista. Porque él, siendo judío, seguía cobrando los impuestos para el emperador. Y por eso muchos no lo querían y los tenían, desde el punto de vista religioso, como destruidos a los publicanos.

Esto nos puede llevar a pensar cómo sería esa convivencia, Señor. No sabemos, pero probablemente había diferencias de carácter, de modo de ser e incluso, como vemos, hasta de pensar entre aquellos que vos elegiste.

Puede ser que surgieran un poco rispideces, no sé, si cuando elegiste a Mateo, Santiago el Zelote se habrá puesto muy nervioso, si te habrá querido corregir, si habrá querido quizás, Señor, informarte mejor o preguntarte: – ¿Cómo? ¿Por qué lo elegiste a él?

Nos podemos imaginar también que en la convivencia pudieron llegar a tener discusiones o alguna crítica, algún encontronazo. Y cómo sería, Señor, tu actitud de ir formando a esos doce, de ir enseñándoles a que espíritu pertenecen. Como cuando le dijiste a los hijos de Zebedeo, que querían hacer caer fuego sobre los samaritanos que no los recibían:

“ (…) no saben a qué espíritu pertenecen” (cfr. Lc 9,55-56).

Así ibas enseñando a que fueran más comprensivos, misericordiosos, más mansos.

Pienso que esa enseñanza también nos puede venir hoy muy bien y se lo podemos pedir a estos dos apóstoles: a Santiago el Zelote y también a Judas, que lo celebramos, que nos ayuden a ser personas que saben convivir con los que piensan distinto, que están trabajando por la unidad, por la paz.

UNIDAD DE LA IGLESIA

PAPA LEÓN XIV

El papa León XIV pareciera que ha sentido como una misión, desde el comienzo de su pontificado, trabajar por la unidad y la paz. De hecho, así decía en la misa de inauguración de pontificado: “- Hermanos y hermanas quisiera que este fuera nuestro primer gran deseo: una Iglesia unida, signo de unidad y comunión que se convierte en fermento por un mundo reconciliado…”.

Cuánto ha procurado hacer por por ese mundo reconciliado y cuánto estará rezando y trabajando por esa Iglesia unida. Una Iglesia unida que sea signo de unidad para el mundo, de comunión.

Nosotros, Señor, podemos cooperar con ese mundo reconciliado. En primer lugar, quizá formando parte de esa Iglesia unida. ¿Cómo podemos unir a la Iglesia? No sé, pensemos en la Parroquia donde vamos a misa… Si pertenezco a un movimiento en una institución de la Iglesia, conozco también otros u otras iniciativas.

Si tenemos estima por los demás, también por los que tienen otros modos, otros estilos. Rezamos por todos y procuramos ver las cosas buenas.

Me pasó hace unos días que fui a misionar con unos chicos del colegio donde trabajo y nos encontramos un barrio humilde con bastantes evangélicos. Los chicos querían encontrar el pasaje de la Biblia para ganar un debate, tener razón y tras la típica discusión que no lleva a ningún lado, porque además de los pasajes de la Biblia está un poco la voluntad de la persona, ¿no? Si no esta convencido, cada uno uno en lo suyo…

En cambio, más fácil era si, conversando, miramos cuantas cosas teníamos en común. En un mundo donde se está tan alejado de Dios, tener en común con otras personas que creemos en vos, Jesús, que buscamos a Dios en primer lugar, que queremos vivir como hijos de Dios.

Bueno, buscar lo que une. Cuánto más a los que están dentro de la Iglesia: trabajar por la unidad, no criticando. También si algunos son más conservadores… Un propósito podemos sacar: no criticar, porque eso no arregla nada. Callarnos si se nos ocurre algo que que no está bien.

VELAR POR LA UNIDAD

En todo caso, si uno puede ayudar, porque explica, charla, pero criticar no. Trabajar por esa unidad. Cuánto te agradará, Señor, si nosotros velamos por esa unidad.

Aunque nos queda poquito tiempo también pensaba, este evangelio nos puede hacer considerar que todos en realidad somos llamados; así como llamaste a los doce, es especial. Pero todos en realidad, Señor, nos llamás y queres darnos una misión en la Iglesia.

El otro santo de hoy, Judas, aparecen las palabras suyas en el evangelio que te pregunto:

“- Señor, por qué te manifestaste a nosotros sino a todo el mundo… Y tu respuesta fue: – Si alguno me ama, guardará mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos morada en él.”

(crf. Jn 14, 22-23).

Tu respuesta, que parece que no responde a la pregunta, en realidad está diciendo: -Bueno, es que me ama y hace mi palabra, Yo estaré en él y nos manifestaremos el Padre y yo desde él.

Somos elegidos todos. Te amamos, Señor, y podes hacer morada en nosotros y podemos manifestarte a los demás. Te damos gracias por esa llamada, porque somos cristianos, todos somos elegidos.

Ayúdanos, Señor, a vivir nuestra vocación, y en particular quizá voy a pensar en esta unidad de la Iglesia. Unida dentro de la Iglesia que pueda ser fermento, como el Papa quiere, para un mundo reconciliado.


Citas Utilizadas

Ef 2, 19-22

Sal 18

Lc 6, 12-19

Reflexiones

Señor, te pedimos por la unidad de la Iglesia, para que sea fermento para un mundo reconciliado.

Santos Santiago y Judas, te pedimos que nos ayuden a ser personas que saben convivir con los que piensan distinto, que están trabajando por la unidad y por la paz.

Predicado por:

P. Juan

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