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P. Juan

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UN SANTO EN EL SIGLO DE LAS LUCES

Jesús vuelve a su ciudad, a Nazaret. El lugar de su infancia y juventud. Donde aprendió de José el oficio de artesano, aunque no lo reconocen como el Hijo de Dios. San Alfonso María de Ligorio nos ayuda hoy, con motivo de su fiesta litúrgica, a reconocerlo en nuestro siglo. El Jubileo de los influencers nos anima a romper con la polarización y a construir redes basadas en la comunión y la humanidad.

Cuenta el Evangelio de hoy que Jesús fue a su ciudad, a Nazaret, el lugar de su infancia, el lugar de su juventud, donde aprendió de José el oficio de artesano.
Y la gente le pregunta al salir de la sinagoga de dónde le vienen todos esos milagros, toda esa sabiduría.
Y se preguntaban, ¿no es este el hijo del carpintero? ¿No es su madre María y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas?
Era el lugar del mundo donde Jesús había vivido, donde se había hecho carne. Y gracias a una mujer, a María, había aprendido ese plan de Dios. Había aprendido a trabajar. Se había acercado a sus familiares, a sus primos, a sus parientes.
Era el pueblo donde Jesús había vivido y no lo reconocen. ¿De dónde le vienen esos poderes, esa sabiduría?
Era una admiración tremenda, porque era el hijo de José, era el hijo de María, era uno de los suyos, uno más, y no entendían que era el hijo de Dios. Era el profeta que hablaba en nombre de Dios y no se daban cuenta.

QUIÉN ERA JESÚS

Sin embargo, de tal manera sucedía que, en ese plano horizontal, donde la cosa chata, lo ordinario, no permite descubrir quién era Jesús, nos ayuda a nosotros a pensar también hoy, que era verdaderamente el hijo de Dios.
Era el que nos llamaba también a reconocernos como hijos de Dios, en medio de nuestras relaciones familiares, en medio de nuestro trabajo, en medio de nuestras cualidades y talentos, en medio de nuestras amistades y nuestra historia.
¡El Señor quiere que lo reconozcamos!
Y hoy festejamos a San Alfonso María de Ligorio, un santo en el siglo de las luces, un santo que también no lo reconocieron como tal. Te cuento un poco la historia.
Era el siglo XVIII, era el siglo de las luces. Había una figura importante que estaba por nacer entre medio de Voltaire, de Rousseau y de tantos otros ilustradores de aquella época.
San Alfonso María de Ligorio nació el 27 de septiembre de 1696, cerca de Nápoles, en Marianella. Recibió la comunión, se acercó a recibir también los otros sacramentos de la confirmación.

NO PACTAR CON EL PECADO, san alfonso maria de ligorio, un santo
Pero tenía una vida normal, algo sencillo, nada extraordinario. Vivía abierto a todos los valores, tenía una gran inteligencia, había sido bien dotado para el dibujo y la pintura.
De hecho, fue un pintor y un dibujante experto y también cultivó la música. Fue una persona que escribía mucho y San Alfonso María no dejaría de fructificar ninguno de sus talentos.

UN SANTO DE DIOS

Dios le había dado y todos esos talentos también los quería poner en práctica. A los 16 años y con dispensa de cuatro es proclamado doctor en leyes.
Imagínate vos, que no solamente te recibiste de abogado, sino también doctor en leyes. Y el día 21 de enero de 1713 se le entrega la toga de abogado para instalarse a continuación en la cátedra doctoral.
Ya era un montón y sin embargo no reconocían que era un santo que Dios enviaba en medio de la luz para transmitir también esa misma luz de Cristo.
Cuando este abogado empieza a ejercer, se traza unas conductas o unos puntos que tiene que practicar como buen abogado, como buen cristiano.
Al fin y al cabo, él dice: -primero, no hay que aceptar jamás causas injustas.
Segundo, no se debe defender una causa con medios ilícitos e injustos. No se debe grabar al cliente con gastos superfluos.
Las causas del cliente se deben tratar con aquel cuidado con que se tratan las causas propias.
Es necesario el estudio de los procesos para deducir de ellos los argumentos válidos en la defensa de la causa… Y tantos otros que no te voy a nombrar y que te animo a investigar, porque la verdad que es muy bonito también conocerlos.
Y de esa toga, de esa graduación pasó a la sotana. Efectivamente tenía un carácter enérgico, muy arrebatado, muy autoritario, que lo dominaba con penitencia, que lo dominaba con dulzura, con alegría y con amabilidad.
Y alcanzó la santidad, pero no fue un camino fácil, fue un camino áspero, un camino estrecho.
No fue para nada sencillo pensar que un hombre que sabía tanto, que brillaba tanto en la sociedad, de repente Dios lo llamó a la vocación sacerdotal.
En el año 1723, cuando el Señor lo llama, lo elige y no solamente lo elige, sino que también se despoja de esas vestiduras seglares y busca vestir la sotana que era propia de los clérigos.

¿QUÉ SON LOS ESCRÚPULOS?

El 23 de septiembre, un sábado de las cuatro témporas de otoño, lo tonsuran, le cortan el pelo y tres meses después recibe las cuatro órdenes menores, el ostiariado, el lectorado, el exorcista y también como acólito.
Esas dispensaciones de intercicios, como se llama también, permiten que sea ordenado subdiácono primero y después diácono y al final sacerdote, en el altar mayor de la Iglesia Metropolitana de Nápoles, un napolitano total.
Y en esos años de seminarista propiamente sufrió un montón porque él quería aprender muchas cosas que ya sabía, otras tantas, pero le costó mucho porque tuvo tormentos de dudas, de preocupaciones y muchos escrúpulos.
¿Sabes lo que son los escrúpulos? Esa falta de confianza, ese preocuparse por demasía.
Y contaba él que estaba el precepto de no confesar cosas pasadas, si ciertamente no se podía jurar que fuera pecado grave y no confesado.
Pero para quitar toda inquietud y dado que sus confesiones no habían sido maliciosamente defectuosas, en vista de que la integridad material no debe buscarse con grave daño de la conciencia y de la salud por causa de la inquietud, contaba él que se preocupaba mucho y demasiado.
Se distraía de muchísimas cosas, pero era tal sus escrúpulos que lo llevaban tener mucho miedo de la confesión.
Solo fue el amor lo que permitió que él también superase esos miedos. Solo fue el amor lo que permitió que también buscase a esa esposa que buscase a la Virgen, buscase al amado, buscase a Jesús.
En estos días, que ha tenido también la ceremonia de los jóvenes influencers, aquellos llamados a influir en medio de la sociedad como misioneros digitales.

EVANGELIZADORES DIGITALES

El Papa ha querido llamar a este; jubileo de los evangelizadores digitales, para manifestarles que también están llamados ellos a transmitir en esas gentes de comunión, ese combate contra la polarización digital.
O esa falta de “fake news”, que a veces crean mucha gente y que también estos evangelizadores están llamados a cuidarlos, están viviendo la previa del jubileo de los jóvenes.
Pero efectivamente, los misioneros digitales o los influencers católicos en este congreso que ha tenido lugar del 28 al 29 de julio de este año.
En el año de la esperanza, nos anima también a nosotros a ser herramientas, a ser guía espiritual, como también le tocó a San Alfonso María Ligorio.
Él se abandonó en Dios, no dejó de confiar en Él. Sabía que Dios le pedía muchas cosas, pero seguía confiando en Él.

un santo, san alfonso maria de ligorio
Se confiaba y se encontraba en Él como quien era un amigo. Encontraba en medio de los azotes, contaba Él a ese amigo que también quería cuidarlo.

CRISTO ERA SU AMOR

Ese amigo que, como repetía Él: Dios mío, yo creo y quiero vivir y morir hijo de la Santa Iglesia. Quiero estar muy cerca tuyo. Venció, luchó y ganó. Tuvo dificultades, por supuesto, pero Cristo era su amor.
También San Alfonso María de Ligorio, que fue siempre un hombre de fe inconmovible, pasó por el desierto purificador de la aridez y de la oscuridad.
En una etapa incluso muy larga, Dios lo privó de sus acostumbrados consuelos. O sea, no tenía esa cercanía de Dios.
Pero encontraba en la Misa esa tranquilidad, encontraba en la oración ese descubrir a Dios, como también lo descubriría el mismísimo Moisés cuando hablaba con Dios cara a cara, como hemos leído en estos días. Buscar a Dios, encontrarse con Dios.
Vamos a pedirle a nuestra madre santísima, también como evangelizadores digitales, que tenemos a un representante también del grupo ahí en Roma, que nosotros también descubramos cómo mostrar a Cristo en medio de la sociedad.
A ser también esa luz en medio del mundo, ese cristiano en el siglo de las luces y en el siglo actual, no un cristiano que se esconde en la oscuridad.
Fíjate como Jesús lo conocían tanto en Nazaret porque era uno más, era un amigo de los demás.
Vamos a pedirle a María que también nos ayude a descubrir a Jesús en las cosas que hagamos y no ser incrédulos al descubrir que Jesús tiene que ser el centro de nuestra vida.


Citas Utilizadas

San Alfonso María de Ligorio
Lev 23, 1. 4-11. 15-16. 27. 34-37
Sal 80
Mt 13, 54-58

Reflexiones

Gracias Señor por todos los grandes santos, que son ejemplo para nuestra vida, que nos enseñan e inspiran a querer ser mejores hijos tuyos.

Predicado por:

P. Juan

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