Para el rato de oración de este día, podemos escuchar, contemplar, meternos en la escena que nos cuenta la primera lectura.
Y basándonos en un comentario que hace el Papa Francisco en 2020, durante las catequesis sobre la oración, dice que este pasaje nos deja una página memorable.
Se refiere a lo que hoy nos cuentan las lecturas de la Misa; de Jacob después de haberse separado de su hermano Esaú, de haber partido hacia otra tierra y de haber sido bendecido por Dios.
NO SABE QUÉ VA A PASAR
Al punto de que tenía gran rebaño, los animales, hijos, lo dice en la Biblia, incluso formar como dos pequeños poblados.
Resulta que siente la nostalgia y como un llamado de volver a su tierra, pero sabe que ahí está su hermano y le teme.
Porque Jacob le había quitado la primogenitura a su hermano Esaú, con un poco de astucia.
Era un hombre que se había salido siempre con la suya, se había casado con la mujer que quería, había aumentado su fortuna.
Pero ahora al volver, no se siente tan seguro porque su hermano, (según un enviado que lo comprobó), se acerca hacia él con muchos hombres y teme que venga como con un ejército.
No sabe qué va a pasar, sin embargo, continúa el camino, iba con sus mujeres, sus hijos, sus rebaños, sus servidores…
Son un pequeño pueblo que, en ese peregrinaje, en ese traslado, nos hace cruzar el vado de un río y él se queda atrás, cuando está ya anocheciendo.
Jacob está solo y un hombre empieza a luchar con él y luchan durante toda la noche y Jacob no lo quiere soltar, el otro dice que ya va a amanecer que lo suelte.
LE DA UN NOMBRE NUEVO
Finalmente, su adversario le hiere una articulación en la pierna a Jacob, y le pregunta su nombre, él dice que Jacob y le da un nombre nuevo, que es: Israel.
Jacob le pide una bendición, en realidad le pregunta también su nombre a ese adversario, que no se lo da, pero le da una bendición.
La cuestión es que Jacob continuará su camino, rengueando con esa bendición y le han dicho que ha luchado contra hombres y dioses, y ha prevalecido de una manera misteriosa, aquel personaje con el que se encontró es Dios.
El comentario que hace el Papa, justamente en una catequesis sobre la oración, es que el patriarca, que toda su vida había aprendido a arreglárselas, a superar dificultades, a con la astucia conseguir lo que él quería…
Se encuentra en aquella noche, cuando ya han pasado adelante y se han ido todas sus posesiones, su familia, sus servidores, y está solo y es de noche.
Él se encuentra en una situación que esta vez no está por encima, se encuentra en esa lucha que no puede vencer.
Y entonces, comenta el Papa Francisco, que es allí en esa situación de humildad, de precariedad, de no tener todo controlado, cuando él recibirá un nombre, que es una misión.
DESPUÉS DE UNA CONVERSIÓN
Jacob se convertirá en Israel, al final será como una confirmación de esa promesa de Dios a Abraham, a Isaac, y ahora a Jacobo.
Que es el padre de un pueblo numeroso, recibe una misión, un nombre y una bendición y lo hace solamente después de una conversión.
Porque no solo tiene un nombre nuevo, él ha salido nuevo de toda esa batalla, de esa situación.
Porque ha tenido que probar como desde su indigencia, su pobreza y descubrir desde su nada, que la bendición viene del Señor, que no todo está en sus manos.
En la oración, el catecismo después cita también este pasaje, que hablando de que la oración a veces es también un combate, donde uno tiene que perseverar y agarrarse de Dios y seguir adelante.
Aunque no entienda, aunque esté árido, aunque le cueste, pienso que cualquiera de nosotros, cualquier persona que se haya propuesto tener un rato de oración o rezar cada día, se topa con esta realidad.
Fíjense, a veces viene más fácil la oración y es más gozosa y salen quizá ideas, propósitos, sentimientos.
Y otras veces no, a uno le parece que está un poco en el desierto, solo, como Abraham, que se quedó ahí, que es una lucha, perseverar, seguir adelante.
Yo leía hace poquito a un autor, un sacerdote que escribió un libro de poesía, también tocando el tema del trato con Dios.
NO SOMOS AUTOSUFICIENTES
Él decía que con el tiempo se encontraba en su oración más seco, pero que en ese desierto encontraba fruto también, y eso lo acercaba a Dios.
Ya sea, porque nuestra oración sea un poco más árida, o bien porque nos encontramos tarde o temprano con que no somos tan autosuficientes, con que no podemos resolver todo solos, con que las situaciones nos superan…
Puede ser el momento de perseverar con el Señor, y esperar una nueva bendición, que nos haga madurar en la humildad, en poner más nuestra confianza en el Señor.
En que, aunque no sea todo como yo había previsto, como me gustaría, como me parece que debería ser, sin embargo, el Señor tiene unos planes.
Planes que miran muchas veces más allá, miran a mi unión con Dios, a que yo me parezca más a Vos, Jesús.
Si Vos mismo, Señor, tuviste esa sensación de soledad, de abandono en la cruz, también puede ser que nosotros nos sintamos así en ocasiones.
Estamos lejos de tener todo controlado o de que todo sea como nos gustaría, como lo habíamos planeado.
Y aunque la tentación pueda ser revelarse, endurecerse y apartarse del Señor, y es el momento de agarrarse fuerte de Él.
PERSEVERAR EN LA ORACIÓN
Quizá el Señor, si le preguntamos, ¿Cómo es esto? ¿Por qué permitiste esto? ¿Qué pretendes con esto? Puede ser que nos dé alguna luz, puede ser que nos dé también una bendición.
No nos faltará seguramente, en cualquier caso: su gracia, para los momentos más difíciles.
Para que realmente podamos crecer en santidad y en unión con Él y salir con una nueva misión, salir quizá rengueando también, quizá con alguna secuela, el dolor, pero bien encaminados.
Ayúdanos, Señor, a perseverar en la oración y a que los momentos de prueba, sean también momentos de crecer en confianza, en esperanza, que tu Padre tiene cosas buenas preparadas para nosotros, en el camino.
Vamos a ponernos también en manos de nuestra madre, que no le faltaron pruebas y pruebas duras como estar al pie de la cruz.
Pero no dejó de confiar, no dejó de ponerlo todo en las manos de Dios, de abandonarse, y poner toda su confianza en el Señor.
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