ESCUCHA LA MEDITACIÓN

“NO TEMAN, SOY YO”

Los profetas invitan a la confianza en Dios. Lo mismo repite Jesús ante lo grande y lo pequeño. Esto ha de manifestarse especialmente en la oración: En los inicios de la vida de piedad, muchos se asustan al pensar que no saben hacer oración, o se confunden ante los fracasos, las inconstancias y el desorden que pueden acompañar el inicio de cualquier tarea. Jesús nos llama a confiar.

En este rato de conversación con Jesús, podemos volver mucho tiempo atrás, al Antiguo Testamento, concretamente seis siglos antes del nacimiento de Jesús, cuando el pueblo judío se encontraba dominado por Babilonia.
Muchos israelitas habían sido llevados prisioneros a tierra extranjera y todas las promesas que habían oído de sus antepasados de parte de Dios, parecían desvanecerse.
Y surgía la tentación de pensar que todo había sido un engaño y en este contexto, surgen textos proféticos sobre la liberación del pueblo.

LA CERCANÍA DE DIOS

Especialmente oráculos de una gran profundidad espiritual, en los que Dios les manifestaba su cercanía en todo momento.
Si vamos al capítulo 43 del profeta Isaías, leemos estas hermosas palabras, dice el profeta:

“No temas, que yo estoy contigo.”

Lo repite una y otra vez, el profeta: ¡No temas!

Si pasas por las aguas, yo estaría contigo, si por los ríos, no te anegarían. Si caminaras por el fuego, no te quemarías, ni te abrazarían las llamas.

(Is 43,2)

Un poco más adelante, también el profeta Isaías dice:

“No temas, que yo estoy contigo; Tráiganme a mis hijos desde lejos, y a mis hijas desde los confines de la tierra.”

(Is 43, 5-6)

Esta actitud de Dios nos llama: ¡a confiar, a no temer! Como es natural, esto no desaparece en el Nuevo Testamento, ¡todo lo contrario!,
La llamada a la confianza se manifiesta de distintos modos, frente a diferentes inquietudes de la vida.

TU ORACIÓN HA SIDO ESCUCHADA

Algunas veces el Señor se sirve de sus ángeles, como cuando se dirige a Zacarías, el esposo de santa Isabel, el día en que entró a ofrecerle incienso al santuario.

Eran ya un matrimonio anciano Zacarías e Isabel y no habían podido tener hijos, hasta ese momento.

no teman, isabel y zacarias
Lo recoge asi el Evangelio de san Lucas:

El ángel le dijo: «No temas, Zacarías, porque tu oración ha sido escuchada. (Lc 1, 13)

Los mensajeros de Dios habían llevado un anuncio muy parecido también a san José, cuando no sabía si recibir o no en su casa a María, su esposa, que había concebido.
A los pastores también, cuando nace Jesús, estaban atemorizados al saber que Dios quería, que fueran los primeros en adorar al Niño recién nacido.
Esta, y otras muchas ocasiones del Antiguo Testamento, son una muestra de que el Señor siempre quiere acompañarnos en las decisiones importantes de nuestra existencia.
Porque no solo los profetas y los ángeles son portadores de ese: “No temas”, de parte de Dios.
Cuando el mismo Dios se hizo hombre, fue Él, fue Jesús, quien personalmente continuó con ese estribillo, llamando a la paz interior y a la confianza en el camino de la vida a quienes le rodean.

PENDIENTE DE NUESTRO BIEN

Con esas mismas palabras, por ejemplo, Jesús animó a los que lo escuchaban, a que no se dejaran llevar por la incertidumbre del alimento o del vestido.
Porque Dios estaba siempre pendiente de nosotros, siempre pendiente de nuestro bien.
También, Tu, Señor, con las mismas palabras animaste a los apóstoles cuando después de una noche de tormenta te ven acercarte sobre las aguas, y Tú le dices: no temas, no temas, no temas.
Al llevar su paz al jefe de la sinagoga, que había perdido a su hija, pero no había perdido su fe, mantenía su fe, también le dices: que no tema.
Podemos pensar que ese temor, ese pequeño miedo, no se da solamente ante acciones singulares de la gracia, “como especiales”, sino que se presenta también de distintas maneras en la vida cristiana ordinaria, de todos los días.
Cuando Dios nos hace vislumbrar la grandeza de su amor, de su misericordia, cuando comprendemos un poco mejor lo que significa entregarse día a día, lo que significa llevar la cruz ante las incidencias de la jornada, ante los contratiempos.
Al experimentar también la invitación a seguirlo más de cerca, al Señor, y a veces nos inquieta: ¿qué consecuencias puede tener eso en nuestra vida?
Porque supone una entrega, una mayor entrega, una dedicación, un olvido de sí mismo.

LA CAPACIDAD DE VIVIR CON ÉL

Así como Jesús entendía las dificultades, las confusiones, los miedos y las dudas de los que querían seguirle, cuando estaba visiblemente en la tierra, así también con cada uno de nosotros.
Porque Jesús, es quien puede comprender más a fondo nuestra alma, vamos ahora a aplicar todo este: no temas, a nuestra oración, a nuestra capacidad de conectarnos interiormente con Dios, a ese don que Dios nos da, que es la capacidad de hablar y de vivir con Él
En los inicios de la vida de piedad, muchos se asustan al pensar que no saben hacer oración, o se confunden con los fracasos, las circunstancias y el desorden que pueda acompañar el inicio de cualquier tarea que hacemos.
Estando en la tierra también nos pasa, con la oración, con los medios sobrenaturales, se intuye que acercarse al Señor, significa también toparse con la cruz.
No debe sorprendernos que aparezcan la soledad, la contradicción, el dolor, pequeñas pruebas y oscuridades, que son como parte de nuestra vida y que Dios permite para santificarnos.
A veces, se puede mirar con inquietud, con nerviosismo, la posibilidad de que en ese diálogo con Dios nos invada la rutina y al final tengamos que conformarnos con una relación mediocre con Dios.

JUBILEO DE LA ESPERANZA

no teman, jubileo de la esperanza

Pero debemos mantener siempre la esperanza y la confianza, más todavía en este año de la esperanza, el Jubileo de la Esperanza.
Estas palabras que escucharon Zacarías, san José, los pastores, san Pedro, san Juan, Santiago: “no temas”
Tantos otros a lo largo de la historia, también se dirigen a ti y a mí, a lo largo de toda nuestra vida: “no temas”, persevera, mantente en el amor.
Nos recuerda que, en la vida de la gracia, lo decisivo no es lo que hacemos nosotros, sino que es lo que obra el Señor.
Un autor espiritual Eugene Boylan, en su libro: Dificultades en la Oración Mental, dice que la oración es una tarea conjunta de Jesucristo y de cada uno de nosotros.
Que el protagonista principal no es la criatura que procura estar atenta a la acción de Dios, sino que es el Señor y su acción en nuestra alma.
Podríamos pensar que esto es muy sencillo, o es muy fácil, que lo entendemos con facilidad, cuando Dios nos abre nuevos horizontes.

TÚ, SEÑOR, ME ENTIENDES

Cuando despierta sentimientos de agradecimiento, de paz o nos invita a emprender un sendero de santidad.
Sin embargo, esa misma confianza debería mantenerse presente cuando aparecen las dificultades.
Cuando sentimos nuestra pequeñez, cuando no percibimos la presencia de Dios y parece que se cierra la oscuridad, las tinieblas a nuestro alrededor.
Es entonces cuando con más claridad hay que sentir las palabras de Cristo, hay que oír interiormente las palabras de Cristo.
Tus palabras Señor, que nos dicen: “no temas”, yo estoy contigo, no temas, porque tu oración ha sido escuchada.
Tú, Señor, me entiendes, entiendes mis dificultades y confusiones, mis miedos, mis dudas, como entendiste también las de los que quisieron seguirte.
¿Cuál es mi empeño? El empeño de todo cristiano es vivir al lado de Dios, mantenerme siempre con Él, tenerlo siempre cerca.
Porque eres Tú, Señor, quien se ha empeñado en que sea feliz, y eres lo suficientemente fuerte como para lograr que ese designio tuyo.
Que es un designio de amor, designio de santidad se pueda llevar a cabo incluso contando con mis fragilidades.
Confiar en Dios, rezar con fe, y Dios nos ayudará a llegar muy lejos, a llegar a tener un corazón lleno de amor.


Citas Utilizadas

Hch 1, 1-11
Sal 46
Heb 9, 24-28;10,19-23
Lc 24, 46-53

Reflexiones

Gracias, Señor, porque nos amas tanto, queremos siempre estar contigo, y nunca soltarnos de tu mano.

Predicado por:

P. Cristián

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