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ACERQUÉMONOS!

Dice el Evangelio: «Yo soy la luz del mundo». La Claridad y la Seguridad.

LUZ DEL MUNDO

En aquel tiempo, Jesús les habló otra vez a los fariseos diciendo, yo soy la luz del mundo, el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida.

Con estas palabras empezamos el evangelio este día de hoy, lunes, en la última semana de cuaresma, preparándonos ya para la semana santa de una manera más inmediata.

Nos acercamos a ti, Jesús, con ese deseo de aprender, de conocerte mejor, de conocer verdades que nos sirvan para responder nuestras preguntas que dan sentido a nuestra vida.

Yo soy la luz del mundo, el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida.

Estas palabras se pueden entender de varios sentidos, como siempre con tus enseñanzas, Señor, quiero fijarme en esa claridad que tú traes, que tú tienes, que tú das. Yo soy la luz del mundo.

El aceptar la religión católica supone pegarnos a este foco encendido que termina haciendo que nosotros veamos que todo en nuestro interior y a nuestro alrededor tiene un sentido, que tiene un orden, que tiene una orientación que es la que tú, Señor, le das.

Esa claridad a veces la podemos perder, porque nos hemos alejado de ti, porque hemos quizás no entendido tan bien tus enseñanzas o tu ejemplo, y porque en definitiva pensamos que hay algo que sea más claro, más luminoso que tú mismo.

Nos viene bien, Jesús, oír de tu propia boca que nos lo recuerdas, no nos genera esto recelo, porque tú no eres una persona que estás buscando que popularidad, tú no estás buscando likes, tú estás buscando mi claridad, mi paz.

ACERQUÉMONOS A LUZ

El que me siga no caminará en la oscuridad, tú estás buscando que yo no camine a ciegas, que yo no esté en la duda, que yo no esté desorientado, sino que tendrá la luz de la vida, que que voy a saber por dónde ir en la vida y por dónde se va a esa vida nueva que tú has venido a traer aquí a la tierra, Jesús.

Entonces es un buen día para hacer ese acto de fe por el que yo acepto que tú eres Dios y que no puedes ni engañarte ni engañarme, porque sino no serías dios, tendrías defectos y no serías dios.

Entonces, siendo dios tienes, pues, toda la sabiduría, por lo tanto, todas las respuestas y tienes también todo el poder. Eso me da esperanza porque no es lo que yo haga, lo que yo diga, lo que yo piense, la última palabra.

Tú, como tienes toda la sabiduría y todo el poder, tú tienes realmente el timón en la mano, el timón de mi vida, el timón de la historia, no significa eso que yo soy un muñeco, una marioneta en tus manos, sino que siendo verdaderamente libre tú vas a corregir mis decisiones cuando esto sea necesario, al menos las consecuencias de mis decisiones.

Cuando alguna de esas decisiones pueda no tener un resultado bueno por ningún lado, tú impedirás que yo la tome y así conmigo y así con todos y así es la historia, tú la guías.

¡CONTIGO SÍ!

Es bueno que lo recuerde y que lo sepa y que haga actos de fe, porque como el Papa nos ha convocado en este año a celebrar el Jubileo de la Esperanza.

Realmente me parece muy esperanzador, Jesús, que la luz la tengas tú y la des tú, y no yo u otro. Me parece también muy esperanzador que hayas dicho, el que me siga no caminará en la oscuridad.

Y bueno, ya llevo algunos años acompañándote más de cerca a Jesús y quiero acercarme todavía más, pero sí que puedo decir que veo para atrás,  veo un camino lleno de luz.  Puedo decir que no conozco la oscuridad. No sé qué se estará a ciegas en la vida, no, no conozco esto y te lo agradezco, no soy perfecto.

Pero he estado siempre seguro bajo esa luz tuya, y creo que los errores que haya podido cometer, tú has podido convertirlos en ocasión de un crecimiento, de algo bueno. Al menos para mí yo, por supuesto que voy aprendiendo cada día de mí mismo, de los demás, de ti Jesús.

Tengo claro es esto, que el mal lo debo evitar, pero si en algún momento por debilidad, por confusión, por ignorancia, pues me equivoco, y tú lo permites, Jesús, es porque algo bueno se puede sacar de ahí.

CALIDEZ DE TU MIRADA

Yo quería, en este comienzo de la última semana de preparación para la Semana Santa, pues que todos tuviéramos esta experiencia de haber ido andando por un camino siempre luminoso, siempre, por lo tanto, seguro, siempre claro.

Y quisiera que esta semana me ayude, Señor, y a todos los que están haciendo oración conmigo ahora, pues que me ayude a acercarme todavía más a esa calidez de de ti, de tu mirada, de tu cariño, de tu ejemplo, de tu mensaje.

Esa calidez, pero también a esa claridad, seguridad, orden, siempre se ha relacionado, que cuando hay luz un lugar es más seguro, cuando está a oscuras es más peligroso. Es genial la comparación que usas, señor, cuando dices yo soy la luz del mundo,

¿Qué sería el mundo sin luz? Y bueno, que que puede ser una vida sin que tu palabra, tu ejemplo, tu cariño esté cerca, es difícil de imaginar.

Gracias, Señor, por toda esa claridad.

Pues le pido a nuestra madre, la Virgen Santísima, que nos ayude a darnos cuenta siempre dónde tú estás para acercarnos, y como tantas veces ella te habrá mirado y contemplado como buena mamá, pues yo también sepa, y todos sepamos mirarte y contemplarte y aprender.


Citas Utilizadas

Daniel 13, 1-9, 15-17. 19-30. 33-62

Salmo 22

Juan 8, 1-11

Reflexiones

SEÑOR ACOMPAÑAME EN EL CAMINO DE MI VIDA,  NO HAY CAMINO MÁS HERMOSO, QUE EL QUE HE PODIDO DISFRUTAR AL CALOR DE TU PRESENCIA.

Predicado por:

P. Luis Andrés

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